humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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viernes, 25 de junio de 2010

JÚPITER, EL PLANETA DE LA BENEVOLENCIA




CAPITULO XIII

JÚPITER, EL PLANETA DE LA BENEVOLENCIA
pág. 143

De cada una de las Jerarquías divinas que han asistido al nacimiento y a la
evolución de la humanidad nos hemos basado para pasar de la nesciencia a la
omnisciencia y desde la impotencia a la omnipotencia en la gran escuela de la
vida.
De los Señores de Venus hemos recibido el don inestimable del amor que
eslabona a la humanidad en las afecciones más tiernas de grados diferentes y
hace la vida bellísima.
De los Señores de Mercurio hemos recibido el regalo no menos valioso de
la mente, la cual nos capacita para la conquista del mundo material y nos
proporciona las grandes comodidades de la vida, pero hay algo más que nos es
necesario.
La chispa divina dentro de nosotros está siempre buscando un algo superior
y a medida que se aumentan las dos cualidades del amor y de la inteligencia,
tanto más fuerte es el impulso interno y hacía arriba, pero esto no puede satisfacer
totalmente si el espíritu no busca elevarse a sí mismo hacia su fuente divina
solamente por medio de la naturaleza del amor expresada por Venus y
culminando en su octava superior, Urano. El fervor religioso entonces se expresa
como una devoción de la naturaleza más sublime, pero aun en esto hay algo que
nos falta. El sentimiento sin el conocimiento es incompleto. Ni tampoco puede el
impulso interno quedar satisfecho si a través del canal mercurial de la inteligencia
intenta elevarse hacia la percepción espiritual de Neptuno, la octava superior dé
Mercurio, porque aunque el intelecto sea tan afilado como una navaja de afeitar no
es digno de tenerse en cuenta cuando está desposeído del amor. Por lo tanto, se
sigue de aquí que solamente por el maridaje del amor y del intelecto puede
nacer la sabiduría.
El conocimiento mercurial en sí mismo, aunque ni es bueno ni malo, puede
ser usado con un propósito u otro. Aun los genios indican también la inclinación de
este conocimiento. Nosotros hablamos de un genio militar, de uno que tiene un
conocimiento maravilloso de la táctica de la guerra, pero un hombre de guerra,
tanto si es un Napoleón como un soldado raso, no puede clasificarse como un
sabio porque asfixia sus sentimientos deliberadamente, de los cuales podemos
tomar como símbolo el corazón. Solamente cuando la facultad mercuriana de la
mente está templada, combinada y equilibrada con la facultad del amor generada
por el rayo de Venus, es cuando la sabiduría nace de tal unión. Y ésta es la
cualidad que el espíritu planetario de Júpiter está buscando para infundirla en la
humanidad, para que pueda elevarse sobre el plano material y cruzar las esferas
superiores.

