humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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miércoles, 22 de febrero de 2012

LA REVOLUCIÓN LUNAR DEL PERIODO TERRESTRE


LA REVOLUCIÓN LUNAR DEL PERIODO TERRESTRE


En él se recapituló el Período Lunar y muchas de sus condiciones prevalecen (aunque en grado superior) como las obtenidas en el globo D de aquel período. Hubo la misma neblina ígnea como atmósfera; el mismo centro ardiente; la misma división del globo en dos partes, con objeto de permitir que los seres más altamente evolucionados tuvieran una oportunidad para progresar al paso y calidad apropiados, que seres como nuestra humanidad no hubieran podido igualar.


En esa revolución los Arcángeles (la humanidad del Período Solar) y los Señores de la Forma se hicieron cargo de la reconstrucción del cuerpo de deseos, pero no hicieron solos ese trabajo. Cuando se verificó la separación del Globo en dos partes, hubo una división semejante en los cuerpos de deseos de algunos de los seres evolucionantes. Hemos ya indicado que cuando tuvo lugar esta división, la forma estaba pronta para convertirse en vehículo de un espíritu interno, y con objeto de llevar más adelante este propósito, los Señores de la Mente (la humanidad del Período de Saturno) tomaron posesión de la parte más elevada del cuerpo de deseos e implementaron en él el yo individual, sin el cual el hombre actual, con todas sus gloriosas posibilidades, no hubiera podido existir. 


Así que en la última parte de la Revolución Lunar, el primer germen de la personalidad individual quedó implantado en la parte superior del cuerpo de deseos por los Señores de la Mente. 


Los Arcángeles continuaron obrando sobre la parte inferior del cuerpo de deseos, dándole los deseos puramente animales. Fueron ellos también los que trabajaron sobre el cuerpo de deseos cuando no había división alguna sobre él. Algunos de esos Arcángeles se convirtieron en los vehículos del espíritu-grupo animal, que trabajan en ellos desde fuera, y nunca penetran del todo dentro de las formas animales, como el espíritu individual lo hace dentro del cuerpo humano. 


Durante el Período Terrestre se reconstruyó el cuerpo de deseos con objeto de hacerlo capaz de quedar interpenetrado por la mente germinal, cosa que se efectuó en todos aquellos cuerpos de deseos que admitían la división ya mencionada. Como se explicó ya anteriormente, el cuerpo de deseos es un ovoide inorganizado que tiene el cuerpo denso en su centro como una mancha oscura, así como la clara del huevo rodea a la yema. Hay cierto número de centros sensoriales (perceptores) que han ido apareciendo desde el principio del Período Terrestre. En el hombre ordinario esos centros parecen remolinos en una corriente, y no están despertados, y, por consiguiente, su cuerpo de deseos no tiene utilidad alguna para él como vehículo independiente o separado de conciencia; pero cuando esos órganos sensoriales (perceptores) se despiertan, entonces brillan como vórtices en rapidísima rotación.

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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