humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

*
del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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miércoles, 28 de mayo de 2014

De la incineración y embalsamamiento del cuerpo



De la incineración y embalsamamiento del
cuerpo

Probablemente no haya forma más rápida ni acaso
más limpia de hacer desaparecer el cuerpo denso
que sirviéndonos de la incineración. Se trata de un
medio que se está imponiendo muy rápidamente a la
tradicional inhumación en todo Occidente, hecho por
el cual, y urgentemente, deseamos señalar lo
tocante a qué es lo que ocurre en la parte espiritual
del ser humano cuando la incineración no es
practicada de acuerdo con las Enseñanzas de
los Misterios del Mundo Occidental.
Y decimos urgente, porque de ordinario, a través de
los medios de comunicación solemos enteramos de
que fulanito y menganito han sido incinerados dentro
de las rigurosas veinticuatro horas de haberse
producido el desenlace, motivo por el que uno
desearía que antes de llevarse a cabo esta práctica,
cada cual supiese qué implica incinerar al fallecido
antes del plazo de tres días y medios posteriores al
hecho de la muerte.
Y es que el ser humano no muere tan pronto como
suele ser certificado por los médicos forenses, dado
que el cordón de plata sigue intacto en tanto el Ego
permanezca revisando su recién terminada vida,
acto que lleva a efecto de sus últimos actos hacia
atrás, es decir, comenzando por el último
acontecimiento y terminando por el de su nacimiento
e incluso en el de su misma entrada en el claustro
materno, efectuada la concepción. Es
un trabajo delicadísimo el que efectúa mientras
grava en el Cuerpo de Deseos aquellas imágenes de
hechos, actos y medio ambiente reinante ha ido
recogiendo - cual cámara fotográfica de sensibilidad
y alcance inimaginables - el éter del cuerpo vital a lo
largo de toda la vida, mediante el aire que se inspira
y se lleva a los pulmones, donde dichas imágenes
son transferidas y absorbidas por la sangre, la cual,
a su vez, y a su paso por el corazón, las graba o
deposita de manera indeleble en el átomo simiente,
que como bien es sabido por todo ocultista, contiene
el registro completo y pormenorizado de todos los
momentos de todas nuestras vidas a lo largo de
nuestra existencia. De no existir perturbación, tal
grabación desde el cuerpo vital al de deseos durará
de acuerdo con el vigor y fortaleza que ostente el
propio cuerpo vital para mantener despierto al
individuo. La citada grabación en el Cuerpo de
Deseos resulta de extraordinaria importancia para el
Ego que se va, pues ella va a ser el soporte –
fidedigno o no – de que el Ego va a hacer uso en el
nuevo mundo al que accede, el Purgatorio, para
hacer la primera parte de la cosecha de su vida,
pues de nuevo, de los últimos episodios hacia atrás,
recapitulará desde la muerte al nacimiento todos y
cada uno de los actos en que, dentro de los
cuatro reinos, causó dolor o sufrimiento a alguien o a
algo, percibiendo y sintiendo el daño causado en su
propio ser de forma intensificada (en el mundo
celeste se triplica la intensidad y celeridad a estos
efectos) de modo que, encontrando primero los
efectos, el Ego pueda descubrir con facilidad las
causa o causas que los produjeron. De esta
forma, lógica por demás, le ayudará no sólo a
obtener comprensión de los actos examinados con
la consiguiente experiencia que acumulará, sino que
en la próxima encarnación, y una vez torne a
encontrarse con alguna situación similar a las ya
purgadas, el dolor padecido le hablará a través de su
conciencia y le contendrá para no causar mal similar
a nada ni a nadie.
Una vez haya traspasado las tres regiones que
comprende el lugar purgatorial, el Ego asciende al
Primer Cielo. Se compone éste de las tres regiones
superiores del Mundo del Deseo, siendo la cuarta, la
región denominada "Fronteriza", a la que son
llevadas las almas una vez traspasado el velo, y en
la que permanecen antes de ascender al Segundo
Cielo. Aquí estarán las almas estrictamente
cumplidoras de las leyes y el orden social
establecidos, las que no han sido "ni calientes ni
frías" y que, por tanto, padecen una mortal
monotonía porque no fueron capaces de "dar algo
de sí mismas a los demás" en ningún tiempo ni en
ninguna oportunidad, pues el amor del cielo - gozo
en la alegría - exige superar lo meramente
establecido por las convenciones sociales y la ley.
El Primer Cielo es un lugar donde, por el contrario al
Purgatorio, el Ego ha de revisar de nuevo y como
siempre, de atrás hacia delante, los actos de su vida;
pero si en el aquél lo que hizo fue revisar el daño
efectuado, lo que ahora va a hacer es examinar lo
bueno que haya hecho, es decir, va a percibir y
sentir también intensamente tanto la alegría que ha
causado a otros como la gratitud que él ha sentido
hacia los demás por el bien o la alegría que le hayan
causado, por lo que estos sentimientos entrarán a
