humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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Cristo Salvador

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miércoles, 1 de febrero de 2012

RENACIMIENTO Y LEY DE CONSECUENCIA




CAPÍTULO IV 

 RENACIMIENTO Y LEY DE CONSECUENCIA


Únicamente tres teorías de valor se han emitido para resolver el enigma de la vida y de la muerte.

En el capítulo anterior hemos explicado una de esas teorías hasta cierto punto: la del Renacimiento, junto con su compañera, la ley de Consecuencia. No está fuera de lugar el comparar la teoría del Renacimiento con las otras dos teorías emitidas, con objeto de buscar su relativo fundamento. Para el ocultista no puede haber cuestión. El no dice que "cree" en ello, salvo en el sentido en que nosotros decimos que "creemos" en que el capullo se abre, o que el agua del río fluye, o que creemos en la operación de cualquier otra cosa del mundo material de las que se van y vienen continuamente ante nosotros. No decimos de esas cosas que "creemos"; simplemente afirmamos que "conocemos" porque las vemos. Así también el ocultista puede decir que "yo se" respecto al Renacimiento, la Ley de consecuencia y sus corolarios. El ve al Ego y puede señalar su sendero desde que ha dejado su cuerpo denso hasta que reaparece en la Tierra naciendo de nuevo. Por tanto él no necesita "creer". Para satisfacción de los demás, sin embargo, es conveniente examinar esas tres teorías sobre la vida y la muerte con el objeto de arribar a una conclusión razonable.

Cualquier gran ley de la naturaleza debe estar necesariamente en armonía con todas las demás leyes suyas. Por lo tanto, será conveniente para el investigador examinar esas teorías en su relación con lo que se admite por todos como "leyes reconocidas de la Naturaleza", observadas en esa parte del Universo que nos es más familiar. Con este objeto indicaremos primeramente esas tres teorías.

1. La Teoría Materialista sostiene que la vida es un viaje de la cuna a la tumba; que la mente es el resultado de ciertas correlaciones de la materia; que el hombre es la más elevada inteligencia del Cosmos; y que su inteligencia perece cuando el cuerpo se desintegra después de la muerte. 



2. La Teoría Teológica afirma que a cada nacimiento un alma recién creada por las manos de Dios entra en la arena de la vida, pasando a un estado invisible, a través del nacimiento, a esta existencia visible; que al fin del corto período de la vida en el mundo material pasa, a través de las puertas de la muerte, al invisible más allá, de donde no vuelve más; que su felicidad o desdicha quedará determinada por toda la eternidad por las obras que haya hecho durante el infinitesimal período comprendido entre el nacimiento y la muerte. 



3. La Teoría del Renacimiento enseña que cada alma es una parte integrante de Dios, y que está desarrollando todas las posibilidades divinas, así como la semilla desarrolla una planta; que por medio de existencias repetidas en un cuerpo terrestre, que va mejorando la calidad gradualmente, esas posibilidades latentes se van desarrollando en poderes dinámicos; que nadie se pierde por este proceso, pues toda la humanidad alcanzará la meta de la perfección y la reunión con Dios. 



La primera de estas teorías es monística. Trata de explicar todos los hechos de la existencia como un proceso del mundo material. Las otras dos teorías son dualísticas, esto es, que atribuyen ciertos hechos y fases de la existencia a estados suprafísicos e invisibles , si bien difieren grandemente en otros puntos. 



Comparando la teoría materialista con las leyes conocidas del Universo, encontramos que la continuidad de la fuerza está tan bien establecida, como la continuidad de la materia, y ambas están más allá de toda necesidad de dilucidación. 
También sabemos que la fuerza y la materia son inseparables en el Mundo Físico. Esto es contrario a la teoría materialista que sostiene que la mente perece al ocurrir la muerte. Si nada puede ser destruido, debe incluirse también a la mente. Además , sabemos que la mente es superior a la materia, puesto que modifica el rostro, convirtiéndolo en un espejo de la mentalidad. Hemos descubierto además que las partículas de nuestros cuerpos cambian constantemente; que por lo menos cada siete años cambia cada átomo de los que se componen aquellos. Si la teoría materialista fuera cierta, la conciencia debiera sufrir también un cambio completo, sin conservar memoria de lo anterior, así que en cualquier tiempo ningún hombre podría recordar más que los sucesos habidos en los últimos siete años. Y así sabemos que no es ése el caso. Recordamos los sucesos de nuestra infancia. Muchos incidentes triviales, completamente olvidados en la consciencia ordinaria, se han recordado distinta y claramente de nuevo por personas que han estado a punto de perecer ahogadas y que luego han relatado esa experiencia. Experiencias similares en estado de trance son también muy comunes. El materialismo no puede explicar estas fases de sub y supraconsciencia. Las ignora sencillamente. En el grado actual de investigación científica en el que los hombres de ciencia han establecido más allá de toda duda la existencia de estos fenómenos, tratar de ignorarlos es un serio inconveniente para poder resolver el grandioso problema de la vida, la Vida misma. 



