humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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lunes, 7 de junio de 2010

VIRGO


VIRGO

Así, pues, bajo la guía de las jerarquías espirituales enfocada a través de
los signos de Capricornio, Sagitario, Escorpio y Libra, fueron adquiridos
nuestros atributos físicos, morales y mentales, y de esta manera se nos equipó
para comenzar el lado espiritual de nuestra evolución. El germen de este progreso
está oculto en la Virgen Celestial, el signo Virgo, el cual es el vehículo de la
Concepción Inmaculada, la madre celestial de Cristo, no del Cristo solamente sino
de muchos. Éste es uno de los signos más sublimes del Zodíaco, y uno de los
más místicos y tan repleto de significado oculto, que su sentido completo no puede
ser comprendido a satisfacción, salvo por una luz interna de iluminación espiritual.
Anualmente, en el solsticio de invierno, la Madona Inmaculada está
ascendiendo a la medianoche cuando el Sol recién nacido comienza a elevarse
para traer las condiciones necesarias para el crecimiento de grano y de la uva,
para salvar a la Humanidad del hambre y del frío que seguirían inevitablemente si
el Sol permaneciera siempre en la declinación del Sur. El Sol es, por lo tanto, un
símbolo apropiadísimo del Salvador, nacido para alimentar a su rebaño con el pan
espiritual de la vida. Pero al igual que nosotros debemos tener ojos apropiados
para ver la luz del Sol, así también Cristo debe nacer dentro de nosotros, antes de
que podamos percibir la luz espiritual. Como Ángelus Silesius dice:

“Aun si Cristo en Belén mil veces hubiera nacido,
Y no dentro de tu pecho, tu alma se habrá perdido.
En vano será que tu mirada a la Cruz del Gólgota levantes,
Mientras en ti mismo primeramente no la implantes”.

Por lo tanto, por el paso precesional del Sol a través del signo Virgo, el
impulso germinal fue dado por el nacimiento de Cristo dentro del hombre. El
matrimonio místico del ser inferior con el ser superior, la concepción
inmaculada, y la maternidad divina que se nutre en su fondo, invisible para el
mundo burlón, “el Cristo recién nacido”, son realmente experiencias de un
número creciente de personas. Y si no fuera por este prototipo celestial,
fructificado por la precesión solar, esto sería una imposibilidad; así como tampoco
este ideal se hubiera realizado en tan completa totalidad durante las épocas
pasadas como hoy en día. La razón de todo esto se apreciará claramente cuando
tratemos de la relación que tienen entre sí los opuestos signos del Zodiaco.

***

del libro "El Mensaje de las Estrellas", de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel

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