humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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lunes, 14 de junio de 2010

EL SIGNO SALIENTE

EL SIGNO SALIENTE

Como hemos dicho en la “Astrología Científica Simplificada”, es el
ángulo del rayo estelar el que determina en cuál departamento de la vida será más
preeminentemente activo y se ha visto por la observación que el signo saliente o el
Ascendente en el horizonte del Este cuando nace un niño, es el factor principal
para determinar la constitución básica y la forma del cuerpo físico. Investigaciones
ulteriores han demostrado la razón de este hecho, el cual es el de que en el
momento de la concepción, cuando el átomo simiente fue colocado en el óvulo, la
Luna, la cual es el agente cósmico de la fecundación, proyectaba su rayo
fecundante a través del signo y grado que después salen en el momento del
nacimiento (o su opuesto). Por tal razón el signo saliente y el grado continúan
siendo la avenida del ingreso de las fuerzas de la vida que constituyen el cuerpo
del niño hasta el corte del cordón umbilical, y la naturaleza del signo saliente es de
este modo estampada indeleblemente en el nuevo vehículo y retenida durante
toda su vida.
A este respecto debe notarse que la concepción puede no coincidir
necesariamente con la unión corporal de los padres; algunas veces transcurren
dos semanas o más antes de que llegue el momento más propicio para que los
Ángeles del Destino o sus agentes dicten la concepción. En aquel momento las
condiciones cósmicas son de tal manera que formarán un cuerpo que facilite la
expresión del ego que busca el renacimiento y le ayuden a la manifestación de su
destino autogenerado. Debe tenerse en cuenta también por el estudiante que el
momento de dar a luz no es precisamente el momento del nacimiento desde un
punto de vista astrológico. La inhalación de la primera respiración completa,
generalmente acompañada por un grito, es el momento en que el ego que viene
recibe su bautismo estelar, dejándole siempre susceptible a la influencia de las
configuraciones especiales de las estrellas que existen en tal momento y, por lo
tanto, las estrellas afectan a cada individuo diferentemente de los demás, pues ni
aun los horóscopos de los gemelos son exactamente iguales. Debe recalcarse
especialmente que con arreglo a estas explicaciones nosotros no tenemos un
“hado” determinado debido a que hayamos nacido en cierto tiempo, sino que
hemos nacido en el momento particular más apropiado debido a que tenemos un
cierto destino autogenerado y que debe cumplirse. Ésta es una distinción muy
importante, pues ella sustituye la divina ley al capricho divino; elimina al mismo
tiempo el elemento de la “suerte” e inspira al hombre para dominar su “hado” por
obediencia a la ley. Si nosotros liemos hecho nuestro horóscopo actual por
nuestras acciones pasadas de una vida anterior, lógicamente también estaremos
preparando ahora las condiciones para un renacimiento futuro y, por lo tanto,
podremos hacer de él lo que elijamos, Si nosotros nos esforzarnos para fortalecer
nuestro cuerpo ahora, para cultivar nuestras virtudes, para dominar nuestras
faltas, el Sol de nuestra vida venidera saldrá bajo condiciones más favorables que
aquéllas bajo las cuales ahora vivimos, y de este modo podemos decir con toda
certeza que nosotros regimos nuestras estrellas y dominamos nuestro destino.
Cuando los tres últimos grados de un signo están naciendo o cuando
ascienden los tres primeros grados de otro en el momento del nacimiento de una
persona, se dice que han nacido en la “cúspide” entre dos signos y entonces las
naturalezas básicas de los dos signos correspondientes están mezcladas en el
cuerpo de la persona que nace. Así, pues, una persona nacida cuando los tres
últimos grados de Aries o los tres grados primeros de Tauro están naciendo, no
será totalmente ni de Aries ni de Tauro, sino una mezcla de las cualidades de los
dos signos.
La naturaleza del “signo saliente” se modifica también por la presencia de
los planetas. El Sol y Marte aumentan la vitalidad si están bien aspectados, pero si
están afligidos inclinan a las fiebres y a los de: órdenes inflamatorios, pero también
favorecen una rápida recuperación y hacen a la naturaleza más alegre y
energética, Júpiter saliendo bien aspectado aumenta la vitalidad, pero inclina a la
corpulencia; si el planeta está afligido hace la circulación más lenta, y de este
modo da una tendencia a los desórdenes de la sangre.
Los reparos anteriores acerca de Júpiter se aplican también a Venus, pero
en un grado más reducido; Saturno saliendo disminuye la vitalidad y favorece las
enfermedades crónicas en la última parte de la vida, pero al mismo tiempo da una
tenacidad tal hacia la vida que aunque la persona en una enfermedad se
encuentre sin esperanzas de salvarse no morirá.
Mercurio, la Luna, Urano y Neptuno hacen al cuerpo de una sensibilidad
nerviosa más delicada que la de la generalidad, utilizable especialmente por los
precursores de la música, pensamiento elevado, ciencia y por los de las artes
eléctricas.
Los planetas colocados en la casa duodécima están considerados como
que pertenecen al Ascendente si están dentro de los seis grados inmediatos; así
también todos los planetas de la casa primera, no importa cuan lejanos del grado
saliente; pero si un signo está interceptado en la casa primera, los planetas allí
colocados no tendrán una influencia tan fuerte en la vida como la del signo que
ocupa la cúspide.

***

del libro "El Mensaje de las Estrellas" de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel

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