Podemos, pues, pasar tranquilos de la teoría materialista a la próxima teoría, en el orden expuesto, por ser la primera completamente inadecuada para resolver el misterio de la vida y de la muerte. 



Una de las más grandes objeciones que se le hacen a la doctrina teológica ortodoxa, tal como se expone, es su completa y evidente injusticia. De las miríadas de almas que han sido creadas y que han habitado este globo desde su principio, aún suponiendo que ese principio no sea anterior a seis mil años, el número que se salvaría es insignificante: !¡ciento cuarenta y cuatro mil!" (1) El resto está destinado a ser torturado para siempre. El mal tiene siempre la mejor parte. Y uno puede decir con Buda : "si Dios permite tales miserias no puede ser bueno, y si El no tiene el poder de impedirlas, no puede ser Dios". 



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(1) La refutación ce la doctrina de la salvación de 144.000 almas no es correcta, toda vez que como se indica en el Cap. XVIII de esta misma obra, el Nø 144.000 (1 - 4- 4 - 4 - 000 = 9) es el número de la humanidad, y significa que prácticamente se salvará ésta en su totalidad. No obstante, creemos que fácilmente puede refutarse la Teoría Teológica, por no ser razonables ni misericordiosas algunas de sus afirmaciones. (N. del T.)
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No hay nada en la Naturaleza análogo a tal método de creación con objeto de que pueda destruirse a continuación. Se dice que Dios desea que TODOS se salven y que no le agrada la destrucción de ninguno, habiendo dado por su salvación a "Su único Hijo", y, sin embargo, ese "glorioso plan de salvación" falla por su base.

Si un vapor trasatlántico, llevando a bordo dos mil pasajeros, enviara un cablegrama diciendo que se está hundiendo en un banco de arena, ¿ se consideraría un "plan" glorioso de salvación el que se enviara en su socorro un pequeño bote automóvil capaz de salvar únicamente a dos o tres personas? Ciertamente que no. Sería más bien denunciado como un "plan de destrucción" el no enviar los socorros necesarios para salvar por lo menos a la mayoría de los pasajeros en peligro.



Pero el plan de salvación de los teólogos es mucho pero que eso, porque dos o tres sobre dos mil es una proporción intensamente mayor que el plan teológico de salvar únicamente 144.000 entre todas las miríadas de almas creadas. Podemos , pues, desechar también esa teoría como falsa, porque es irrazonable. Si Dios es omnisciente tendría un plan mejor y más eficaz. El teólogo dice que Dios es omnisciente y que la teoría expuesta es cierta. Pero las enseñanzas de la Biblia son muy diferentes, como veremos más tarde. 



Consideraremos ahora la teoría del Renacimiento, que postula la doctrina de un lento desarrollo, efectuado persistentemente por medio de repetidas encarnaciones en formas de creciente eficiencia, por cuyo intermedio llegará un tiempo en el que todos alcanzarán la cumbre del esplendor espiritual, inconcebible para nosotros al presente. No hay nada irrazonable ni difícil de aceptar en tal teoría. Conforme miramos en torno nuestro, observamos esa lucha de la naturaleza por alcanzar la perfección, lenta pero persistentemente. No encontramos ningún proceso de creación súbita o destrucción, tal como postula el teólogo, y en cambio encontramos por doquier a la "Evolución". 



La Evolución es la "historia del progreso del Espíritu en el Tiempo." En todas partes, conforme miramos los variados fenómenos del Universo, vemos que el sendero evolutivo es una espiral. Cada vuelta de la espiral es un ciclo. Cada ciclo se sumerge en el próximo, y las espirales son continuas, siendo cada ciclo el producto mejorado del precedente y el creador de los más desarrollados estados que le siguen. 



