humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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sábado, 4 de febrero de 2012

LA RELACION DEL HOMBRE CON DIOS



SEGUNDA PARTE COSMOGENESIS Y ANTROPOGENESIS

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CAPÍTULO V 

LA RELACION DEL HOMBRE CON DIOS


En los capítulos precedentes hemos considerado al hombre en sus relaciones con los tres mundos que forman el campo de su evolución. Hemos descrito parcialmente esos mundos y señalado los diferentes vehículos de conciencia por medio de los cuales está correlacionado a ellos. Hemos estudiado también su relación con los otros tres reinos -- mineral, vegetal y animal -- indicando las diferencias de sus vehículos y la consiguiente diferencia de conciencia entre el hombre y cada uno de sus reinos. Hemos seguido al hombre a través de todo un ciclo de vida en los tres mundos y examinado la operación de las leyes de Consecuencia y Renacimiento en su acción sobre la evolución humana.

Con objeto de poder comprender los demás detalles del progreso humano, se hace ahora necesario que estudiemos su relación con el Gran Arquitecto del Universo, con Dios, y con las jerarquías de Seres Celestiales que están sobre los diferentes peldaños de la escala de Jacob, escalera que va del hombre hasta Dios y aún más allá de EL.

Esta es una tarea de la mayor dificultad, más aún teniendo en cuenta las concepciones definidas que de Dios tiene la mayoría de los lectores de literatura sobre este asunto. Es muy cierto que los nombres en sí mismos no son importantes, pero sí importa, y mucho, el que sepamos lo que queremos significar con un nombre; de lo contrario, nos equivocaremos, y si los escritores e instructores no se determinan a emplear una nomenclatura común, la confusión actual al respecto se hará todavía peor. Cuando se emplea el nombre de "Dios", casi siempre es dudoso si se quiere indicar al Absoluto, la Existencia Una, o al Ser Supremo, que es el Gran Arquitecto del Universo, o a DIos, que es el arquitecto de nuestro Sistema Solar.

La división del Dios Supremo en "Padre", "Hijo" y "Espíritu Santo" es también confusa. Aunque los seres designados por esos nombres están inconmensurablemente más allá del hombre y merecen toda la reverencia y adoración de que sea capaz de rendir a la más elevada concepción de la Divinidad. Sin embargo, Ellos son diferentes uno de otro.

Los diagramas 6 y 11 aclararán quizá más este asunto. 
Débese recordar que los Mundos y Planos Cósmicos no están unos arriba de los otros en el espacio, sino que los siete planos cósmicos se interpenetran unos a otros e interpenetran a todos los siete mundos. Son estados de espírtu-materia, compenetrándose unos a otros; así que Dios y los otros Grandes Seres mencionados no están muy lejos en el espacio. Ellos compenetran todas y cada una de las partes de sus propios reinos y aún reinos de mayor densidad que la suya propia. Ellos están todos presentes en nuestro mundo y están actualmente y de hecho "más próximos a nosotros que nuestros pies y manos", porque ninguno de nosotros puede existir fuera de esas Grandes Inteligencias que interpenetran y sostienen nuestros mundos con su Vida.

Ya se indicó que la Región Etérica se extiende más allá de la atmósfera de nuestra Tierra densa; que el Mundo del Deseo se extiende en el espacio más allá de la Región Etérica; y que el Mundo del Pensamiento se extiende aún más en el espacio interplanetario que los otros. Por supuesto, los mundos de substancia más sutil ocupan mayor espacio que los más densos, los que se han cristalizado y condensado ocupando así menos espacio.

El mismo principio opera en los Planos Cósmicos. El más denso de ellos es el séptimo (contando de arriba abajo). 
Está representado en el diagrama como el más grande de todos, debido a que con este plano es con el que estamos más relacionados y se deseaba indicar sus principales subdivisiones. En realidad, sin embargo, ocupa un espacio menor que el ocupado por cualquiera de los otros planos cósmicos, si bien debemos, fijar en la mente que aún con esa restricción es inconmensurablemente grande y vasto, mucho más de lo que la mente humana puede concebir, comprendiendo en su extensión millones de sistemas solares parecidos al nuestro, que son los campos de evolución de muchos grados de seres que aproximadamente se encuentran en nuestro propio estado.

De los seis planos cósmicos superiores al nuestro no sabemos
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Diagrama 6: Plano Cosmico 1-7
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nada. Se nos ha dicho que son el campo de actividad de grandes Jerarquías de Seres de indescriptible esplendor.
Procediendo desde nuestro Mundo Físico hacia los mundos internos más sutiles y a través de lo Planos Cósmicos, encontramos que Dios, el Arquitecto de nuestro Sistema Solar, la fuente y la meta de nuestra existencia, se encuentra en la más elevada división del séptimo plano Cósmico. Este es Su Mundo.

