LA SANGRE: EL VEHÍCULO DEL EGO
Desde la infancia hasta los catorce años, la médula de los huesos no forma todos los corpúsculos sanguíneos. La mayoría de ellos los suministra la glándula thymus, que es mayor en el feto, y gradualmente va disminuyendo conforme se va desarrollando la facultad individual del producir sangre, al crecer el niño. La glándula thymus contiene, por así decirlo, cierta existencia de corpúsculos proporcionados por los padres y, por consiguiente, el niño toma la sangre de esa fuente que comprende su individualidad. Hasta que el niño mismo no haga su sangre, no pensará de sí mismo como que es un "yo", pero cuando la glándula thymus desaparece a los catorce años, entonces el sentimiento del "yo" se expresa completamente, pues entonces la sangre es producida y dominada enteramente por el Ego. Lo siguiente hará clara esta idea del cuerpo vital, y que dicho cuerpo vital se liberta a los siete años, y su lógica.
debe recordarse que la asimilación y el crecimiento dependen de las fuerzas que obran sobre el polo positivo del Éter Químico cuando ya está formado y maduro. Unicamente el Eter Químico es el que está completamente maduro en ese entonces, debiendo las otras partes madurar más. A los catorce años el Éter de Vida del cuerpo vital, que es el que efectúa la propagación, madura por completo. En el intervalo de los siete a los catorce años la asimilación excesiva ha almacenado cierta cantidad de fuerza que se dirige a los órganos sexuales y que está dispuesta cuando nace o se libera el cuerpo de deseos.
Esta fuerza sexual se almacena en la sangre durante el tercer período de siete años, y entonces es cuando el Éter Luminoso, que es el productor de la sangre caliente, se desarrolla y gobierna el corazón, de manera que el cuerpo no esté demasiado frío ni demasiado caliente. En la infancia la sangre alcanza a veces temperaturas anormales. Durante el período de crecimiento excesivo se produce frecuentemente lo contrario, pero en el joven cuya cabeza esté demasiado caliente, la pasión y el temperamento pueden muchas veces arrojar fuera al Ego, debido al excesivo calor de la sangre. Con mucha propiedad decimos generalmente que tal temperamento es hirviente y describímosle así como si la persona referida hubiera "perdido la cabeza", es decir, que se ha hecho incapaz de pensar. Esto es exactamente lo que ocurre cuando la pasión, la ira o la ansiedad sobrecalientan la sangre, lo que arroja al Ego fuera de sus cuerpos. Cuando decimos de una persona en tal estado que "ha perdido todo dominio de sí misma" la descripción es completamente exacta. El Ego está realmente fuera de sus vehículos, los que se mueven , sin ton ni son, independientes de la guía del pensamiento, parte de cuya tarea es refrenar los impulsos. El gran y terrible peligro de tal suceso es que antes de que su propio poseedor penetre nuevamente dentro de su cuerpo, alguna entidad desencarnada puede tomar posesión de él y conservarlo. Esto es lo que se llama obsesión. Solo el hombre que se mantiene frío, que no permite que un calor excesivo de su sangre lo arroje de sus vehículos, es el que puede pensar propiamente. Como prueba de que el Ego no puede obrar en el cuerpo cuando la sangre está demasiado caliente o demasiado fría, llamamos la atención al bien conocido hecho de que el calor excesivo produce somnolencia y si pasa de cierto límite arroja al Ego fuera de su cuerpo, quedándose éste dormido e inconsciente. El frío excesivo tiene también la misma tendencia. Únicamente cuando la sangre tiene la temperatura normal puede emplearla el Ego como vehículo de consciencia.
Para mostrar más la conexión del Ego con la sangre, puede mencionarse el calor producido cuando uno se ruboriza o avergüensa, lo que evidencia que la sangre sube a la cabeza, sobrecalentando al cerebro y paralizando el pensamiento. El miedo es el estado en que el Ego trata de defenderse contra algún peligro exterior. Entonces atrae la sangre al centro y por consiguiente empalidece, debido a que la sangre ha abandonado la periferia del cuerpo y ha perdido calor, paralizando esto también el pensamiento. Su sangre se "hiela", tiembla y los dientes castañetean, en la misma forma que cuando la temperatura ha bajado debido a
condiciones atmosféricas. La fiebre, el exceso de calor, produce el delirio.
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Diagrama 5B: Un Ciclo De Vida
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La persona sanguínea, cuando la sangre no es demasiado caliente, es activa mental y corporalmente, mientras que la persona anémica es displicente. En la una el Ego tiene mayor dominio; en la otra , menor. Cuando el Ego necesita pensar, atrae sangre con la temperatura necesaria al cerebro. Cuando una comida copiosa o pesada centraliza la actividad del Ego en los órganos digestivos, el hombre no puede pensar: está soñoliento.
Los antiguos escandinavos y escoceses reconocían que el Ego estaba en la sangre. Ningún extranjero podía asociarse con ellos hasta que había "mezclado su sangre" con la de ellos, haciéndose así uno de los suyos. Goethe, que era un iniciado, también lo dice en su "Fausto". Fausto va a firmar un pacto con Mefistófeles y pregunta: "¿Por qué no firmar con tinta ordinaria? ¿Por qué usar sangre?" Y Mefistófeles contesta: "La sangre es una esencia muy especial". El sabe que quien tiene la sangre tiene al hombre; que sin sangre caliente el Ego no puede expresarse.
El calor apropiado para la expresión real del Ego no está presente hasta que la mente ha nacido de la Mente Concreta Macrocósmica, cuando el individuo tiene unos veintiún años. La ley lo reconoce así también desde el momento en que fija la mayoría de edad como mínimo a los veintiún años.
En el presente estado de desarrollo de la humanidad, el hombre atraviesa esos diversos grados en cada ciclo de vida, de un nacimiento al siguiente.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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