Una linea recta no es sino la extensión de un punto. Ocupa una sola dimensión en el espacio. La teoría materialista y la teológica serían semejantes a esa linea. El materialista dice que la linea de la vida parte en el nacimiento y que la hora de la muerte la termina. El teólogo comienza su linea son la creación del alma inmediatamente al nacimiento. Después de la muerte el alma vive indefinidamente, estando su destino determinado por lo que sembró en el corto periodo de unos cuantos años. No puede volver atrás para corregir los errores. La línea sigue siempre recta, implicando una cantidad limitada de experiencia, y no habiendo elevación alguna para el alma después de la muerte.



El progreso natural no sigue una línea recta como implican esas teorías; ni siquiera un camino circular , porque eso significaría dar vueltas continuamente sin llegar nunca al fin. , que sería lo mismo que emplear solo dos dimensiones del espacio. Todas las cosas se mueven en ciclos progresivos de manera que puedan gozar de todas las ventajas y de todas las oportunidades de desarrollo que el universo de tres dimensiones pueda ofrecerles, siendo necesario que la vía evolucionante tome el sendero de tres dimensiones: la espiral que siempre va adelante y hacia arriba. 



Bien sea que miremos la más modesta plantita de nuestro jardín, o que examinemos uno de los gigantescos árboles de California, con sus treinta pies de diámetro en el tronco, es siempre lo mismo; cada rama, tallo u hoja se verá que brota siguiendo una espiral simple o doble, o en pares opuestos, que equilibra el uno al otro, análogo al flujo y reflujo, al día y a la noche, a la vida y a la muerte y otras actividades alternativas de la Naturaleza. 



Examinemos el arco del cielo y obsérvese la inmensa nebulosa o el sendero de nuestro Sistema Solar; por todas partes el ojo ve la espiral. En la primavera la Tierra sacude su manto blanco y despierta de su período de descanso, el sueño invernal. Todas las actividades tienen por objeto el producir nueva vida por doquier. El tiempo pasa. El trigo y las uvas maduran y se recogen. De nuevo el activo verano sigue al silencio y reposo del invierno. Nuevamente el manto blanco de nieve envuelve a la Tierra. Pero su sueño no es para siempre; de nuevo volverá a despertarse al oír el canto de la primavera, que marcará para ella un pequeño progreso más en el sendero del tiempo. 



Y así sucede con el Sol. Se levanta en la mañana de cada día, pero cada mañana ha progresado o adelantado más en su jornada anual. 



Por todas partes se encuentra la espiral: ¡hacia arriba y adelante , para siempre! 



¿Sería posible que esta ley, tan universal en todos los otros reinos, no rigiera también en la vida humana? ¿Debería despertar la Tierra cada año de su sueño invernal; debería el árbol y la flor vivir de nuevo y el hombre morir para siempre? ¡No puede ser! La misma ley que despierta la vida en la planta para que crezca de nuevo, trae al hombre para que adquiera nuevas experiencias y progrese más hacia la meta de la perfección. Por lo tanto la teoría del Renacimiento, que afirma la encarnación repetida en vehículos de creciente perfección, está de perfecto acuerdo con la evolución y los fenómenos de la Naturaleza, con la que no están de acuerdo las otras dos teorías. 



Mirando la vida desde el punto de vista ético, encontramos que la ley del Renacimiento junto con la de Consecuencia, su compañera, es la única teoría que satisface la justicia y está en armonía con los hechos de la vida que vemos en torno nuestro. 



No es fácil comprender para la mente lógica, cómo un Dios "justo y amante" puede exigir las mismas virtudes de los millares de seres que El mismo ha "colocado bajo diferentes circunstancias" sin regla ni plan alguno aparente, porque sí, de acuerdo con su capricho. Uno vive lujosamente; el otro tiene que roer su pobre mendrugo. El uno posee una buena educación moral y un ambiente de elevados ideales; el otro es colocado en un ambiente mezquino y enseñado a mentir y a engañar, y cuanto más bien lo hace más éxito tiene. ¿Es justo exigir de ambos lo mismo? ¿Es justo recompensar al uno por vivir honestamente cuando ha sido colocado en un ambiente tal que es sumamente difícil que peque, o castigar al otro que se encuentra tan constreñido que apenas puede tener idea de lo que constituye la verdadera moralidad? Seguramente no. Es más lógico que nosotros hayamos interpretado mal la Biblia, que imputar a Dios tan monstruoso proceder. 



