La Pituitaria o hipófisis (sexta rosa)
Esta glándula, denominada pituitaria, o hipófisis, del
tamaño de un guisante, es de tejido celular y se
encuentra en la base del cerebro, casi en el centro
de la cabeza, abarcando la parte posterior de la
base de la nariz. De color gris, y suspendida como
una cereza, crece hasta los treinta años y pesa en el
adulto aproximadamente cinco gramos.
Digamos en este punto que si la cuna de la glándula
es demasiado pequeña, el individuo tendrá un
desarrollo anormal tocante a su sentido de
la moralidad y la intelectualidad. Se compone de dos
órganos en apariencia independientes y distintos en
origen e historia, función y secreción. Estudiando el
embrión humano, el principio de la hipófisis se ve
manifestarse por medio de un sobre-crecimiento de
la cavidad bucal en la región que da asiento a los
sentidos del gusto y del olfato, el cual toma la forma
de una bolsa que lentamente tiende a extenderse
hacia el cerebro. Al finalizar la cuarta semana toma
contacto con un crecimiento que sale del cerebro
llamado el infundíbulo. Ambos acaban
transformándose en la glándula pituitaria completa,
madura, en la que aquel sobre-crecimiento bucal
forma el lóbulo anterior pituitario y la parte original
del sistema involuntario de la glándula. En un
determinado momento de la vida, esta glándula se
abre a la boca y a la cavidad del canal espinal. Hoy
día se cree que la pituitaria produce no menos de
ocho hormonas diferentes. Hay un producto químico
en su secreción que estimula la producción de los
tejidos, en especial del óseo, y otro que influye en
los órganos del sexo y en la actividad sexual. Se ha
probado experimentalmente que el funcionamiento
normal de la hipófisis es necesario durante el
período de crecimiento y desarrollo, así como en la
época adulta para la evolución y funciones propias
de la tiroides y las suprarrenales. Cuando la
secreción interna de esta glándula se aplica de
forma artificial, por medio de inyección, se produce
la actividad de la tiroides y las suprarrenales, al igual
que de las glándulas sexuales, teniendo una
influencia notoria en la producción de energía en el
sistema nervioso central, en la materia gris del
cerebro y en la médula espinal.
Para resumir, podríamos decir que el lóbulo anterior,
o prepituitaria, segrega la prolactina, sustancia que,
además de ser esencial para la producción de leche
en la hembra animal, promueve el crecimiento del
esqueleto y tejidos conexos, es causa del desarrollo
normal de los órganos relacionados con el aspecto
sexual y provoca el debido funcionamiento de la
tiroides y suprarrenales.
El lóbulo posterior, o postpituitaria, entre las varias
hormonas que segrega, dos de ellas son utilizadas
comúnmente: la pitocina y la pituitrina. La primera
suele utilizarse en casos de parto lento e incluso no
incipiente; la segunda determina en general la
condición de los tejidos correspondientes a las fibras
involuntarias de los intestinos, la vejiga y el útero.
Entre ambos lóbulos, la membrana existente
segrega la hormona "intermedia", la cual ha sido de
gran utilidad en el tratamiento de
la diabetes insípida.
La desaparición de la hipófisis supondría la
muerte en el término de dos o tres días, no sin antes
venir acompañada de una letargia peculiar con paso
inseguro, pérdida de apetito y una bajada
de temperatura. Con sólo eliminar la parte del lóbulo
anterior, sobrevendría una rápida degeneración
adiposa y moral del sujeto, junto a
una marca tendencia a la inversión del sexo. Otras
manifestaciones estarían representadas por
somnolencia, por cutis seco, caída del cabello,
mentalidad torpe, a menudo epilepsia y un febril
deseo por ingerir alimentos dulces.
Se trata de una glándula femenino-masculina, es
decir, si domina el lóbulo posterior, tendremos un
tipo que exprese sentimientos clásicos femeninos; si
el lóbulo anterior, tendrá a expresar los masculinos.
Benditos tres veces – se dice – los hombres y
mujeres que tienen las glándulas pituitarias normales
y en equilibrio. Esta regida por Urano, octava de
Venus. Su nota-clave hace alusión al amor en su
sentido más elevado y su color es el amarillo. El
cuerpo pituitario se encuentra vinculado
inexorablemente a la iniciación, por lo que quien
consiga su despertar espiritual, tendrá la virtualidad
de desarrollar los poderes tocantes al Amor y a la
Sabiduría, representantes del Espíritu de Vida,
segundo aspecto del Logos.
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del libro "Los Rosacruces" de Antonio Justel
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