humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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martes, 27 de mayo de 2014

XVI QUÉ ES LA MEMORIA DE LA NATURALEZA O REGISTROS AKÁSHICOS


XVI
QUÉ ES LA MEMORIA DE LA NATURALEZA O
REGISTROS AKÁSHICOS

En estrecha correspondencia existen el
Macrocosmos y el Microcosmos, el universo y el
hombre. Y si "lo que arriba es abajo y lo de abajo es
arriba", este axioma fundamental nos llevará
inevitablemente a que, mediante deducción e
inducción, podamos resolver todos los misterios con
su problemática acerca de las cosas que nos sea
dado o no percibir o contemplar.
Así, descartando ya a quienes estén capacitados
para poder ver sus propias vidas anteriores, de
similar manera a como echando la vista a atrás
somos capaces de "contemplar" escenas muy
lejanas para nosotros pertenecientes a nuestra
presente vida y no sólo respecto del último día, del
mismo modo existe guardado en la Naturaleza un
recuerdo detallado y exacto de todas sus
encarnaciones con todo aquello que ha acontecido a
lo largo de ellas, si bien estos registros se gravan en
varios mundos o estratos de muy diverso compendio
y nitidez. Puede decirse certeramente que a mayor
elevación del mundo, mayor será el compendio y la
nitidez de lo allí registrado. La característica
particular de este estrato o estratos a qué mirar,
consiste en que el desarrollo de los acontecimientos,
a partir de la escena a que dirijamos nuestra
atención, tiene lugar hacia atrás, Así, si quisiésemos
ver la muerte de Napoleón y el porqué de la misma
por medio del éter reflector, podría tener lugar
mientras a través de la concentración
mantuviésemos esa escena in mente bajo el
esfuerzo de la voluntad y sería percibido, mejor aún,
visto, mediante una especie de cinta
cinematográfica. Pero si deseáramos ver
seguidamente quién le enterró y dónde, nuestra
expectativa resultaría vana, enteramente frustrada,
por lo que deberíamos recomenzar de nuevo en un
punto posterior para, a continuación, de manera
semejante a como ocurre en el hecho purgatorial,
seguir retrocediendo hasta alcanzar lo pretendido.
Conviene hacer notar que, en este estadio primero o
mirador natural del pasado del mundo, lo
conservado – y ello dependiendo siempre de la
propia capacidad del ensayante – no suele alcanzar
de ordinario mucho más allá de los setecientos u
ochocientos años. Esta visión puede ser obtenida
mediante una ligera extensión de la normal vista
física.
El éter reflector es el encargado de, a través de su
vibración, llevar a cabo la acumulación requerida,
dándose la paradoja asimismo de que cualquier
átomo de éter que interpenetre cualquier cosa,
contendrá en sí mismo, y a un tiempo, las imágenes
de cuanto lo rodea. A la vista de alguien que detente
visión etérica, un pedacito mínimo de piedra de las
Pirámides de Egipto le permitirán ver, como en una
fotografía, y en toda su magnitud, los grandiosos
monumentos, de igual modo que otro pedacito de
pared de cualquier casa o habitación, le permitirán
descubrir cuantas escenas hayan tenido lugar en la
misma desde el mismo momento de su construcción
y aun más atrás.
En todo caso, debemos diferenciar de forma tajante,
aun de forma esquemática, las dos formas en que
puede contemplarse esta memoria o registro
universal: por un lado la del psicómetra, el cual,
tomando el "pedacito" del algo citado, y mediante
una actitud pasiva, sí logra ver, pero se trata de una
segunda vista sin control alguno, viendo en
consecuencia tanto lo que desea como lo que no
desea ver, puesto que no dispone de poder para
controlar a voluntad lo que exclusivamente pudiera
interesarle. La otra forma correspondería al
clarividente educado por medios científicos con el
añadido de una vida moral apropiada, quien a
voluntad y en cualquier tiempo puede ver aquello
que a sí mismo se exige, aunque con el
importantísimo matiz de que lo hará con finalidad de
servicio o ayuda y nunca por mero afán de lucro o
curiosidad.
Sin embargo, quien se encuentre preparado para
leer la Memoria de la Naturaleza o Registros
Akáshicos en la más alta subdivisión del
Pensamiento Concreto, región ésta en que se
encuentran las fuerzas arquetípicas, hallará que
tanto la visión como el modo de percibirla son
absolutamente diferentes a lo referido respecto del
Éter Reflector. Se trata de una visión en la que el
inicio y el fin no importan en absoluto, pues el
vidente tendrá al instante - si de Napoleón se tratase
- un compendio exacto y riguroso de su vida así
como la esencia o alma mater que la animó. Más
aún, en ningún caso mantendrá la visión como si
fuésemos contempladores externos, antes bien, nos
daríamos cuenta de que la visión se produce
internamente, formando parte de nuestro Yo y
sintiendo tal cual si fuésemos el mismo que fue
Napoleón Bonaparte. Por tanto, no sólo podremos
adquirir su propio conocimiento, sino que además
sentiremos cuanto él pudo sentir, logrando así
obtener una comprensión álgida de su vida y
propósito, mucho más que si hubiéramos tratado de
conseguirlo a través de los libros o de cualquier otro
medio. En consecuencia, la visión de que estamos
tratando proporciona una asunción tan grande y
recóndita del hecho o personaje requerido, que
probablemente en este caso ni el propio Napoleón
hubiese sospechado acerca de pensamientos y
sentimientos que el presunto lector puede descubrir,
vivir en sí mismo ahora y comprender.
Pero, si tras dar esta descripción somera, alguien
creyese que podría narrar exhaustivamente cuanto
le fuera dado ver, se equivocaría por completo, pues
una vez que se regresa a la conciencia normal el
pasmo puede resulta asombroso, pues si es verdad
que allí acababa de ver un eterno aquí y ahora, es
decir, acabaría de contemplar un presente sin
tiempo y sin espacio, sin principio ni fin, no es menos
cierto que la ordenación de ideas, de actos y
sentimientos resulta de imposible logro para ser todo
ello expresado por el cerebro y plasmado
debidamente en el mundo ordinario. No existe medio
humano de poder trasmitir una realidad tan excelsa,
no hay palabras, no hay idioma, no hay posibilidad,
solamente se "vive" entera y perfectamente la visión.
Eso es todo.
Reseñado lo anterior, aún queda otro lugar o registro
más alto, más elevado para entrar en la Memoria de
la Naturaleza. Es el que se encuentra este en el
Mundo del Espíritu de Vida, el cual, de acuerdo con
las informaciones recibidas de los Hermanos
Mayores de la Orden Rosacruz, contiene un
compendio íntegro de nuestro mundo desde el
mismo inicio de su manifestación. Únicamente ellos,
los HH.MM., y los Adeptos graduados, están
capacitados para utilizar registro tan sublime y
grandioso.
Como última anotación, no podemos de hacer
mención de la poderosísima herramienta de que el
hombre dispone – si bien muy pocos de forma
adecuada – para indagar acerca de cuestiones ya
históricas, ya geológicas, de flora, de fauna, etc.,
etc., pues mucho mejor que las aproximaciones
mediante los correspondientes, pertinaces y eficaces
estudios, ha de ser el contacto exacto por medio de
su contemplación - con aquello que se encuentre
sometido a la correspondiente investigación directa.

*
del libro "Los Rosacruces" de Antonio Justel

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