Su reino incluye los sistemas de evolución que se efectúan en los otros planetas que pertenecen a nuestro sistema: Urano, Saturno, Júpiter, Marte, la Tierra, Venus, Mercurio y sus satélites.

Las grandes Inteligencias Espirituales denominadas Espíritus Planetarios, que guían estas evoluciones, se llaman "los Siete Espíritus que se encuentran ante el Trono". Son Sus Ministros, presidiendo cada uno un departamento del Reino de Dios, que es nuestro Sistema Solar. El Sol es también el campo de evolución de los más elevados Seres de nuestro Cosmos. Unicamente ellos pueden soportar y progresar en aquellas tan terribles vibraciones solares. El Sol es lo más próximo que tenemos como símbolo visible de Dios, si bien no es más que un velo para aquel que está detras. Lo que es s Aquél es no puede decirse públicamente.

Cuando tratamos de descubrir el origen del Arquitecto de nuestro Sistema Solar, encontramos que debemos pasar al más elevado de los siete Planos Cósmicos. Estamos entonces en los dominios del Ser Supremo, emanado del Absoluto.

El Absoluto está más allá de toda comprensión. Ninguna expresión o símil de los que somos capaces de concebir, puede expresar la verdadera idea. La manifestación implica limitación. Por lo tanto, podemos caracterizar mejor al Absoluto diciendo que es un Ser Ilimitado : La Raíz de toda Existencia.

De esta Raíz de la existencia - lo Absoluto -- procede el Ser Supremo, en la aurora de la manifestación. Este es EL UNO.

En el primer capítulo de San Juan este gran ser es llamado Dios. De este Ser Supremo emanó la palabra, el Fíat Creador "sin el que no se hace nada", y esta Palabra es el bien amado Hijo, nacido de su Padre (el Ser Supremo) antes que todo; pero positivamente no es Cristo. Grande y Glorioso como es Cristo, elevándose inmensamente sobre la mera naturaleza humana; no es ese Gran Ser. Ciertamente "la Palabra se hizo carne", pero no en el sentido limitado de la carne de un cuerpo, sino la carne de todo lo que es, en éste y en millones de otros Sistemas Solares.

El primer aspecto de este Ser Supremo puede ser caracterizado como Poder. De este procede el segundo aspecto, el Verbo; y de éstos procede el tercer aspecto: Moción (movimiento).

De este Ser Supremo Triple proceden los siete Grandes Logos. Estos contienen en sí mismos todas las grandes Jerarquías que se diferencian más y más conforme van difundiéndose a través de los varios Planos Cósmicos. (Véase el diagrama 6.) Hay cuarenta y nueve Jerarquías en el Segundo Plano Cósmico; en el tercero hay otras 343; cada una de estas puede tener divisiones y subdivisiones septenarias, así que en el Plano Cósmico inferior, en el que se manifiestan los Sistemas Solares, el número de divisiones y subdivisiones es casi infinito.

En el Mundo más elevado del séptimo Plano Cósmico está el Dios de nuestro sistema solar y los dioses de todos los otros sistemas solares del Universo. Estos Grandes seres son también triples en su manifestación, similarmente al Ser Supremo. Sus tres aspectos son Voluntad, Sabiduría y Actividad.

Cada uno de los siete Espíritus Planetarios que proceden de Dios y tienen a su cargo la evolución de la vida en cada uno de los siete planetas es también triple y diferencian dentro de sí mismos Jerarquías Creadoras que siguen una evolución septenaria. La evolución producida por uno de los Espíritus Planetarios difiere de los métodos de desarrollo empleados por cada uno de los otros.

Puede agregarse, además, que por lo menos en el esquema planetario al que pertenecemos, las entidades más desarrolladas en los primeros grados, que alcanzado un elevado grado de perfección en evoluciones anteriores, asumen las funciones de los Espíritus Planetarios originales y continúan la evolución, retirándose el Espíritu Planetario original es y continuan la evolución, retirándose el Espíritu Planetario original de toda participación activa, dejándola al cuidado de sus Regentes.

Lo que sigue son las enseñanzas relativas a todos los Sistemas Solares, pero referidas especialmente al Sistema particular al que pertenecemos. Son las enseñanzas que todo clarividente suficientemente desarrollado puede obtener por sí mismo, mediante la investigación personal, en la memoria de la Naturaleza.

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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