Es inútil decir que no debemos investigar los misterios de Dios; que están más allá de todo nuestro entendimiento. Las desigualdades de la vida pueden ser explicadas satisfactoriamente por medio de las leyes del Renacimiento y de Consecuencia, que armonizan perfectamente con nuestra concepción de un Dios justo y amante, tal como dijo Cristo mismo. 



Además, mediante esas leyes, vemos que podemos emanciparnos de nuestra poco deseable condición actual, y adquirir determinado grado de desarrollo por muy imperfectos que actualmente seamos. 



Lo que somos, lo que tenemos, todas nuestras buenas cualidades, son el resultado de nuestras propias acciones. Lo que nos falta física, moral o mentalmente puede ser nuestro en el futuro. 



Así como no podemos más que volver a vivir todas las mañanas, después del sueño de la noche precedente, así también por nuestras obras en las vidas anteriores hemos creado las condiciones de nuestras futuras vidas. En vez de lamentarnos de la falta de ésta o de aquella facultad que deseamos, debemos poner los medios para adquirirla. 



Si un niño toca con toda facilidad un instrumento musical sin mayor esfuerzo aparente, mientras que otro a pesar del persistente esfuerzo toca con dificultad, esto muestra sencillamente que el primero empleó sus esfuerzos en alguna vida anterior y por lo tanto posee esa virtud en la música, mientras que los esfuerzos del otro comienzan ahora en esta vida, y por consiguiente tiene que esforzarse mucho más. Pero si el último persiste, podrá, aún en su vida presente, llegar hasta ser superior al primero, a menos que éste continúe ejercitándose y perfeccionándose. 



El hecho de que no recordemos los esfuerzos destinados a adquirir una facultad por medio de un trabajo tenaz, no tiene valor; no puede alterar nada el hecho, porque la facultad permanece con nosotros. 



El genio es la marca de toda alma avanzada , la que por medio de esforzado trabajo en muchas de sus vidas anteriores, se ha desarrollado en alguna dirección mucho más allá que el término medio de la raza. El genio es un vislumbre del grado de adelanto que poseerá por término medio la Raza venidera. Esto no puede explicarse por la herencia que sólo tiene que ver en parte con el cuerpo denso y no con las cualidades del alma. Si el genio pudiera ser explicado por la herencia, ¿ por qué no hay una larga línea mecánica de antecesores previos a Thomás Edison, siendo cada uno de ellos más capaz que su predecesor?, ¿ por qué no se propaga el genio a sí mismo?, ¿ por qué no es Sigfried el hijo, más grande que Ricardo Wagner el padre? 



En los casos en que la expresión del genio depende de la posesión de órganos especialmente construidos, que requieran edades de desarrollo, el Ego encarna naturalmente en una familia de Egos que hayan trabajado durante generaciones enteras para construir un organismo semejante. Esta es la razón de por qué veintinueve músicos, más o menos geniales, encarnaron en la familia de Bach durante un período de doscientos cincuenta años. Que el genio es una expresión del alma y no del cuerpo queda demostrado por el hecho de que la personalidad de Juan Sebastián Bach no fue el florecimiento de la perfección creciente de sus antecesores, porque el talento de aquel estaba muy por encima, no solo de sus antecesores, sino del de sus sucesores. 



El cuerpo es simplemente el instrumento cuyo trabajo depende del Ego que lo guíe, así como la calidad de una melodía depende del sentimiento del músico, ayudado por el timbre o temple de su instrumento. Un buen músico no puede expresarse plenamente en un pobre instrumento, y aún más, sobre el mismo instrumento no todos los músicos pueden tocar igual. El que un Ego encarne como hijo de un gran músico no implica necesariamente que deba ser un genio mayor que su padre, como debería ser forzosamente si la herencia física fuera la que produjera el genio, en vez del alma. 



