CAPÍTULO IX
REZAGADOS Y PRINCIPIANTES (1)
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1 En la edición original en inglés, el título que lleva este capítulo es: Stragglers and Newcomers, que literalmente significa "Rezagados y y recién venidos". El texto esclarecerá el título. (N. del T.)
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Al seguir, en el capítulo anterior, la evolución de la vida, de la consciencia y de la forma - la triple fase de manifestación del espíritu virginal -- que es la vida que, juntándose a la forma, obtiene conciencia por su intermedio, hemos hablado como si solo hubiera una clase de éstos; como si todos los espíritus virginales, sin excepción, hubieran hecho un progreso constante y uniforme.
Hicimos esto en razón de la simplicidad, porque hubo retrasados, como los hay en cualquier gran corporación o compañía.
En la escuela existen todos los años algunos que no pueden adelantar lo necesario para pasar a un grado superior. Y análogamente, en cada período de evolución existen los que se quedan atrás, porque no pueden alcanzar el desarrollo necesario para pasar al próximo grado superior.
Ya en el Período de Saturno hubo algunos que no pudieron alcanzar el desarrollo necesario para pasar al próximo grado. En aquel estado, los Seres Superiores estuvieron trabajando con la vida, que era inconsciente en sí misma, pero cuya inconsciencia no era óbice para el retardamiento de algunos de los espíritus virginales que no eran ni tan flexibles y ni tan adaptables como los demás.
En esa palabra, "Adaptabilidad" , tenemos el gran secreto del retraso o del progreso. Todo adelanto depende de la flexibilidad y adaptabilidad del ser evolucionante, de que sea capaz de acomodarse por sí mismo a las nuevas condiciones o de que se cristalice y estacione, haciéndose incapaz de toda alteración. La adaptación es la cualidad que hace progresar, sea en un grado superior o inferior de la evolución. La falta de ella es causa de retraso para el espíritu y de retrogradación para la forma. Esto se aplica al pasado, al presente y al futuro, y la calificación o descalificación se exacta e impersonalmente, con toda justicia, por la ley de Consecuencia. Nunca ha habido ni habrá una distinción arbitraria entre las "ovejas" y las "cabras".
La obtusa condición receptora de algunos de los seres de Saturno impidió el despertar del espíritu divino en ellos, y, por lo tanto, permanecieron como simples minerales, pues todo lo que tenían era el cuerpo denso en germen.
Así que entonces hubo dos clases o reinos en el Período Solar: la de los rezagados del Período de Saturno, que eran minerales aún, y la de los adelantados del mismo período, quienes eran capaces de recibir el germen del cuerpo vital y hacerse análogos a las plantas.
Además de esos dos reinos, hubo también un tercero, una nueva oleada de vida, que precisamente comenzó su actividad al principio del Período Solar. Esta es la oleada de vida que actualmente anima a los animales.
La materia en la que entró la nueva oleada de vida, junto con los rezagados del Período de Saturno, compusieron el reino mineral del Período de Saturno, compusieron el reino mineral del Período de Saturno. Había , sin embargo, . una gran diferencia entre esas dos clases o subdivisiones del segundo reino. Era posible para los rezagados el dar un "empuje" o hacer un esfuerzo y sobrepasar a los adelantados - que forman actualmente nuestra humanidad --, pero la nueva oleada de vida del Período Solar estaba imposibilitada para hacerlo. Esta alcanzará un estado correspondiente para hacerlo. Esta alcanzará un estado correspondiente al humano, bajo muy diferentes condiciones.
La división entre rezagados y adelantados tuvo lugar en la séptima revolución del Período de Saturno, cuando los Señores de la Llama despertaron el espíritu divino. Entonces se encontró que algunas de las entidades evolucionantes se encontraban en condiciones de cristalización tal, que era imposible despertarlas. Por lo tanto, aquellas se quedaron sin la chispa de espíritu de la que dependería su progreso y se vieron obligadas a permanecer al mismo nivel, siendo incapaces de seguir a las otras en las que se había despertado esa chispa espiritual. Con certeza se afirma que todo lo que somos o todo lo que no somos es el resultado de nuestro propio esfuerzo o de nuestra propia inacción.