formar parte de su conciencia para dar lugar a la
virtud, los que le llamarán e incitarán a hacer el bien
en las próximas encarnaciones cuando retorne a
la escuela de la vida.
Por tanto, y en conclusión, si lo extraído del
purgatorio es la voz de alarma para evitar en lo
sucesivo el mal, lo extraído en el Primer Cielo va a
ser la voz de la intuición que internamente va a
aconsejar al Ego con el fin de que haga el bien. Con
su misión respectiva, ésta es la constitución y
construcción progresiva de la conciencia dentro de
la Teoría del Renacimiento con sus leyes
fundamentales, la de Causa y Efecto. "Se recoge,
pues, lo que se siembra".
Pero volvamos al tema trascendental de la
incineración y de lo que, como decíamos, entraña
llevarla a cabo en tiempo debido o, por el contrario,
fuera de él. Suponiendo que en estos momentos
decisivos, de grabación de cada acto de vida, haya
en el entorno del moribundo silencio, de procederse
a la incineración en el plazo actualmente vigente en
numerosos países (en España, por ejemplo, es de
veinticuatro horas) el fuego hará que se rompa el
cordón de plata y los recuerdos grabados alcanzarán
únicamente una parte – tal vez muy pequeña de la
vida que acaba. Consecuencia: el Ego recién
pasado al otro lado no podrá obtener los beneficios
de creación y acumulación de conciencia ni, por
tanto, de aprovechar su última estancia en la Tierra
para progresar en la evolución. Una desgracia, un
verdadero desastre para el que acaba de morir.
Algo similar, si no idéntico, ocurre cuando alrededor
del que va a fallecer hay tumultos o griterío, ruidos,
explosiones, alteraciones del silencio que el que se
va requiere para su labor de grabar los
acontecimientos de su vida: aún sin culpa, pérdida
de los frutos que hubiera cosechado de haber
accedido a la muerte en un estado, si no de respeto,
sí al menos de silencio. Hacer las cuentas propias y
rendirlas ante su conciencia y la divinidad es el
tributo más grande que un ser evolucionante puede
hacer por sí mismo. De ellas, de estas cuentas, va a
depender su progreso o retardación en la evolución,
de ellas su pronto pase a otros mejores estados de
renacimiento con mejores y provechosas vidas.
Sin embargo, en un estado de lógica y asistido por la
gracia divina, no sería muy justo que alguien, debido
a impedimentos ajenos y externos, fuese retardado
en su evolución o fuese ésta detenida. Por tanto,
quienes custodian el orden, la justicia y demás
instrumentos que conducen el mundo, han tenido a
bien lo siguiente: una vez ocurrido el óbito y pasado
el fallecido al otro lado, entre los dos y veinte años
siguientes, se hace que el Ego nazca, haciéndosele
morir en su edad infantil. Como nada de lo que no ha
nacido es susceptible de morir (el cuerpo vital nace a
los siete años, el de deseos a los catorce y el mental
a los veintiuno) el Ego del niño va directamente al
Primer Cielo. Aquí, en clases específicas, en las que
se reúne a los colegiales por carácter y no por edad,
le serán enseñadas aquellas experiencias que dejó
de asimilar de haber habido en su entorno un
ambiente propicio para el repaso y grabación
correspondiente de los actos de su vida. Estos egos
nacen generalmente bien dentro de la misma familia,
bien en una familia próxima; rara vez, aunque
también, lejos, en otro país. De esta forma, viene a
restituirse aquel bien perdido, si bien ello requiere el
interregno de la muerte prematura, que siempre
supone un hecho doloroso (el de la entrada del
espíritu dentro de sus vehículos, sobre todo del
denso) con una pequeña demora y el gasto de
energía que ello implica.
Tras el análisis de los hechos incineratorios, la
consecuencia no debiera ser más contundente: no a
la incineración, en ningún caso, antes de pasados
tres días y medio de ocurrido el deceso.
Algo semejante podemos señalar respecto del
embalsamamiento, costumbre por demás tan
habitual en otros lugares, pero que no es menos
perjudicial para el desarrollo del alma por las
intensas molestias (angustia y sufrimiento) que
ocasionan al Ego tanto por los pinchazos que
absolutamente el Ego ve y percibe, porque de
ordinario aún está vivo, como por el frío y
el calor espantosos a que son sometidos órganos y
vísceras del fallecido a efectos de la conservación.
A pesar de que estos escritos comprendidos en este
Manifiesto hacen afirmaciones fuera del alcance
probatorio normal, insistimos en que no por eso
dejan de referir la verdad. Habrá muchos que, lejos
aún del poder de comprobación, intuyan que las
cosas deben o pueden ser así, tal vez que son así.
Humildemente, el autor pide a los lectores que lean
dejando reflexionar sus almas, porque algo de estas
verdades, puede asegurarles, les está tocando. De
otro modo, quiera Dios que la relación lógicaintuición,
pueda pasar el vado que todos nosotros
intentamos cruzar de la forma más provechosa.

*
del libro "Los Rosacruces" de Antonio Justel

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