CAPÍTULO VI
ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN
El Principio
En armonía con el axioma hermético: "Como arriba es abajo" y viceversa, los Sistemas Solares nacen, mueren y tornan a nacer nuevamente, siguiendo ciclos de actividad y reposo, semejante al hombre.
Hay constante flujo y reflujo de actividad en todos los dominios de la Naturaleza, correspondientes a las alteraciones de día y noche, verano e invierno, vida y muerte.
Es el principio de un Día de Manifestación, se dice que cierto Gran Ser (llamado en Occidente Dios, pero con otros nombres en otros países), se aísla a Sí Mismo en cierta porción de espacio, en la que se crea un Sistema Solar para la evolución y aumento de su propia conciencia. (Véase el diagrama 6).
Incluye en su propio Ser huestes de gloriosas Jerarquías, de para nosotros, inconmesurables poder y esplendor espiritual. Esas jerarquías son el fruto de las pasadas manifestaciones de ese mismo Ser y también de otras Inteligencias, de decrecientes grados de desarrollo hasta las que aún no han adquirido un estado de conciencia tan elevada como el de nuestra humanidad actual. Por lo tanto, estas últimas no podrán acabar su evolución en este sistema. En Dios - ese Gran Ser colectivo- existen seres inferiores de toda clase de inteligencias y de estados de conciencia, desde la omnisabiduría hasta la inconsciencia, más profunda aún que la del trance profundo.
Durante el período de manifestación con el que estamos relacionados, esos seres de varios grados están trabajando para adquirir más experiencia que la que poseían al principio de este período de existencia. Aquellos que, en manifestaciones anteriores, habían alcanzado el más alto grado de desarrollo, obran sobre los que aún no han desarrollado conciencia alguna. Inducen en ellos un estado de conciencia propia, con la cual pueden seguir trabajando en lo sucesivo. Los que ya habían principiado su evolución en un Día de Manifestación anterior, pero que no han progresado hasta llegar a un grado superior cuando aquél terminó, prosiguen ahora su tarea nuevamente, de igual manera que nosotros proseguimos nuestro trabajo cada mañana después de la noche de reposo anterior.
Todos estos seres, sin embargo, no continúan su tarea desde el primer momento de manifestación. Algunos deben esperar hasta que los seres que les preceden hayan creado las condiciones que son necesarias para su progreso ulterior. No hay ningún proceso instantáneo en la Naturaleza. Todo es un desarrollo extraordinariamente lento, un desenvolvimiento que, aunque lentísimo es absolutamente seguro y alcanzará la suprema perfección. De igual manera que hay estados progresivos en la vida humana: Infancia, adolescencia, virilidad y decrepitud, así también en el macrocosmos existen los diferentes estados correspondientes a los varios períodos de vida microcósmica.
Un niño no puede hacerse cargo de los deberes del padre o de la madre. Su adormecida mente y su condición física lo hacen incapaz de ejecutar semejante trabajo. Y lo mismo es cierto en esos seres poco desarrollados al principio de la manifestación. Tienen que esperar hasta que los más desarrollados hayan creado las condiciones necesarias para ello. Cuanto más inferior es el grado de inteligencia de un ser evolucionante, tanto más depende de la ayuda externa.
En el Principio, los seres más elevados -los que han progresado más- obran sobre los que tienen mayor grado de inconsciencia. Más tarde, los guían hacia algunas entidades menos desarrolladas, las que pueden llevar ese trabajo un poco más adelante. Por último se despierta la conciencia de sí, del yo. La vida evolucionante se ha convertido en humana.
Desde el punto en que la propia conciencia individual del Ego se manifiesta, debe seguir adelante para extender y expansionar su conciencia sin ayuda exterior alguna. La experiencia y el pensamiento tienen que tomar entonces el lugar de los instructores externos, y la gloria, poder y esplendor que puede adquirir son ilimitados.
El período de tiempo dedicado a la adquisición de la conciencia de sí, del yo, y a la construcción de los vehículos por cuyo intermedio se manifiesta el espíritu del hombre, se denomina "Involución".
El subsiguiente período de existencia, durante el cual el ser humano desarrolla su conciencia propia hasta convertirla en divina omnisciencia, se llama "Evolución".
La Fuerza interna del ser evolucionante que hace de la evolución lo que es y no un simple desenvolvimiento de posibilidades latentes, en germen; la que hace que la evolución de cada individuo difiera de la de los demás; la que suministra el elemento de originalidad y da lugar a la facultad que el ser evolucionante debe cultivar para convertirse en un Dios, esa Fuente se llama "Genio" y, según ya se indicó, su manifestación es la "Epigénesis".
Muchas de las filosofías avanzadas de los tiempos modernos reconocen la involución y la evolución. La ciencia sólo reconoce la última, porque la ciencia trata únicamente de la línea de manifestación de la forma. La involución pertenece a la línea de la Vida; pero los hombres de ciencia más avanzados consideran la Epigénesis como un hecho demostrable. El Concepto Rosacruz del Cosmos combina las tres, pues son necesarias para comprender bien el pasado, el presente y el futuro desarrollo del sistema al que pertenecemos.
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del libro El Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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