Esos rezagados y la oleada de vida recién llegada formaron manchas obscuras en la brillante esfera gaseosa que era el globo más denso del Período Solar, y las manchas solares actuales no son más que un residuo atávico de aquello.
En la sexta revolución del Período Solar, los Querubines despertaron al espíritu de vida, y nuevamente se encontró que algunos que habían pasado felizmente el punto crítico en el Período de Saturno fracasaron en el Período Solar y eran incapaces de tener vivificado el segundo aspecto del espíritu. Y ésta fue una clase de rezagados que cayeron de la cresta de la ola evolutiva.
En la séptima revolución del Período Solar, los Señores de la Llama reaparecieron con objeto de despertar el espíritu divino en los que habían fracasado a fines del Período de Saturno, pero que habían ya alcanzado el punto en el cual podían recibir el impulso espiritual en el Período Solar. Los Señores de la Llama despertaron, también, el germen del espíritu divino en tantas entidades de la nueva oleada de vida como había capaces de ello, pero aquí también hubo rezagados.
Así que al principio del Período Lunar existían las siguientes clases:
1] Los Adelantados que habían pasado con éxito a través de los Períodos de Saturno y Solar. Tenían cuerpos denso y vital, y también espíritus de vida y divino, germinalmente activos.
2] Los Rezagados del Período Solar , quienes tenían cuerpos denso y vital, y también espíritu divino, pero todos en germen.
3] Los Rezagados del Período de Saturno, que fueron promovidos en la séptima revolución del Período Solar. Poseían el germen del cuerpo denso y del espíritu divino.
4] Los Adelantados de la nueva oleada de vida, que tenían los mismos vehículos que los de la clase 3, pero que pertenecen a un esquema de evolución diferente al nuestro..
5] Los Rezagados de la nueva oleada de vida, que tenían solamente el germen para el cuerpo denso.
6] Una nueva oleada de vida que comenzó su evolución al principio del Período Lunar, que es la vida que anima a las plantas actualmente.
Es necesario recordar que la Naturaleza camina muy despacio y no efectúa cambios súbitos en las formas. Para la Naturaleza, el tiempo nada significa, sino que el alcance de la perfección lo significa todo. Un mineral no evoluciona a planta de un salto, sino por grados casi imperceptibles. Una planta no se convierte en animal en una noche. Millones de años son necesarios para producir el cambio. Así que en todo tiempo podremos encontrar toda clase de estados y gradaciones en la Naturaleza. La escala del Ser se eleva sin discontinuidad, desde el protoplasma hasta Dios.
Por lo tanto, nosotros tenemos que tratar, no con seis reinos diferentes correspondientes a las seis clases que entraron en la arena de la evolución al principiar el Período Lunar, sino con tres reinos únicamente: mineral, vegetal y animal.
La clase mas inferior del periodo Lunar compuso la nueva corriente que comenzó allí su evolución. Formo la parte mineral más dura, si bien debe quedar muy entendido que no era, en manera alguna, tan dura como lo son nuestros minerales actuales, sino que su densidad era análoga a la de nuestra madera presente esta afirmación no contradice las anteriores que describían a la Luna como acuosa, ni esta en conflicto tampoco con el diagrama 8, que muestra al globo más denso del Período Lunar situado en la región Etérica y que era etérico. Como se indicó anteriormente, el que el sendero de la evolución sea en espiral, impide que se sucedan condiciones idénticas. Habrá analogías o similaridades, pero nunca se reproducirán condiciones o estados idénticos. No siempre es posible describir éstos en términos exactos. El término más apropiado es el que empleamos para sugerir la verdadera idea de los estados o condiciones existentes en la época que estamos considerando.
La clase 5 de nuestra lista era casi mineral, si bien debido a que habían pasado más allá del mineral durante el Período Solar, poseía algunas características vegetales.