Por lo tanto, el rayo de Júpiter hace a las personas humanas, honradas,
corteses, refinadas, generosas, temerosas de la ley, religiosas, alegres y
optimistas. La persona verdaderamente característica de Júpiter se la puede
describir muy apropiadamente como un sujeto jovial y es usualmente de estatura
elevada, pero su corazón es demasiado grande para hallar espacio a pesar de la
ancha capacidad de su pecho. Las comisuras de sus labios están siempre
entreabiertas con una sonrisa placentera que puede describir únicamente la
palabra radiante, y su sentimiento bondadoso es tan demostrativo que cuando
choca su mano con la de otro los ligamentos de su brazo están casi distendidos.
Estas personas son de las que son siempre bien recibidas por todo el mundo y
siempre están dispuestas a dar cualquier cosa o a cualquier persona una mano.
Tanto es así que estas personas se sienten realmente agradecidas hacia la
persona que les pide un favor y nunca están tan felices y contentas como cuando
pueden trabajar extraordinariamente para ayudar al prójimo. No son capaces de
herir a un niño y nunca se es ve coléricos por cosas que se refieran a ellos; pero
cuando les mueve la indignación debido a los atropellos inferidos a los demás
puede ser temible su cólera; sin embargo, nunca se manifiestan crueles ni para el
agresor ni para el opresor, sino que tienen indulgencia, misericordia y bondad aun
para éstos en el momento que les han vencido. Tal es el puro nativo de Júpiter;
pero, como es natural, es muy raro encontrarle en el tiempo presente. Sin
embargo, un número creciente de personas está empezando a caminar hacia el
sendero de la sabiduría y a señalar los rasgos jupiterianos.
Se dice que la “oportunidad llama a la puerta de todos los hombres”; sin
embargo, a menudo oímos a personas lamentarse de su desgracia porque ellas
nunca encuentran esa oportunidad. Saturno se ve censurado por nuestras
desgracias cuando hemos empezado a estudiar la astrología, y entonces estamos
tan inclinados a mirar al lado malo que generalmente olvidamos el aspecto bueno
y de este modo perdemos nuestra oportunidad. Saturno emplea treinta años en
atravesar todo el horóscopo para formar aspecto con los otros planetas; pero
Júpiter, la influencia más beneficiosa del sistema solar, lo cruza solamente en
once años, y de este modo las buenas fortunas que él nos pueda traer son por lo
menos tres veces más numerosas que las desgracias que puedan manifestarse
por el aspecto perverso de Saturno.
En efecto, nosotros únicamente podemos alcanzar de los demás lo que
nosotros les demos. Cada uno está rodeado de una atmósfera de su aura sutil, la
cual da color a nuestra visión sobre los otros, y los pensamientos, ideas y
acciones de los demás hacia nosotros. Si nosotros abrigamos villanías o infamias
en nuestro corazón, éstas colorean esta atmósfera de modo que nosotros vemos
en los demás villanías y bajezas dirigidas hacia nosotros, y por esta forma de
pensar nosotros despertamos este rasgo en ellos, del mismo modo que las
vibraciones de un diapasón harán que se manifiesten en otro las vibraciones
siempre que sean de igual nota.
Por otra parte, si nosotros cultivarnos las cualidades benévolas de Júpiter,
su expansiva sonrisa y alegría contagiosa, su cordial actitud mental, etcétera,
nosotros sentiremos pronto la respuesta en nuestro círculo de relaciones y el
aspecto benéfico de Júpiter tendrá entonces un mayor efecto en hacer que
nuestras vidas y nuestro trabajo sean más placenteros.

Júpiter está esencialmente dignificado cuando se encuentra en Piscis, o en
Sagitario, el signo de la aspiración. Está exaltado en Cáncer, la casa de la Luna,
pues el átomo simiente que provee al cuerpo del ego expectante es proyectado
por la Luna en la esfera de Cáncer; pero Júpiter representa la parte espiritual y por
lo tanto, preside el ingreso del ego mismo en el cuerpo. También gobierna la
sangre en la cual el espíritu que mora en el cuerpo encuentra su expresión,
aunque sus actividades se hallan confinadas principalmente a la circulación
arterial. Estimula también la asimilación y el crecimiento, y de ahí que gobierne
también el hígado. (Saturno rige la vejiga de la hiel). Los nativos de Júpiter son
muy amantes de la exhibición y de la ostentación. En sus observancias religiosas
gustan del ceremonial y son parciales hacia las iglesias establecidas, pero a
menudo muestran aversión hacia cualquier “ismo” que no esté sancionado por la
sociedad en forma correcta.
Cuando Júpiter está afligido su influencia hace a la persona enemiga de las
leyes, sensual, indulgente con sus pasiones, glotona, extravagante y sin la
atención debida hacia sus obligaciones; de aquí que se vea expuesta a la pérdida
de la salud, a los disgustos por litigios y a la desgracia social consiguiente. Un
Júpiter afligido hace a la persona de carácter deportivo, amiga de las carreras de
caballos y de toda clase de juegos.

***

del libro "El Mensaje de las Estrellas" de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel

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