humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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martes, 27 de mayo de 2014

XIV - LOS TRES CIELOS EXISTENTES - Primer Cielo


XIV
LOS TRES CIELOS EXISTENTES

Primer Cielo

Si de las siete regiones de que compone el Mundo
del Deseo, el Purgatorio se encuentra en sus tres
inferiores, el Primer Cielo tiene su ámbito en las tres
más elevadas. En medio queda la Región Fronteriza.
Pues bien, una vez que el Ego ha concluido su
tramo purgatorial, donde, como se dijo, habrá
incorporado al átomo-simiente de su cuerpo de
deseos la experiencia de sus sufrimientos, la cual le
hará adquirir o acrecentar la cualidad de rectitud en
futuros renacimientos, inmediatamente se eleva a
las tres regiones citadas, en las que nuevamente el
panorama de la vida vuelve a desarrollarse en
sentido inverso, es decir, de los efectos a las
causas, y donde los actos buenos dejados atrás
serán los que conformen la base del sentimiento que
el Ego va a recoger, pues en este ámbito el espíritu
va a percibir la alegría tanto por las buenas obras
hechas por él y la gratitud expresada por los
ayudados, como la gratitud que fue capaz de sentir
al ser ayudado a su vez por otros. Y resaltemos que
el sentimiento de gratitud produce un nada
despreciable crecimiento anímico. Por tanto, la
recolección que pueda llevarse a cabo en el Primer
Cielo dependerá, qué duda cabe, del bien que
hayamos proporcionado a otros como de lo útil que
hayamos considerado la ayuda que a su vez nos
hayan prestado.
Hagamos una pequeña inserción para decir que,
aunque generalmente solemos relacionar la ayuda o
el dar con la capacidad patrimonial o económica del
que da, en realidad, y en muchas ocasiones, el mero
hecho de "dar" no va a proporcionar al que recibe
aquello que en principio deseamos, por lo que dar
con discernimiento se convierte en una primera
condición del dar, si bien darse a sí mismo
constituye una condición superior, si bien, en la
mayoría de los casos ordinarios, darse no consista
más que en una respuesta atenta o educada, en una
leve sonrisa, en una mano con la palma extendida, o
simplemente en dejar pasar a alguien deferente y
amablemente; en definitiva, en expresiones de
simpatía, solidaridad o confianza. Sin embargo,
dentro del campo ocultista, más alto que ayudar
puntualmente y en sí, es tratar de ayudar pero
procurando que el ayudado pueda ayudarse a sí
mismo en adelante; es éste un instrumento o
manera de ayudar sumamente útil no sólo para el
futuro sino a la vez compasivo, pues la compasión
tiene relación directa con el hecho de la
emancipación definitiva del ayudado en relación con
la situación de indignidad o afligimiento en que se
encuentre.
Dicho lo anterior, prosigamos para señalar que la
alegría sin mancha pertenece al reino del Primer
Cielo, dado que, al tiempo que recoge el inefable
fruto de sus buenas acciones pasadas, el Ego, lejos
ahora de las condiciones terrestres, se encuentra
libre de toda angustia, ansiedad o temor alguno. Es
también el lugar adecuado para que, cualquier noble
empresa a que el Ego hubiese emprendido o
aspirado en la vida, aquí pueda cumplirse en todos
su términos. Amén de alegría, es asimismo un lugar
de reposo y recuperación de fuerzas, por lo que
entre más dura haya sido la vida recientemente
terminada, más hondo y amplio habrá de ser el
descanso alcanzado. Es en el Primer cielo es donde
los devotos cristianos han construido con sus
pensamientos la Nueva Jerusalén, la cual durará en
función de cuán largo sea el tiempo y la intensidad
de las fuerzas mentales ejercidas por aquéllos. Y
dado que a través del pensamiento puede el hombre
construir cuanto quiera con el cuerpo de deseos, en
este cielo podrá construirse de este modo casas,
máquinas, aviones, paisajes, hermosas flores, etc., y
siendo para él estas cosas tan tangibles como lo son
para nosotros las cosas materiales de la vida antes
de la muerte. El Primer Cielo es el lugar de la
satisfacción total y perfecta.