La "Ley de Atracción" explica de una manera completamente satisfactoria los hechos que atribuimos a la herencia. Sabemos sobradamente que las personas de gustos análogos se buscan. Si sabemos que un amigo nuestro vive en cierta ciudad, pero ignoramos su dirección, nos servirá de gran auxilio en nuestros esfuerzos para encontrarle, la ley de asociación. Si aquel es músico, es muy probable encontrarlo en los sitios donde se reúnan los músicos; si es estudiante, deberemos investigar en las librerías, bibliotecas o salas de lectura, y si es un deportista, lo encontraremos probablemente en el hipódromo, campo de polo o estadios. No es probable que el estudiante o el músico frecuenten los lugares mencionados en el último término,, y también se puede afirmar que nuestra busca por el deportista tendría poco éxito si la hiciéramos en las librerías o en un concierto clásico. 



Y de parecida manera, el Ego gravita ordinariamente en torno de las asociaciones que congenian con él. Está impelido a ello por una de las fuerzas del Mundo del Deseo : la Fuerza de Atracción. 



Puede hacerse la objeción de que hay algunas personas de gustos completamente opuestos, y aún enemigos, en la misma familia, y que si la ley de Atracción es la que gobierna, ¿ por qué los atrajo a ambos allí? 



La explicación de tales casos es que durante la vida o vidas terrestres del Ego, éste ha entablado relaciones con numerosas personas. Estas relaciones pudieron haber sido agradables o no, implicando en un caso obligaciones que no se liquidaron entonces y en el otro injurias y odio contra el agraviado. La ley de Consecuencia exige un ajuste exacto de cuentas. La muerte "no lo paga todo"; así como por mudarnos a otra ciudad no liquidamos nuestras deudas monetarias. El día llegará en que los dos enemigos deban encontrarse de nuevo. El antiguo odio los ha llevado a ambos a la misma familia, porque el propósito de Dios es que nos amemos los unos a los otros; por lo tanto el odio debe transformarse en amor, y aunque se necesiten muchas vidas de luchas, llegará un momento en el que aprenderán la lección y se harán amigos mutuos en vez de enemigos. En tales casos el interés que se tienen mutuamente pone en actividad a la fuerza de Atracción, la que los junta. Si hubieran sido indiferentes uno al otro nunca se hubieran encontrado asociados. Así que las dos leyes , del Renacimiento y de Consecuencia, resuelven en forma razonable todos los problemas de la vida humana conforme el hombre avanza hacia su próximo estado: el super hombre. El rumbo que sigue el progreso humano es hacia arriba y adelante siempre, dice esta teoría; no como algunos creen, que han confundido la doctrina del Renacimiento con las disparatadas enseñanzas de algunas tribus indias que creen que el hombre se reencarna en los animales o vegetales. Eso sería una retrogradación. Ni en la Naturaleza ni en los libros sagrados de la India se puede encontrar nada que sostenga semejante doctrina. En uno ( uno solo) de los libros religiosos indios se toca ese punto. En el Kathopanishad (capítulo V, vers. 9), se dice : "Algunos hombres, de acuerdo con sus deudas (obras) van a la matriz y los otros al "sthanu". "Sthanu" es una palabra sánscrita que significa "un pilar", y esto ha sido interpretado como que algunos hombres, debido a sus pecados, han retrocedido al inmóvil, reino vegetal. 



Los espíritus encarnan solamente con objeto de adquirir experiencia; para conquistar al mundo; para sobreponerse a su yo inferior y conquistar el dominio de sí mismos. Si comprendemos esto, comprenderemos también que llegará un tiempo en el que no habrá ya más necesidad de renacer porque se habrán aprendido todas las lecciones. Las enseñanzas del Kathopanishad indican que, en vez de permanecer ligado a la rueda de nacimientos y muertes, el hombre llegará alguna vez a ese estado de inmutable "Nirvana". 



En el libro de la Revelación encontramos estas palabras: "al que venciere le haré un pilar del templo de mi Dios y él no saldrá más", refiriéndose a la completa liberación de toda existencia concreta. En parte alguna se encuentra afirmación autorizada sobre esa doctrina de la transmigración de las almas. Un hombre que se haya desarrollado hasta el punto de que tenga un alma separada e individual, no puede retroceder hasta llegar a ocupar un cuerpo animal o vegetal, puesto que estos se encuentran bajo un espíritu- grupo. El espíritu individual es una evolución superior a la del espíritu-grupo y lo menor no puede contener a lo mayor.

