humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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domingo, 25 de mayo de 2014

XXIX LA ORACIÓN: SUS REQUISITOS Y PODER


XXIX
LA ORACIÓN: SUS REQUISITOS Y PODER

Para comprender de forma lógica lo que la oración
es, permítasenos encuadrarla en el siguiente
supuesto: Supongamos que Dios en primer término,
y los Espíritus Planetarios en segundo y junto a Él,
conformasen una gran Central productora de
energía eléctrica, cuyas conexiones alámbricas se
dirigiesen a todos los puntos tanto de cualquier país
como del mundo; admitamos que en todas y en cada
una de las casas existen conmutadores por los que,
una vez abiertos, aquella la energía que antes
permanecía fuera, en los alambres y en la Central,
comienza a penetrar en los respectivos domicilios,
iluminándolos o poniendo en movimiento las
correspondientes máquinas o motores, y, ello,
porque habrán sido dispuestas y
usadas normas coherentes con las leyes que rigen
nuestro mundo a fin de que pueda llevarse a cabo la
manifestación de la energía eléctrica.
Pues bien, y teniendo en cuenta que la conexión
entre la divinidad y el hombre es permanente, pues
en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser,
en todo este esquema, nosotros somos cada casa,
cada domicilio, y, la oración, por tanto, el
conmutador mediante el cual podremos ponernos en
contacto con Dios. Ahora bien, es una ley física que
la electricidad fluya a través de conductores
de cobre o de otro metal; pero sabemos, sin
embargo, que el cristal es aislante para ella, por lo
que, antes de que podamos obtener
electricidad, luz en nuestra casa, será preciso que
dispongamos de un conmutador hecho de acuerdo
con dicha ley, es decir, de un conmutador de cobre.
Porque si empleáramos uno de cristal, con
seguridad aquella no pasaría, no entraría en nuestro
domicilio. En consecuencia y de igual modo, si
nuestras oraciones - o conmutador - se acomodan a
las leyes de Dios, el propósito divino podrá
manifestarse a través de ellas y ser respondido;
pero, si de otro modo, la oración fuese contraria a la
voluntad divina - como por ejemplo, si el karma de
por quien se pide impidiera una realización - tal
oración, naturalmente, sería semejante a un
conmutador de cristal respecto al circuito eléctrico.
"Allí donde dos o más estuviesen reunidos en mi
nombre, Yo estaré en medio de ellos", dijo Cristo.
Por tanto, si partimos del calor que albergan
nuestros carbones individuales, y nos juntamos para
orar por algo definido, aquel calor que se encuentra
latente en cada uno de nosotros, puede encenderse
en llama y emitir luz y calor. Quizás no debiera hacer
falta que aclarásemos que, de acuerdo con
la calidad de la oración, así habrá de ser su eficacia.
¿No es comprensible que si una oración sale de
mentes limpias y de corazones nobles y puros, su
capacidad y efecto han de implicar abundancia de lo
que se solicita o pide?
Así, pues, si los sistemas orientales emplean la
concentración en un punto determinado para
conseguir ayuda divina, al mundo occidental le ha
sido dada la oración, puesto que ésta va a implicar
no ya y en sí misma la fría concentración intelectual,
sino una inmersión o cooperación del propio
sentimiento, conformando un poder con capacidad
de desbordar lo imaginable. Para ilustrar un tanto
acerca de cómo se lleva a cabo el proceso de
relación hombre-Dios a través de la oración,
tomemos la tromba marina como ejemplo. Tal vez no
hayan visto este fenómeno de la Naturaleza, pero es
maravilloso e imponente. Por lo general, y en el
momento en que ocurre, el cielo parece colgar muy
bajo sobre el agua, notándose una gran tensión en
el aire, como una depresión o concentración.
Después, y gradualmente, parece como si un punto
del cielo descendiese hacia el agua, a la vez que las
olas, en un cierto lugar, parecen saltar, hasta que
tanto el cielo como el agua se unen en vertiginosa
vorágine.
Algo similar viene a ocurrir cuando una persona o
número de personas se unen en fervorosa oración
porque, cuando una persona suplica intensa y
sinceramente a un poder superior, su aura forma
como un embudo que se parece a la parte inferior de
la tromba. Esta forma áurica salta en el espacio a
una gran distancia hacia arriba, y estando en
sintonía con la vibración Crística del mundo
interplanetario del Espíritu de Vida, hace descender
de allí un poder divino que entra en la persona
o grupo de personas, y anima la forma
de pensamiento que ellas hayan creado y
visualizado. De este modo se cumplirá el objeto por
el cual hayan pedido al unirse. Ahora bien, como ya
hemos advertido, se ha de tener presente que el
método occidental de orar no debe consistir en un
frío proceso intelectual, pues debe unírsele de
manera ineludible una cierta cantidad de sentimiento
adecuado a fin de lograr el objeto deseado, porque,
a menos de esta intensidad de sentimiento esté
presente, el objeto no se realizará. Este es el secreto
de todas las oraciones milagrosas (supuestos
curativos) de que se tiene noticia: la persona o
personas que oraban se hallaron siempre poseídas
de un intenso fervor; su ser entero se encontraba
absorbido en el deseo por aquello que oraban, por lo
que se elevaban a sí mismas a los mismos reinos de
lo divino y hacían descender la respuesta del Padre,
que es el Gran Médico. Pero, para estar en
consonancia con la universal ley del karma y evitar
el gran peligro de mal usar este maravilloso poder,
siempre deben ser dirigidas las súplicas por los
demás en consonancia con las palabras del Cristo:
"No se haga mi voluntad, sino la Tuya".
De otra parte, debe saberse que así como
cada nación envía embajadores a las demás
naciones, del mismo modo existen embajadores de
cada uno de los Grandes Ángeles Planetarios
presentes en nuestra Tierra. Ellos son los siguientes:

Ithuriel es el embajador de Urano
Cassiel " Saturno
Zachariel " Júpiter
Samael " Marte
Anael " Venus
Rapahel " Mercurio
Miguel " Sol
Gabriel " Luna

Si bien hemos de advertir que los embajadores de
los planetas son Arcángeles, en cambio, Gabriel,
embajador de la Luna, tiene la naturaleza de Ángel.
Más aún, dichos embajadores tienen a su cargo
todos y cada uno de los apartados y negocios de la
vida, como asimismo cada cual tiene atribuidas
determinadas horas planetarias, las cuales son
propicias para la invocación respectiva; motivo por el
que - consultando el diagrama oportuno al efecto -
quien quiera dirigirse a un embajador concreto,
podrá hacerlo en las condiciones más favorables a
su correspondiente petición. Así, por ejemplo:
Sabiendo que Jehová tiene bajo su cuidado y el de
sus ángeles tanto la salud de la forma, es decir del
cuerpo, como todo cuanto se relaciona con
la fecundación, alguien que se encuentre necesitado
de recuperar la salud o mismamente de parir o
engendrar ¿es que no tendrá a bien solicitarlo al
ángel Gabriel, y, precisamente, en lunes, día de la
luna, y cuando ésta se encuentre en la fase
creciente? Por su importancia, los ángulos de los
rayos planetarios son de influencia decisiva.


*
del libro "Los Rosacruces" de Antonio Justel

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