Los Mundos
Podemos emplear un buen ejemplo para ilustrar la construcción de un Cosmos. Supongamos un hombre que desea hacer una casa para habitarla. En primer término elegirá un sitio apropiado, y entonces procederá a construir la casa, dividiéndola en varias habitaciones destinadas a ciertos propósitos. Hace una cocina, un comedor, dormitorios y curto de baño, y las arregla de manera que sirvan para el objeto a que están destinadas.
Cuando Dios desea crear, busca un sitio apropiado en el espacio, el que llena con su propia aura, compenetrando cada átomo de la Substancia-Raíz Cósmica de esa porción particular de espacio con Su vida, despertando de esa manera las actividades latentes en cada átomo indivisible.
Esta Substancia-Raíz Cósmica es una expresión del polo negativo del Espíritu Universal, mientras que el Gran Ser Creador que llamamos Dios (de quien, como espíritus, formamos parte) es una expresión de la energía positiva del mismo Espíritu Universal Absoluto. Todo cuanto vemos en torno nuestro en el Mundo Físico es el resultado de la acción mutua de esos dos polos. Los océanos, la tierra, todo cuanto vemos manifestándose como formas minerales, vegetales, animales y humanas, son espacio cristalizado, emanados de esa Substancia Espiritual negativa, que es lo que únicamente existía en la aurora del Nuevo Día de Manifestación. Tan seguramente como la concha dura y silícea del caracol son los jugos solidificados de su blando cuerpo, así también todas las formas son cristalizaciones en torno al polo negativo del Espíritu.
Dios extrae de la Substancia-Raíz Cósmica su esfera inmediata, y de esta manera la substancia comprendida dentro del Cosmos naciente se hace más densa que la que está en el Espacio Universal entre Sistemas Solares.
Cuando Dios ha preparado así el material para su Habitación, lo pone en orden. Cada parte del sistema queda compenetrado por su Conciencia, pero con una modificación diferente de esa conciencia en cada parte o división.
La Substancia-Raíz Cósmica es puesta en vibración a diversos grados de intensidad y, por lo tanto, está diferentemente constituida en las distintas divisiones o regiones.
Lo que antecede sirve para enseñarnos la forma en la que los Mundos vienen a la existencia y su ajuste para servir a los diferentes propósitos de la evolución, exactamente lo mismo que cuando arreglamos una casa para que se adapte a las necesidades de nuestra vida física diaria.
Hemos visto ya que hay siete Mundos. Estos Mundos tienen cada uno una medida" y clase diferente de vibración. En el más denso, en el Físico, la intensidad vibratoria (incluso las ondas luminosas que vibran centenares de millones de veces por segundo), es, sin embargo, infinitesimal cuando se compara con la rapidísima vibración del Mundo del Deseo, que es el más próximo al Físico... Para poder concebir algo acerca de la rapidez vibratoria, quizá lo más fácil es observar las vibraciones calóricas que surgen de una estufa muy caliente o de un radiador de vapor que esté próximo a una ventana.
Debe recordarse constantemente que estos Mundos no están separados por el espacio o la distancia, como lo está la Tierra de los demás planetas. Estos mundos son estados de materia, de distinta densidad y vibración, como lo son los sólidos, líquidos y gases de nuestro Mundo Físico. Estos mundos no son creados instantáneamente al principio de un Día de Manifestación, ni duran hasta el fin, sino que así como la araña construye su tela hilo por hilo, así también Dios va diferenciando un mundo tras otro dentro de Sí Mismo, conforme a las necesidades van exigiendo nuevas condiciones en el plan de evolución en el que El está ocupado. En esta forma se han ido diferenciando gradualmente los siete Mundos hasta el estado en que actualmente están. Los Mundos superiores son creados primeramente, y como la involución tiene por objeto el infundir la vida en materia de creciente densidad para la construcción de las formas, los Mundos sutiles se van condensando gradualmente y se van diferenciando otros nuevos dentro de Dios, para suministrar los eslabones necesarios entre El mismo y los mundos que se han consolidado. A su debido tiempo se alcanza el punto de su mayor densidad, el nadir de la materialidad. Desde ese punto comienza entonces la vida a ascender hacia los mundos superiores en el transcurso evolutivo. La evolución va dejando despoblados los mundos más densos uno por uno. Cuando un Mundo ha realizado el objeto para el que fue creado, Dios termina su existencia que ya era superflua, cesando en él la actividad particular que lo trajo a la existencia y lo sustentó en ella.
Los Mundos Superiores (más sutiles, finos y etéreos) son los que se crean primero y los últimos que se eliminan, mientras que los tres mundos más densos, en los que se efectúa nuestra actual fase de evolución, son, comparativamente hablando, fenómenos fugaces, simples incidentes de la inmersión del Espíritu en la materia.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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