- CAPÍTULO VIII -
LA OBRA DE LA EVOLUCIÓN
El Hilo de Ariadna
Habiendo estudiado los Mundos, los Globos y las Revoluciones que constituyen el sendero de la evolución durante los siete Períodos, podemos ahora considerar la obra efectuada en cada Período, así como los métodos empleados para realizarla.
El hilo de Ariadna nos guiará a través de esa masa de Globos, Mundos, Revoluciones y Períodos, y lo encontramos, si recordamos claramente que los espíritus virginales que constituyen la oleada de vida evolucionante se hicieron completamente inconscientes cuando comenzaron su peregrinaje evolutivo a través de los cinco mundos de substancia más densa que el Mundo de los Espíritus Virginales. El propósito de la evolución es hacerlos plenamente conscientes y capaces de dominar la materia de todos los mundos, y, por lo tanto, las condiciones de los diversos globos, Mundos, Revoluciones y Períodos están ordenadas teniendo en cuenta tal finalidad. Durante los Períodos de Saturno, Solar y Lunar, y la pasada mitad del actual Período Terrestre, los espíritus virginales habían construido inconscientemente sus diferentes vehículos, bajo la dirección de exaltados Seres que guiaron su progreso y despertándolos gradualmente hasta que adquirieron su estado actual de conciencia de vigilia. Este período se llama "Involución".
Desde los tiempos actuales, hasta el fin del Período de Vulcano, los espíritus virginales, que forman ahora nuestra humanidad, perfeccionarán sus vehículos y expandirán su conciencia a los cinco Mundos por sus propios esfuerzos y genios. Este período se denomina "Evolución".
Lo anterior es la clave para comprender lo que sigue.
El comprender perfectamente el esquema de la evolución planetaria, que ha sido bosquejado en las páginas precedentes, es de valor importantísimo para el estudiante. Aunque algunos creyentes en las leyes de Consecuencia y Renacimiento parecen pensar que la posesión de tales conocimientos no es esencial, y, además, de poca utilidad, diremos, por el contrario, que es de la mayor importancia para el diligente estudiante de esas dos leyes, el comprender dicho esquema. Ejercita la mente por medio de pensamientos abstractos y la eleva sobre las cosas de la existencia concreta, ayudando a la imaginación a remontarse sobre los enmarañados afanes del propio interés. Como ya se indicó al estudiar el Mundo del Deseo, el Interés es lo que impulsa a la acción, si bien en nuestro presente grado de progreso el Interés se despierta generalmente por egoísmo. Algunas veces es de naturaleza muy sutil, pero aguijonea la acción de varias maneras. Toda acción inspirada por el interés genera ciertos efectos que actúan sobre nosotros, y , en consecuencia, nos rozamos con las acciones que tienen que ver con los mundos concretos. Pero si nuestras mentes están ocupadas con asuntos tales como las matemáticas o el estudio de las fases planetarias de la evolución, estamos en la Región del Pensamiento puramente Abstracto, más allá de la influencia del sentimiento, y la mente se dirige hacia arriba, a los dominios espirituales, a la liberación. Cuando estamos extrayendo raíces cúbicas, o multiplicando números, o meditando sobre los períodos, revoluciones, etc., no sentimos nada sobre ellos. No peleamos porque dos veces dos hagan cuatro. Si se mezclaran nuestros sentimientos, quizá trataríamos de convertirlos en cinco y nos pelearíamos con todo aquel que, por razones personales, quisiera que sólo fueran tres; pero en matemáticas la Verdad es clara y palpable, y, por lo tanto, elimina todo sentimiento. Por esto, para el hombre corriente, deseoso de vivir en sus emociones, las matemáticas son cosas áridas y sin interés. Pitágoras ordenaba a sus discípulos que vivieran en el Mundo del Espíritu Eterno y exigía a los que deseaban instrucciones, que estudiaran en primer lugar las matemáticas. Una mente capaz de comprender las matemáticas está por encima de lo corriente y es capaz de elevarse hasta el Mundo del Espíritu, porque no está sujeta al Mundo de la Emoción y del Deseo. Cuánto más nos acostumbremos a meditar sobre los Mundos Espirituales, más fácilmente podremos remontarnos sobre las ilusiones que nos rodean en esta existencia concreta, donde los sentimientos de Interés y de Indiferencia obscurecen la Verdad y nos sugestionan, así como la refracción de los rayos luminosos en las capas atmosféricas de la Tierra nos hace concebir ideas acerca de la posición ocupada por la luminaria que lo emite.
Por tanto, el estudiante que desea conocer la Verdad; que quiere penetrar e investigar los dominios del Espíritu; que anhela liberarse de los afanes de la carne tan rápidamente como lo permita su salvaguardia, seguridad y crecimiento conveniente, debe estudiar lo que sigue tan perfectamente como le sea posible, y debe también asimilar y fijar bien en su mente esas concepciones de los Mundos, Globos y Períodos. Si desea progresar en esta forma, el estudio de las matemáticas y de la obra "The Fourth Dimension" ("La Cuarta Dimensión"), de Hinton, son ejercicios admirables de pensamiento abstracto. Esa obra de Hinton (aunque básicamente errónea, porque el Mundo del Deseo de cuatro dimensiones no puede ser encontrado por métodos de tres dimensiones) ha abierto los ojos de muchas personas que la han estudiado y las ha hecho clarividentes. Y, además, recordando que la lógica es el mejor maestro en cualquier Mundo, es muy cierto que el individuo que consiga entrar en los mundos suprafísicos por medio de tales estudios, no se encontrará aturdido, sino que podrá estar en perfecto dominio de sí, bajo cualquier circunstancia.
Un bosquejo estupendo es el que estamos desarrollando, y cuando se van agregando más y más detalles, su complejidad se hace casi inconcebible. Cualquiera que sea capaz de comprenderlo, será bien recompensado por grande que sea el trabajo que tenga que hacer para ello. Por lo tanto, el estudiante deberá leer con lentitud, repetir muy a menudo y meditar mucho y profundamente.
Este libro, y especialmente este capítulo, no puede leerse así a la ligera. Cada sentencia tiene su valor y es el sostén de la que le sigue, al mismo tiempo que presupone el conocimiento de lo que antecede. Si no se estudia el libro a fondo sistemáticamente, se irá haciendo cada vez más incomprensible y confuso. Si por el contrario, se estudia y medita bien conforme se va leyendo, se encontrará que cada página queda iluminada por el conocimiento adquirido con el estudio de las precedentes.
Ninguna obra de esta clase, que trate de los aspectos más profundos del Gran Misterio del Mundo que la mente humana en su estado actual de desarrollo es capaz de comprender, puede escribirse de manera tal que sea posible leerla ligeramente. Y aún así, las fases más profundas que podemos comprender por el momento no son más que el abecé del esquema, como se nos revelará cuando nuestras mentes sean capaces de comprender más, en los posteriores estados de desarrollo, como superhombres.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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