Solución de conflictos por métodos acuarianos
En buena parte de la Era de Piscis, mientras se ha
vivido bajo gobiernos de caudillos y demás
dictadores como reyes, sacerdotes u otros, eran
ellos quienes establecían las leyes y quienes
proclamaban y determinaban lo que era verdadero y
justo, y, puesto que todos socialmente seguían al
dictador, los conflictos internos han sido bastante
reducidos. Así, si dos personas presentaban entre sí
alguna diferencia, acudían a aquéllos para que
decidieran quién tenía razón y quién no, o bien lo
que debía hacerse, en su caso, para solventar
el conflicto. Ciertamente, hoy día, no es exactamente
así con el advenimiento de la democracia en
Occidente, aunque las carencias a este respecto
campan sus a sus anchas a lo largo y ancho
de derechos y obligaciones infringidos o no
atendidos de manera cabal y satisfactoria.
En cambio, en Acuario, de ningún modo habrá una
sola cabeza para pensar y solucionar todo, ya que
cada cual pensará por sí mismo. Porque, de este
modo, cuando muchas personas generan ideas de
forma independiente, parten de perspectivas
distintas y ejercen su creatividad también de forma
diferente, por lo que surge una gran variedad de
opiniones, algunas de las cuales, evidentemente,
podrán entrar en conflicto. Y, si ello es así, el
problema de verdadera importancia consistirá por
tanto en cómo solucionar las diferencias. Y, puesto
que se habrá de disfrutar de un sistema
absolutamente de libertades reales, de alguna
manera los individuos interesados deberán trabajar
conjuntamente para, por sí mismo, dar salida
racional a sus contiendas. Decimos racional porque
Acuario será una época de predominio del
razonamiento. La razón será el gozne sobre el que
girarán los argumentos y los encajes de los
correspondientes acuerdos.
Una situación muy común de conflicto suele darse
cuando alguien se excede en lo que deben ser o
constituir sus necesidades legítimas e interfiere en
las necesidades o deseos de otras personas. En
este tipo de conflicto los interesados deben procurar
colocarse en disposición de ver las cosas desde el
"punto de vista del otro", a fin de que, de ese modo,
puedan comprender que todos tienen deseos y
necesidades, por lo que, para vivir en paz y en
armonía, es preciso tener en cuenta que "nadie se
encuentra legitimado para satisfacer sus
necesidades y deseos a costa de otro". En este
caso, al igual que sería inútil repetir a un hombre
hambriento que no es justo robar, a quien pueda
excederse en sus necesidades o deseos, el mayor
bien que puede hacérsele es ayudarle a encontrar
otro camino que logre colmar, si es posible, su
aspiración. Además de un claro y sano raciocinio, la
buena disposición hacia los demás y la paciencia
juegan siempre aquí un papel de inapreciable valor.
En ciertas situaciones, las necesidades y deseos de
las personas entran en conflicto porque alguien - de
manera semejante a como se ha expuesto - se
excede en sus derechos, si bien ahora la parte o
partes avasalladas, y ya por amor o prudencia,
pueden evitar el conflicto renunciando a los suyos.
Esta técnica suele ser útil para remediar cuestiones
triviales, sin importancia, cuestiones que no merecen
del esfuerzo o costo de una confrontación. De todos
modos, es un comportamiento realmente peligroso si
la parte "sumisa" no renuncia definitivamente a sus
deseos, pues cada vez que la otra actúe frente a su
parecer callado, en el fondo irá acumulando
irascibilidad hasta dar con el momento en que el
vaso rebosará. Éste es un aspecto del ser humano,
por lo que en numerosas ocasiones el odio es
generado y acrecentado de la forma expuesta, con
el agravante de que el momento de explosión no ha
de ser comprendido por la parte oponente, quien se
basaba en una presunta aquiescencia o silencio
reprimido de la otra parte.