Oliver Wendell Holmes, en su hermosísimo poema "The Chambered Nautilus" ("El caracol en su concha") ha encerrado esa idea de constante progresión en vehículos cada vez mejores y la final liberación. El caracol construye su concha espiral con departamentos seccionales y va abandonando constantemente los más pequeños para ocupar el último de los que ha construido.
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Year after year beheld the silent toil1

That spread his lustrous coil; 
Still, as the spiral grew, 
He left the past year's dwelling for the new, 
Stole with solft step its shinning archway through, 
Built up its idle door, 
Stretched in his last-found home, and new the old no more, 
Thanks for the heavenly message brought by thee, 
Child of the wandering sea, 
Cast from her lap forlon! 
From thy dead lips a clearer note is born 
Than ever Triton blew from wreathed horn! 
While on mine ears rings, 
Through the deep caves of thought I hear a voice that sings:

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Traducción: Año tras año contempló su labor silenciosa -- que desplegó su lustrosa espiral --; más al crecer la espiral -- abandonó la que fue su morada en los años pasados, por la nueva -- deslizándose bajo el brillante arco con suave paso -- y construye una puerta innecesaria -- y se amolda a su nuevo hogar, sin conocer más el antiguo. -- Gracias por el celestial mensaje que me traes -- hijo del inquieto mar, -- expulsado de tus orígenes los olvidas. -- De tus mudos labios sale una nota más elocuente -- que las emitidas por el cuento enroscado de Tritón; -- mientras suena en mis oídos a través de las profundas grutas del pensamiento, yo oigo una voz que canta: "Construye mansiones más duraderas ¡alma mía! -- según las veloces estaciones ruedan. -- Abandona tus criptas ya surcadas. -- Haz que cada templo nuevo sea más noble que el pasado; -- abarca un espacio celeste más ancho -- hasta que por fin te libertes -- arrojando tu concha subterránea, por el océano movedizo de la vida".

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Build thee more satetely mansions, O my Soul!

As the swift seasons roll! 
Leave thy low-vaulted past! 
Let each new temple, nobler than the last, 
Shut thee from heaven with a dome more wast, 
Till thou at length art free, 
Leaving thine outgrown shell by life's unresting sea!



La necesidad ya mencionada de obtener organismos de naturaleza específica trae a la mente una frase muy interesante de las leyes de Renacimiento y de Consecuencia. Estas leyes están relacionadas con el movimiento de los cuerpos cósmicos, el Sol, los planetas y los signos del Zodiaco. Todos se mueven en armonía con esas leyes, guiados en sus órbitas por sus Inteligencias Espirituales internas: los Espíritus Planetarios.

Debido a la Precesión de los Equinoccios, el Sol se mueve hacia atrás a través de los doce signos del Zodiaco a la velocidad aproximada de un grado de espacio cada 72 años, y a través de cada signo (30 grados de espacio) en unos 2.100 años, y en torno de todo el círculo en unos 26.000 años.



Esto es debido a que la Tierra no gira sobre un eje estacionario. Su eje tiene un movimiento lento, oscilante, parecido al de un trompo que ha perdido parte de la fuerza con que fue lanzado, describiendo así un círculo en el espacio, por lo que una estrella tras otra se convierten en Estrella Polar sucesivamente. 



Debido a este movimiento oscilante, el Sol no cruza el Ecuador por el mismo sitio todos los años, sino un poco más atrás, y de ahí el término de "precesión de los equinoccios", porque el equinoccio "precede": viene demasiado pronto.
Todos los acontecimientos de la Tierra están relacionados con los otros cuerpos cósmicos, y sus habitantes están también relacionados

con estos y otros movimientos cósmicos. Y así sucede también con las leyes de Consecuencia y del Renacimiento.
Conforme el Sol pasa a través de los diferentes signos en el curso del año, el clima y otros cambios afectan al hombre en sus actividades de varias maneras. Similarmente al pasaje del Sol, por la precesión de los equinoccios, a través de los doce signos del Zodíaco, que se llama un Año Mundial, produce condiciones en la Tierra de la más grande variedad. En realidad, como hemos visto, el hombre mismo produce esas condiciones mientras se encuentra en el Mundo Celeste entre dos encarnaciones. Por lo tanto, cada Ego nace dos veces durante el tiempo en que el Sol está pasando a través de un signo del Zodiaco, y como el alma es en sí misma necesariamente bisexual, con objeto de adquirir toda la experiencia, encarna alternativamente en un cuerpo masculino y femenino. Esto es debido a que la experiencia de un sexo difiere ampliamente de la del otro. Al mismo tiempo, las condiciones externas no se alteran mayormente en un millar de años y por lo tanto permite a la entidad el recibir experiencia en un alrededor ambiente idéntico al del punto de partida, como hombre o como mujer.



