XVII. Valores humanos
El sociólogo Pitirim A. Sorokin llevó a cabo un estudio profundo de lo que
diferentes pueblos han considerado valioso durante la historia. Dividió los
sistemas de valores humanos en dos categorías principales que denominó
empírica e idealista. El sistema de valores empírico atribuye valor a aquello
que puede ser percibido por los sentidos físicos. El sistema de valores idealista
atribuye valor a conceptos intelectuales y espirituales. Sorokin encontró que
aquello considerado valioso por las personas influencia sus creencias, sus
estructuras sociales y políticas, y también su arte.
Los pueblos que mantienen el punto de vista empírico llegan a la verdad
mediante la observación física y creen que la relación entre causa y efecto es
invariable o determinada por puro azar. Los pueblos que mantienen el punto de
vista idealista llegan a la verdad por inspiración o revelación de Dios y creen
que las causas verdaderas se encuentran en un mundo más allá del mundo
sensorial. Los pueblos que mantienen la visión empírica identifican el bien con
la felicidad; los pueblos que mantienen la visión idealista creen que el bien está
determinado por principios. Los pueblos que mantienen la visión empírica
atribuyen al individuo una importancia capital y creen que la sociedad es
valiosa sólo en la medida en que ayuda al individuo a alcanzar la satisfacción
completa de sus impulsos egocéntricos. Los ricos, los militares o aquellos que
dominan materialmente son los dirigentes de la sociedad empírica. Los pueblos
que mantienen la visión idealista creen que el bien global es prioritario y los
derechos individuales pueden ser suspendidos en bien de la totalidad. Los
sacerdotes o líderes religiosos dirigen la sociedad idealista.
Las artes y literatura empíricas tienden a ser realistas, basadas en
objetos o personas familiares. Las artes y literatura idealistas son simbólicas,
impresionistas y alegóricas. La música empírica se concibe para interesar, es
agradable, entretenida y espectacular. Puede acompañarse de danza,
escenografía elaborada y comida. La música idealista pretende encerrar un
sentido oculto, algo más allá de los sonidos y de lo cual éstos son meros signos
y símbolos.
A través de la historia la visión empírica ha predominado en algunos
momentos mientras la visión idealista lo ha hecho en otros. Con frecuencia los
seguidores de ambos sistemas han entrado en conflicto. ¿Cuál es mejor? ¿Qué
visión debemos adoptar? Para contestar esta pregunta necesitamos considerar
el esquema evolutivo en su conjunto (tal como lo perciben los clarividentes). Al
comienzo del plan evolutivo nuestra conciencia estaba unida a Dios. Teníamos
entonces el punto de vista idealista en su estado puro. En aquel estado
nosotros teníamos conciencia del todo pero no conciencia del yo y de esa
forma no podíamos manifestar iniciativa o actuar creativamente. Con el fin de
ganar conciencia del yo se nos ayudó a construir cuerpos. Estos cuerpos
obraron como muros alrededor del yo, de manera que perdimos la conciencia
del todo pero ganamos conciencia del yo y la capacidad de actuar como
entidades creativas e independientes. Este estado de conciencia del yo es el
punto de vista empírico en su forma más pura. En el estado de conciencia del
yo surgen conflictos entre los individuos y hay luchas, guerras y mucho
sufrimiento.
El propósito último de la evolución es recobrar la armonía universal de la
conciencia del todo pero manteniendo la iniciativa y creatividad individuales
asociadas a la conciencia del yo. Así, nuestro objetivo sería combinar los
puntos de vista empírico e idealista, unir lo laico y lo religioso, la cabeza y el
corazón, el bien del individuo con el bien del todo. Las causas deben ser
buscadas tanto en el mundo sensorial como en el extra sensorial. Deben
admitirse evidencias tanto de los sentidos físicos como de la intuición y
encajarlos en nuestra visión del mundo. Mediante el amor debemos unir los
intereses colectivos y los individuales. Si todos estamos sintonizados y
sentimos los dolores y alegrías de cada uno, entonces el bien de uno se
convierte en el bien de todos. Los dirigentes políticos deben ser tanto hombres
de estado como líderes religiosos. El arte necesita combinar la belleza formal
con el significado interior.
Cuando la unificación se haya conseguido, entonces el "matrimonio
místico" tendrá lugar y seremos capaces de entrar en la Ciudad Santa (estado
del ser) en la cual no habrá muerte o dolor nunca más, allí donde el agua de la
vida fluye, allí donde la gloria de Dios es la fuente de luz, tal como se describe
en Apocalipsis 19:7-9 y Apocalipsis 21-22. Este es el Reino de Cristo y así
haremos bien en rogar "Venga a nosotros Tu Reino".
REFERENCIA
- Cowell, F.R. Values in Human Society--The Contributions of Pitirim A.
Sokorin to Sociology. Boston, Massachusetts: P. Sargent, 1970.
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Ciencia
y
Religión
Por
Elsa M.
Glover
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