En todo caso, si algo excelentemente hermoso hay
que destacar en este trayecto ascendente y concreto
del espíritu a través del Primer Cielo, son los niños.
Los niños que mueren aproximadamente antes de
los catorce años no pasan por la experiencia
purgatorial, puesto que no son responsables de sus
actos y nunca sobrepasan este cielo; por ello
conservan hasta el nuevo nacimiento su cuerpo de
deseos y la mente, motivo por el que, al volver a
renacer, están muy facultados para el recuerdo su
de su vida inmediatamente anterior. Aquí, y hasta
que acaece una oportunidad propicia para el
renacimiento, permanecen aprendiendo lecciones
con las que tendrán un gran progreso, en una
preciosa forma y por un período de entre uno y
veinte años.
En el momento en que un niño muere, éste siempre
tiene a alguien de su familia que le está esperando,
o será adoptado de inmediato por personas que
prohijaban niños en la Tierra. Por tanto, nunca
estará solo. Podrá pensar, determinar y construir sus
golosinas, sus juguetes preferidos y jugar a cuanto
quiera. A los niños se les agrupa no por edades,
como se hace en la Tierra, sino por temperamentos,
por carácter, siendo las lecciones impartidas en
cualquier sentido con extraordinaria facilidad. Las
enseñanzas recibidas por medio de dichas
lecciones, e impregnada en su delicado cuerpo de
deseos, vendrán con ellos en el nuevo renacimiento
mediante un aporte espiritual de imponderable
ayuda. Renacen a menudo en la misma familia o en
una próxima al núcleo que acaba de dejar. Pocas
veces suelen encarnar lejos del hogar anterior o en
un país distinto.
Existen dos casos particulares en los que, a fin de
proporcionar al espíritu que ha pasado al otro lado
las lecciones que debió haber aprendido y que por
alguna causa no aprendió, los Guías que conducen
nuestra evolución hacen que mueran esos espíritus
de niños y vayan para ello al Primer Cielo
directamente. Estos casos son cuando algún espíritu
naciente es muy débil y cuando alguien muere sin
poder efectuar en el momento de la muerte la debida
buena grabación que le pueda permitir acrecentar su
conciencia en el Purgatorio o bien la virtud en el
Primer Cielo. Ejemplos del segundo supuesto al
respecto: lecho de muerte ruidoso en el alrededor
doméstico, muerte por accidente, muerte en hechos
de guerra, o bien debido a incineración o
embalsamamiento, tras el fallecimiento, antes de
haberse cumplido el término de tres días y medio
requerido, etc.
La estancia en el Primer Cielo supone también una
ocasión de estudio y progreso para todos aquéllos
que hubieran encauzado su vida por derroteros
positivos, tales como personas altruistas, para
estudiosos de cualquier tema, para artistas, filósofos
o estudiantes de cualquier tipo de materia. El mundo
del Deseo es un mundo de fascinantes colores, por
lo que aquí, los pintores, podrán disfrutar de la
calidad máxima que puedan exigir para la
composición de sus obras más excelsas; nada que
se pueda comparar en nitidez, brillantez y viveza son
los colores observados en la Tierra. No en vano el
Mundo del Deseo es el mundo ex profeso del color
sublime. En cambio, el músico, deberá esperar a
hallarse en el Segundo Cielo, pues él es el mundo
que detenta la excelencia del sonido, tono, y de la
suprema armonía que allí podrá encontrar. No
obstante, sí queremos señalar que, a pesar de todo,
los ecos percibidos en el Primer Cielo son
inmensamente más bellos y duraderos que en la
vida terrestre.
Tras haberse grabado fuertemente en el átomosimiente
del cuerpo de deseos tanto los resultados
del sufrimiento del Purgatorio como de la alegría
perteneciente al Primer Cielo, el hombre, el Ego,
llevándose exclusivamente las fuerzas el átomosimiente,
comienza a abandonar el cuerpo de
deseos para elevarse al Segundo Cielo y que aquél
vehículo se desintegre. Dicho átomo-simiente
constituirá el futuro núcleo de los cuerpos de deseos
que haya de conformar en sucesivos renacimientos.

*
del libro "Los Rosacruces" de Antonio Justel

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