La clase 4 era casi vegetal y continuaron evolucionando como plantas hasta antes de la terminación del Período Lunar. Estaba aliada, sin embargo, más al reino mineral que las dos clases inmediatas que formaban el reino superior. Podemos, por lo tanto, agrupar las clases 4 y 5 juntas, como formando un grado intermedio, un reino "vegetal-mineral", que formaba la superficie del antiguo planeta del Período Lunar. Era algo semejante a la turba, que es también un estado intermedio entre el vegetal y el mineral. Era muy húmedo, lo que concuerda con la afirmación ya hecha de que el Período Lunar era vaporoso o acuoso.
De manera que la cuarta, quinta y sexta clases componían las diversas gradaciones del reino mineral en el Período Lunar, estando la más elevada próxima al vegetal y la inferior al mineral más denso de aquel entonces.
Las clases 2 y 3 formaban el reino vegetal, y si bien eran realmente algo más que plantas, no eran del todo animales. Crecían sobre el suelo mineral- vegetal; eran estacionarias, como las plantas; pero no hubieran podido crecer ni desarrollarse sobre un terreno puramente mineral, como lo hacen nuestras plantas actuales. Un buen ejemplo de esto lo podemos encontrar en las plantas parasitarias, que no pueden desarrollarse sobre un terreno puramente mineral, sino que buscan su alimento ya especializado en un arbusto o árbol.
La clase 1 estaba compuesta por los adelantados de las oleadas de vida de espíritus virginales. En el Período Lunar estaban pasando una especie de existencia análoga a la animal. Pero eran parecidos a los animales de nuestros tiempos únicamente porque tenían los mismos vehículos y porque estaban bajo el gobierno de un espíritu-grupo que comprendía a toda la familia humana. En apariencia eran muy diferentes de nuestros animales actuales, según se vio por la descripción que parcialmente dimos en el capítulo anterior: No hollaban la superficie del planeta, sino que flotaban suspendidos por una especie de cordones umbilicales. En vez de pulmones tenían unas como branquias, por medio de las cuales respiraban el vapor caliente de la neblina ígnea. Esos rasgos de la existencia lunar se están recapitulando todavía, durante el período de gestación, por el embrión en desarrollo. En cierto punto de su desarrollo tiene branquias. Los seres lunares de ese tiempo tenían también la espina dorsal horizontal de los animales.
Durante el Período Lunar se sucedieron varias divisiones más de clases que en los períodos precedentes, porque también hubo, por supuesto, rezagados que fracasaron en mantenerse a la vanguardia de la ola evolutiva. Resultado de ello fue que al principiar el Período Terrestre había 5 clases, conteniendo algunas de ellas varias divisiones, como lo muestra el diagrama 10. Esas divisiones se sucedieron en las épocas y por las razones siguientes:
A mediados de la quinta revolución del Período Lunar , cuando los Serafines dieron el germen del espíritu humano a los adelantados que estaban preparados para seguir adelante, se encontró que a algunos les faltaba algo y, por lo tanto, no podían recibir todavía el impulso espiritual que despertara en ellos al triple espíritu.
En la sexta revolución del Período Lunar, los Querubines reaparecieron y vivificaron al espíritu de vida de aquellos que habían quedado atrás en el Período Solar, pero que desde entonces habían alcanzado el grado de desarrollo necesario para ello (la clase 2 de nuestra lista anterior), y también lo vivificaron en aquellos rezagados del Período Solar que no habían desarrollado el cuerpo vital durante su existencia vegetal en el Período Lunar. Estos últimos son los de la clase 3 de dicha lista.
La clase 4 de esta lista, había estado atravesando un grado inferior de existencia vegetal; sin embargo, la mayoría de ellos había desarrollado el cuerpo vital lo suficiente como para permitir el despertar del espíritu de vida.
