XVIII
EXPOSICIÓN ABREVIADA DEL PROCESO
EVOLUTIVO
Se dice que en el principio un Gran Ser Creador (el
Ser Supremo, el Gran Arquitecto del Universo y, por
tanto también de nuestro Sistema Solar) procede a
aislarse en una porción de espacio en la que
conforma o crea nuestro mundo mediante el cual
procurará tanto nuestra evolución como el aumento
de la propia conciencia., e incluyendo dentro de Sí
huestes y huestes de Jerarquías Creadoras de
inmenso poder y esplendor espiritual, fruto de
anteriores manifestaciones de tal Gran Ser, además
de otras Inteligencias de inferior grado de conciencia
y desarrollo, por debajo aun del trance más
profundo. Y si en cada período de manifestación,
quienes ya hayan alcanzado las más altas cotas de
espiritualidad han de trabajar sobre los más
atrasados, induciendo en ellos un fermento de
conciencia propia que les permita progresar,
aquéllos que en su evolución quedaron
aparentemente interrumpidos mediante una Noche
Cósmica - y al igual que un niño continúa en su
escuela tras haberse repuesto y descansado en una
noche ordinaria - continuarán su evolución ordinaria
al amanecer de un nuevo Día de Manifestación.
En la Naturaleza no existe ningún proceso
instantáneo. Sí se trata, en cambio, de un proceso
de suma lentitud a través del cual, con seguridad
absoluta, se alcanzará la más acabada perfección. Y
si "como abajo es arriba" y viceversa, el universo, el
macrocosmos, de forma semejante al hombre,
también discurre por estados de infancia y
adolescencia, de madurez y decrepitud. Si cuando
acontece el nacimiento y la infancia de un niño, éste
no puede valerse por sí mismo, debiendo
obviamente ser cuidado y ayudado por sus padres,
pues carece tanto de suficiente fuerza física como
de mente eficiente, del mismo modo viene a ocurrir
en los mundos que vienen a ser con sus criaturas
primigenias o inmaduras, sobre quienes los guías
deben ejercer un tutelaje apropiado a fin de que,
llegado su tiempo, puedan emprender su propio
desarrollo de manera autónoma y con libre albedrío.
Éste será el tiempo en que tanto la experiencia
obtenida como el pensamiento tomen las riendas de
la propia vida de manos de los correspondientes
instructores y llevar adelante la expansión de la
conciencia.
Todo el tiempo transcurrido en la obtención de
conciencia de sí mismo, del Yo, y de la construcción
de aquéllos vehículos a través de los que el espíritu
del hombre se manifiesta, se le denomina Involución,
proceso de inmersión en la materia hasta alcanzar
su punto más denso, más bajo, su nadir. El período
que le sigue, aquél por el cual el hombre, tomando la
dirección de sus propias fuerzas y vehículos se
eleva desde la inconsciencia y la nesciencia a la
omnisciencia consciente, se le llama Evolución. Pero
si el hombre sólo desarrollase dinámicamente las
potencialidades originarias de su Padre, sería un
mero imitador y no un creador; por lo que aquella
fuerza de que cada hombre dispone, la que hace
que cada evolución personal difiera de cualquier
otra, esa fuerza interna y exclusiva de en cada cual
proporciona aportes originales respecto de la forma
y tanto en el propio individuo como en el mundo
externo, es la que se denomina Epigénesis. (Véase
la diferencia sustancial que existe entre el mero
descubrimiento científico y la naturaleza innovadora
y única de la invención, de lo que no existía en la
Naturaleza) Sin embargo, dado que el tratamiento
que efectúa la ciencia atañe exclusivamente a la
forma, aquélla solamente reconoce la evolución,
puesto que la involución corresponde a la línea de la
vida. De todos modos, la Epigénesis,
desenvolvimiento original de la forma, en los últimos
tramos de tiempo tiende a ser admitida por la
ciencia. Las Enseñanzas Occidentales toman, por
supuesto, la Involución, la Evolución y la Epigénesis
como una trinidad inquebrantable con que explicar y
comprender el pasado, el presente y el desarrollo
futuro del universo.
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del libro "Los Rosacruces" de Antonio Justel
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