Estos son los términos generales en los cuales trabaja la ley del Renacimiento, pero como no es una ley ciega, está sujeta a frecuentes modificaciones, determinadas por los Señores del Destino, los Ángeles Archiveros, como, por ejemplo, en el caso en que un Ego precise un ojo sensitivo o un oído especial y haya alguna oportunidad de proporcionarle el instrumento requerido en una familia con la que haya establecido relaciones previas. El tiempo para la encarnación del Ego en cuestión puede quizás estar falto de madurez, en unos doscientos años, de acuerdo con el período general, pero los Señores del Destino ven que a menos que se aproveche esa oportunidad el Ego gastaría cuatro o cinco centenares de años más del tiempo necesario en el cielo antes de que se presente otra oportunidad. Por lo tanto, el Ego es atraído a encarnarse antes de cumplir el tiempo fijado, por decirlo así, y lo que le falta de reposo en el tercer cielo le será dado de más en otra ocasión. Vemos, pues, que no solamente ejecutamos el trabajo necesario para nosotros desde el Mundo Celeste, sino que también trabajamos sobre los demás, atrayéndolos o repeliéndolos. 
Una oportunidad favorable para conseguir un instrumento apropiado puede atraer a un Ego encarnante. Si no hubiera instrumento alguno aprovechable, permanecería más tiempo en el cielo y el exceso se le deduciría de sus siguientes vidas celestes. 



La Ley de Consecuencia también obra en armonía con las estrellas, así que el hombre nace cuando la posición de los cuerpos del sistema solar proporciona las condiciones necesarias para su experiencia y desarrollo en la escuela de la Vida. Esta es la razón del porqué la astrología es una ciencia completamente cierta, si bien el mejor astrólogo puede equivocarse al interpretarla, debido a que como todos los demás hombres, es falible. Las estrellas muestran exactamente el tiempo de la vida de un hombre que hayan elegido los Señores del Destino para que aquel pague alguna deuda, y evadirlo está fuera del poder del hombre. 
Si, indican el día exacto, si bien no podemos siempre leerlo correctamente. 



El ejemplo más notable , que conozca el escritor, de esta imposibilidad de escapar a lo que han escrito las estrellas, ocurrió en Los Ángeles, California, en 1906. Se dieron algunos detalles e instrucciones sobre Astrología al bien conocido conferenciante Mr. L. Se hizo el horóscopo de Mr. L., porque el alumno se interesaría más en el suyo que en el de un extraño. Y además , podía comprobar más fácilmente la exactitud de los signos que se le indicaran. El horóscopo revelaba una propensión a sufrir accidentes, y a Mr. L. se le indicó la forma en que algunas desgracias y otros sucesos en relación con el pasado figuraban en la fecha de la ocurrencia. Además, el horóscopo mostraba que sucedería otro accidente en el futuro, el 21 de julio próximo, o a los siete días subsiguientes, el 28 del mismo mes, siendo el último día el que parecía más peligroso., El horóscopo indicaba que los sitios heridos serían el pecho, las espaldas, los brazos, y la parte inferior de la cabeza. Como estaba plenamente convencido del peligro, se prometió quedarse en casa tal día. 



El que esto escribe fue por aquel entonces el norte de Seattle, y unos cuantos días antes del tiempo crítico escribió a Mr. L. y le recomendó cuidado. Mr. L. contestó que se acordaba perfectamente y que obraría en consecuencia. 



Las primeras noticias sobre el asunto se obtuvieron de un amigo mutuo, quien manifestó que el 28 de julio Mr. L. había ido a Sierra Madre en un tranvía eléctrico que chocó contra un tren, sufriendo las mismas heridas anunciadas previamente y habiéndose cortado, además un tendón de la pierna izquierda. 