Así que los tres últimos poseían todos los mismos vehículos al principio del Período Terrestre, aunque únicamente los dos primeros (clases 3 a y 3 b del diagrama 10) pertenecen a nuestra oleada de vida, y tienen la posibilidad aún de sobrepasarnos si pasan el punto crítico que tendrá lugar en la próxima revolución del Período Terrestre. Los que no puedan pasar ese punto quedarán reservados hasta que alguna evolución futura llegue al grado en el que puedan unirse a ella y proseguir su desarrollo en un nuevo período humano. Serán excluidos y no podrán seguir con nuestra humanidad porque ésta se habrá desarrollado dejándolos tan lejos, que serían una verdadera traba para el progreso nuestro si tuviéramos que remolcarlos. No serían destruidos, en manera alguna, sino que quedarán a la espera de otro período evolutivo.
El progreso con nuestra oleada evolutiva actual, es lo que quiere significarse cuando se habla de "salvación" en la religión cristiana; y esa salvación debe procurarse con toda diligencia, porque aunque la "condenación eterna" de los que no se salven no significa ni destrucción ni sufrimiento sin fin, es sin embargo, algo muy serio el encontrarse en un estado de inercia durante inconcebibles millares de años, antes de que una nueva evolución haya llegado al estado en el que los que aquí fracasaron puedan unírsele y proseguir su tarea. El espíritu no es consciente de ese lapso, pero no por eso es una pérdida menos seria, porque se tendrá un sentimiento inexplicable de incomunidad, de no estar en su hogar cuando dichos espíritus se encuentran por último en una evolución nueva.
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Diagrama 10: Clases de seres (oleadas de vida) al comenzar el Período Terrestre
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En lo que concierne a nuestra humanidad actual, tal posibilidad es tan pequeña, que es casi desatendible. Sin embargo, se dice que del número total de espíritus virginales que comenzaron la evolución en el Período de Saturno, únicamente las tres quintas partes pasarán el punto crítico de la próxima revolución y continuará hasta el fin.
La mayor aprensión que tienen los ocultistas es el materialismo, que si se lleva demasiado lejos, no solo impedirá todo progreso, sino que llegará hasta destruir los siete vehículos del espíritu virginal, dejándolo completamente desnudo. El que se encuentre en un caso semejante tendrá que comenzar nuevamente la evolución desde el principio. Toda obra que haya efectuado desde el principio del Período de Saturno, la habrá perdido por completo. Por tales razones el período presente es para nuestra humanidad el más crítico de todos. En consecuencia, los ocultistas nos hablan de las dieciséis razas, de las que la germano-anglosajona es una de ellas, como de las "dieciséis posibilidades de destrucción". Pueda el lector pasarlas todas porque ello es mucho peor que el retardarse en la revolución próxima.
Hablando en general, la clase 5 de la lista anterior obtuvo el germen del espíritu divino en la séptima revolución, cuando reaparecieron los Señores de la Llama. Por lo tanto, eran los adelantados o precursores de la última oleada de vida que entró en la evolución al principio del Período Lunar. Allí pasaron su existencia mineral. Los rezagados de esa oleada de vida quedaron, pues, únicamente con el germen del cuerpo denso.
Además de las nombradas, hubo también una nueva oleada de vida (el reino mineral actual) que entró en la evolución al principio del período Terrestre.
Al final del Período Lunar, esas clases poseían los vehículos indicados en el diagrama 10, y con ellos partieron al principio del Período Terrestre. Durante el tiempo transcurrido desde aquel entonces, el reino humano ha estado desenvolviendo el eslabón de la mente, y ha desarrollado, en consecuencia, la plena conciencia de vigilia. Los animales han obtenido un cuerpo de deseos; las plantas un cuerpo vital; los rezagados de la oleada de vida que comenzó su evolución en el Período Lunar han escapado a la dura y pesada condición pétrea, y ahora sus cuerpos densos los componen nuestras tierras blandas y suaves; en tanto que la oleada de vida que comenzó su evolución aquí, en el Período Terrestre, forma las rocas y piedras duras.
En esta forma han adquirido las diferentes clases los vehículos indicados para ellos en el diagrama 3, al que remitimos nuevamente al lector.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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