Una buena porción de conflictos hacen su aparición
debido a malentendidos. Por tanto, nada mejor que
dirigirse a quien corresponda y tratar de aclarar
situaciones por muy embarazosas que las mismas
puedan resultar. La comunicación es la puerta
central que debe permanecer abierta en todas
direcciones para la resolución de cualquier tipo
diferencia, ya sea personal o colectiva. Una de las
cosas que a veces malogran el entendimiento son
las meras palabras. Éstas, actualmente, devienen en
multitud de ocasiones equívocas y, por tanto,
dañinas. Por ello, la virtualidad de lograr captar la
esencia del pensamiento que habita detrás de ellas,
es de preeminente valor. Discutir con actitud trivial y
con desmesura de palabras siempre ha contribuido a
incendiar más y más los conflictos.
En no pocas oportunidades, los conflictos emergen
de lejanos y ancestrales enfrentamientos, surgen
como reminiscencias de odios que han sido
sembrados y que se han ido transmitiendo de
generación en generación, cual si la civilidad actual
alcanzada no tuviese para algunos, entidad alguna,
dado que estarían dispuestos a cualquier
conflagración invocando agravios padecidos o
derechos usurpados. No olvide el lector que
renacemos aproximadamente cada 1078 años, que
nuestro átomo-simiente guarda celosamente todo
cuanto ha ido acumulando – experiencias, buenas y
malas – durante todas sus vidas, y que, por sí
mismo, el simple hecho de la muerte en nada
modifica quiénes somos ni los frutos que hayamos
recogido en cada renacimiento, y siempre en virtud
de lo sembrado.
Por tanto, y para tales casos, traemos aquí aquellas
palabras de San Pablo que, en su cuarta carta a los
Romanos (12,19) decía: " No os toméis la justicia por
vuestra mano, queridos míos, dejad que sea Dios
quien determine el castigo, pues está escrito: "A mí
corresponde castigar; Yo daré a cada cual su
merecido". Sin duda alguna el apóstol está haciendo
alusión al karma contraído por cada cual y que
hemos de purgar de acuerdo con lo dispuesto por
los Ángeles Archiveros o Ángeles del Destino.
De cualquier modo, si los conflictos han de ser
resueltos, la actitud con que nos dispongamos a ello
será de vital importancia, como importantísimo ha de
ser lograr convencerse de que, a pesar de las
discrepancias reinantes, uno puede seguir siendo
amigo del contrincante. Para ello, los desacuerdos
deberían ser llevados y tomados a un nivel
intelectual y que nadie permita su degeneración en
ataques emocionales de personas contra otras.
Señalar una parte a la otra con cordialidad aquellos
puntos que estima equivocados o que se consideran
erróneos evitará en buena parte que el conflicto se
enturbie más o se agrande. Repetir que las partes
deben escucharse con atención y cierta paciencia lo
que cada una tenga que decir o explicar, parecerá
tal vez obvio a estas alturas, pero su insistencia es
debido a que hacerlo así es de inmensa sabiduría
y utilidad; como asimismo es de enorme importancia
que cada parte permanezca con la mente abierta a
nuevas ideas, a nuevos giros, a nuevos aportes, y a
permitir nuevas flexibilidades que hagan capaces a
los confrontados cambiar posiciones u opiniones
férreamente sostenidas, pero que ha resultado
demostrado ser insostenibles.
Una última opinión de resolución de conflictos
estriba en que, en éstos, deberá procurarse siempre
obtener una visión global, de conjunto de la
situación, a fin de poder determinar con ecuanimidad
y justicia aquello que mejor resulte para las partes
implicadas, sin tender a sacar la mayor ventaja
posible del debate contradictorio y civilizado que se
debe mantener. Los derechos humanos, y
la igualdad de trato para todos los afectados,
debería ser una norma de naturaleza inquebrantable
y de buenos augurios. Enfrentarse a un conflicto con
el ánimo de que puede ser resuelto, es decir, con
esperanza, es otra de las notas insoslayables a
tener en cuenta. Cuando las personas han perdido la
esperanza nada se puede conseguir, su mundo se
ha cerrado. Por ello, elegir personas adecuadas y
con tino para la contradicción es un paso previo de
inestimable luz y sensatez.
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del libro "Los Rosacruces" de Antonio Justel
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