La cuestión era averiguar cómo es que teniendo Mr. L. completa fe en la predicción, se había olvidado de ella. La explicación vino tres meses después, cuando se había repuesto lo suficiente para poder escribir. La carta decía : "Yo creía que el 28 era el 29". 



No hay duda alguna que se trataba de una parte del destino "maduro", imposible de eludir, tal como lo mostraban claramente las estrellas. 



Las estrellas pueden ser llamadas, por lo tanto, el Reloj del Destino". Los doce signos del Zodiaco corresponden a la esfera; el Sol y los planetas a la manecilla de las horas, que indica el año; y la Luna al minutero, que indica los meses del año en los que los diferentes lotes de destino maduro de cada vida deben cumplirse.

Nunca se explicará bastante que si bien hay algunos casos que no pueden eludirse, el hombre tiene hasta cierto punto el poder de modificar ciertas causas ya puestas en movimiento. Como dijo el poeta:

One ship sails east and another sails west1

With the self-same winds that blow. 
`Tis the set of the sail and not the gale 
Which determines the way they go. 
As the winds of the sea are the ways of the fate 
As we voyage along trough life. 
`Tis the act of soul that determines the goal, 
And not the calm or the strife.

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Traducción: Un barco zarpa para el Este y otro para el Oeste -- con el mismísimo viento para los dos. -- "Es la posición de la vela (el rumbo) y no el viento -- el que determina el camino que llevan. -- Y como los vientos del mar son los caminos del destino, -- así navegamos durante toda la vida, -- es el obrar del alma lo que determina la victoria, --- y no la calma o la tempestad".
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Lo importante de comprender es que nuestras obras actuales son las que determinan las condiciones futuras.

Los religiosos ortodoxos y aún hasta los que no profesan religión alguna, exponen como uno de sus más fuertes argumentos contra la Ley del renacimiento, el de que se enseña en la India a la "masa ignara" que cree en ella. Si es una ley natural, sin embargo, no puede haber objeción alguna, por fuerte que sea, que la invalide o le impida obrar. Antes de que hablemos de "masas ignaras" o enviemos misioneros allá, sería conveniente que examináramos un poco nuestros conocimientos. Los maestros se quejan siempre de la superficialidad de nuestros estudiantes. El profesor Wilbur L. Cross , de Yale, menciona entre otros asombrosos casos de ignorancia el hecho de que en una clase de cuarenta alumnos, ni uno solo pudo indicar el sitio de Judas Iscariote.


Quizás produjese ventajas el que los esfuerzos de los misioneros terminasen cerca de los países idólatras, y en los barrios bajos de nuestras ciudades, para llevarnos a iluminar a la juventud estudiantil de nuestras propias naciones, siguiendo el principio de que la "caridad empieza por casa" y que "como Dios no permitirá a las masas ignaras el perecer" sería mejor dejarlas en su ignorancia con la que se tiene un cielo seguro, mientras que al iluminarlas se les proporcionan muchas oportunidades para que se vayan por legiones al infierno. Seguramente éste es el caso aquel de "donde la ignorancia es una bendición, es locura ser sabio". Nos prestaríamos un señalado servicio a nosotros mismos y a las razas atrasadas si los dejáramos solos y buscásemos al cristiano ignorante más cerca de casa para ilustrarlo. 



Además, por llamarla doctrina idólatra no se comprueba su falsedad. Y el que tenga prioridad en Oriente no es tampoco argumento contra ella, así como la exactitud de la solución de un problema matemático no pierde nada porque no nos sea simpática la persona que lo resolvió primero. La cuestión única está en esto: ¿ es o no verdad? Sí , sí, no importa nada absolutamente de donde haya venido la solución.

Todas las demás religiones no han hecho más que conducir a la religión cristiana. Ha habido religiones básicas que contienen únicamente en parte lo que el Cristianismo tiene en mayor grado. El verdadero Cristianismo Esotérico no ha sido enseñado todavía públicamente, ni lo será tampoco hasta que la humanidad haya pasado del estado materialista en que se encuentra ahora y esté mejor preparada para recibirlo. Las leyes del Renacimiento y de Consecuencia han sido enseñadas secretamente en todo tiempo; pero por orden del mismo Cristo, como veremos, esas dos leyes no han sido enseñadas públicamente durante los últimos dos mil años.

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel 

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