Período Solar
Lo que este período fue difiere radicalmente del
anterior, pues su manifestación inmediata la
podemos catalogar como "luz". Sus globos
semejaban esferas luminosas de un extraordinario
brillo y cuya consistencia hace recordar la
consistencia de los gases, teniendo una cualidad
muy a tener en cuenta, cual era la de absorber y
obrar sobre cualquier luz o sonido que fuesen
proyectados sobre sus superficies, una cualidad
siquiera semejante a la que actualmente conocemos
en relación con alguna de las propiedades de los
prácticamente desconocidos agujeros negros. En
este período fue incorporado un nuevo elemento, el
oxígeno, por lo cual contó ya con dos elementos: el
fuego y el oxígeno. Las Jerarquías Creadoras
continuaban aún, no obstante, fuera, en su
atmósfera, como en el Período de Saturno. Téngase
presente que la vida tanto puede expresarse a
través de formas minerales o vegetales, animales u
hombres, como por medio de forma ígneas.
En la primera mitad de la primera revolución, o
revolución de Saturno, los Señores de la Llama
incorporaron al germen del cuerpo denso la
capacidad de desarrollar los órganos
correspondientes a los sentidos.
Durante la sexta revolución, y cooperando
mutuamente, los Señores de la Llama y los Señores
de la Sabiduría (Dominaciones) nos proporcionaron
el germen del cuerpo vital, despertándonos los
Querubines, en la sexta, el germen o principio del
segundo aspecto más elevado del triple espíritu del
hombre: el Espíritu de Vida. Nuestra conciencia a lo
largo del presente período adquiriría el estado de
sueño sin ensueños, similar al de la planta. Ya, en la
séptima revolución, el germen del espíritu de vida
fue ligado al espíritu divino y éste siguió siendo
trabajado más ampliamente.
De esta forma, al finalizar el Período de Saturno
disponíamos de los gérmenes de un cuerpo denso y
de un espíritu divino, a la terminación del Período
Solar poseíamos, además de aquéllos, los
correspondientes al cuerpo vital y al espíritu de vida.
A la terminación de este período, naturalmente, tuvo
lugar una nueva Noche Cósmica de descanso y
asimilación además de la correspondiente actividad
subjetiva a fin de dar comienzo posteriormente al
Período Lunar que vendría a ser.
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del libro "Los Rosacruces" de Antonio Justel
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