LA REVOLUCIÓN DE SATURNO DEL PERIODO TERRESTRE
Esta es la revolución durante la cual se reconstruye el cuerpo denso en cualquier período. Esta vez se le dio la capacidad de formar un cerebro, convirtiéndose así en vehículo para el germen mental que se le dio posteriormente. Este agregado constituyó la reconstrucción final del cuerpo denso, haciéndolo capaz de alcanzar la mayor eficiencia posible.
Una inexpresable sabiduría ha sido empleada en su construcción. Es una maravilla. Nunca se le inculcará lo suficiente al estudiante todas las inconmensurables facilidades para adquirir el conocimiento que contiene ese instrumento, y qué gran beneficio constituye para el hombre; cuánto debe estimarlo, y cuán agradable debiera encontrarse por poseerlo.
Ya se dieron algunos ejemplos de la perfección de su construcción; pero, para hacer más evidente al estudiante esta gran verdad, no estará fuera de lugar el ilustrar aún más esa sabiduría y también el trabajo del Ego en la sangre.
Se sabe generalmente, aunque de manera vaga, que el jugo gástrico actúa sobre el alimento para producir la asimilación; pero muy pocos, salvo los médicos, están familiarizados con el hecho de que haya muchas clases de jugos gástricos, siendo cada uno de ellos apropiado para tratar determinada clase de alimento. Las investigaciones de Pavloff, sin embargo, han establecido ese hecho más allá de toda duda: Que hay una clase de jugo para la digestión de la carne, otro para la leche, otro para las frutas ácidas, etc. Debido a esto es que no todas las mezclas hacen bien. La leche, por ejemplo, necesita un jugo gástrico completamente diferente del que se necesita para cualquier otro alimento, excepción hecha de los almidones, y no puede digerirse con facilidad si se mezcla con otros alimentos que no sean cereales. Únicamente esto mostraría una sabiduría maravillosa: Que el Ego obrando subconscientemente pueda seleccionar los diferentes jugos, cada uno de ellos apropiado a los diversos alimentos que se introducen en el estómago, teniendo cada uno también la energía y cantidad necesarias para digerir. Pero lo que maravillas más aún, sin embargo, es que el jugo gástrico se filtra en el estómago antes de que el alimento entre en él.
Este proceso de mezclar los jugos no lo hacemos conscientemente. La gran mayoría no sabe nada del metabolismo o de cualquier otra fase de la química. Así que no es suficiente el decir que cuando probamos lo que estamos comiendo dirigimos el proceso por medio de señales dadas por el sistema nervioso.
Cuando se descubrió esa selección de los jugos gástricos, los hombres de ciencia se encontraron muy embarazados para comprender o explicar cómo se seleccionaba el jugo necesario y que éste se filtraba en el estómago antes que el alimento. Pero se demostró también más allá de toda duda que el jugo apropiado se filtraba en el estómago aunque el sistema nervioso estuviera inhibido.
Por último, Starling y Bayliss, en una serie de brillantes experiencias, probaron que la sangre tomaba partes infinitesimales del alimento tan pronto como éste penetraba en la boca, y las llevaba directamente a las glándulas digestivas, lo que causaba el flujo del jugo gástrico requerido.
Pero esto no es más que el aspecto físico del fenómeno. Para comprenderlo por completo, debemos acudir a la ciencia oculta. Únicamente ésta explica por qué la sangre lleva esa señal.
La sangre es una de las más elevadas expresiones del cuerpo vital. El Ego guía y controla su instrumento denso por medio de la sangre, y, por lo tanto, la sangre es también el medio empleado para obrar sobre el sistema nervioso. Durante parte de la digestión, actúa parcialmente a través del sistema nervioso, pero (especialmente al comenzar el proceso digestivo) actúa directamente sobre el estómago. Cuando en las experiencias específicas citadas se inhibieron los nervios, el camino directo fue la sangre, la que estaba bajo el dominio del Ego y de la que derivaba la información necesaria en aquella forma.
También se verá que la sangre se acumula en cualquier parte del organismo en la que el Ego esté desplegando su mayor actividad.
Si en cierta situación se precisa pensar y obrar rápidamente, la sangre se dirige bien pronto al cerebro. Si hay que digerir una comida copiosa, la sangre abandona la cabeza para concentrarse en los órganos digestivos. Y el Ego concentra sus esfuerzos para librar al cuerpo de todo alimento inútil. Por lo tanto, un hombre no puede meditar bien después de haber comido copiosamente. Está soñoliento debido a que la mayor parte de la sangre ha abandonado el cerebro y la que queda es insuficiente para producir las funciones necesarias a la plena conciencia de vigilia; y, además, casi todo el fluido o energía solar especializada por le bazo es absorbida por la sangre que pasa a través de ese órgano después de la comida, en mayor volumen que entre comidas. Así que también el resto del sistema se encuentra privado de fluido vital en gran extensión durante el proceso digestivo. Es el Ego quien impele la sangre del cerebro. Cuando quiera que el cuerpo se va a dormir, la sangre abandona el cerebro, como puede probarse colocando a un hombre sobre un tablón balanceado. Cuando se duerme, bajará la tabla por los pies y subirá por la cabeza. Durante el coito, la sangre se agolpa en los órganos sexuales, etc. Todos estos ejemplos tienden a probar que durante las horas de vigilia, el Ego obra y controla su cuerpo denso por medio de la sangre. Y la mayor porción de ella se dirige siempre a la parte del cuerpo que, en un tiempo dado, sea el sitio donde el Ego esté desplegando su actividad.
La reconstrucción del cuerpo denso en la Revolución de Saturno del Período Terrestre tuvo por objeto el hacerlo capaz de quedar interpenetrado por la mente. Y se le dio el primer impulso para la construcción de la parte frontal del cerebro y, además, la división incipiente del sistema nervioso que, desde entonces, comenzó a hacerse aparente en sus subdivisiones: El sistema voluntario y el simpático. Este último fue el único que se obtuvo en el Período Lunar. El sistema nervioso voluntario no se obtuvo sino en el actual Período Terrestre, y por su intermedio el cuerpo se transformó de un mero autómata que era, obrando sólo bajo el estímulo exterior, en un instrumento extraordinariamente adaptable, capaz de ser guiado y gobernado por el Ego desde adentro.
El trabajo principal de tal reconstrucción fue ejecutado por los Señores de la Forma. Esta Jerarquía Creadora es la más activa en el actual Período Terrestre, así como las más activas del Período de Saturno fueron los Señores de la Llama, los Señores de la Sabiduría en el Período Solar y los Señores de la Individualidad en el Período Lunar.
El Período Terrestre es eminentemente el Período de la Forma, porque aquí es donde la forma, o la parte material de la evolución está en su grado más elevado o en un estado más pronunciado. Aquí es donde el espíritu está más abandonado y cohibido, y la forma es el factor más dominante. Y de aquí el predominio de los Señores de la Forma.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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