XIII. SOLUCIÓN DE CONFLICTOS CON MÉTODOS
ACUARIANOS
“Dentro de cada hombre mora un rey. Habla al rey y el rey se manifestará.”
Proverbio escandinavo.
En la Era de Piscis la gente vivía bajo el gobierno de dictadores como los reyes, sacerdotes y otros, quienes establecían leyes y proclamaban lo que era verdadero y justo. Puesto que todos en una misma sociedad seguían al dictador, el conflicto interno era escaso. Si dos personas tenían diferencias, podían acudir al dictador y él diría quien tenía razón y quien no, y lo que debía hacerse para resolver el conflicto. De esa forma todo transcurría en paz y armonía.
En la Era de Acuario no existirá una cabeza que tome todas las decisiones y lo piense todo. En vez de eso, cada cual pensará por sí mismo. Cuando muchas personas generan ideas independientemente, partiendo de perspectivas distintas y ejerciendo su creatividad en diferentes modos, surge una gran variedad de opiniones, algunas de las cuales pueden entrar en conflicto. El gran problema que se plantea es cómo resolver esos conflictos. Ya no hay una autoridad a la que acudir y que proporcione a los individuos una solución definitiva de los conflictos. De alguna manera deben trabajar juntos para resolver los conflictos ellos mismos.
La Era de Acuario es una época de razonamiento. Así que la razón será empleada para resolver conflictos. Veamos las causas y los remedios de los conflictos a la luz de la razón. Las personas tienen necesidades y deseos de orden físico (comida, ropa, vivienda), de seguridad, de compañía, estima y auto-realización (creatividad, independencia, logro de metas personales). Si las necesidades o deseos de una persona chocan con los de otra, surgirá un conflicto.
Una situación en la que los deseos y necesidades entran en conflicto es la superpoblación: demasiadas personas; comida, vestido y vivienda insuficientes. El remedio para este tipo de conflictos es disminuir el número de personas en una región o zona determinada y/o trabajar para aumentar la comida, vestido y vivienda disponibles.
Otra situación en la que aparece el conflicto es aquella en la que alguien excede lo que serían sus necesidades legítimas e interfiere con las necesidades o deseos de otras. Esto sucede cuando alguien roba, cuando alguien amenaza o golpea a otro sin motivo, cuando alguien impone su presencia o sus ideas, cuando alguien trata de quedar por encima o dominar a otros. Cuando aparece este tipo de conflicto las personas deben ser colocadas en disposición de ver las cosas desde el punto de vista del otro y de ese modo puedan reconocer que todos tienen deseos y necesidades, de modo que para vivir en paz y armonía nadie puede satisfacer sus necesidades y deseos a costa de otro.
Algunos que exceden sus deseos y necesidades legítimas pueden desconocer otros caminos para satisfacerlas. Sería inútil explicar a un hombre hambriento que no está bien robar. En tales casos, el único medio de solucionar el problema sería ayudar a la persona necesitada a encontrar un modo de satisfacer sus necesidades. Dad algo de comida y un trabajo al hambriento y probablemente no robará más. Si alguien siente la necesidad de ser escuchado y molesta a todo el mundo con su charla, el problema no se solucionará diciéndole “cállese”. Más bien, alguien debería escuchar al que habla hasta que su necesidad de ser escuchado haya sido satisfecha. Si alguien está necesitado de reconocimiento y consecuentemente alardea de sus facultades, el problema no se resuelve diciéndole que no ha hecho ni la mitad de los méritos que pretende tener. El problema más bien se resolvería satisfaciendo su necesidad de reconocimiento, alabándolo en cierto grado para que comience a sentirse apreciado.
A veces las necesidades y deseos de dos personas pueden entrar en conflicto porque una está excediéndose en sus derechos, aunque la persona avasallada podría evitar el conflicto renunciando a sus deseos. Esta técnica es especialmente útil en asuntos triviales que no merecen el esfuerzo de una confrontación. También puede recurrirse a ella cuando una persona ama a la otra y está dispuesta a asumir cargas con el fin de hacer las cosas más fáciles a la otra persona. Es peligroso obrar así a menos que uno realmente renuncie a sus deseos. De otra forma, aparecen tensiones internas. John Powell cita en Why Am I Afraid to Tell You Who I Am? p. 64: “(Si algo de lo que haces me molesta) tendré la tentación de creer que lo mejor es no mencionarlo. Nuestra relación será más pacífica... De modo que lo guardo para mí y cada vez que lo haces de nuevo mi estómago acumula tensiones... 2... 3... 4... 5... 6... 7... 8... hasta que un día haces lo mismo de siempre y entonces monto una buena. Todo el tiempo me estabas molestando, lo guardaba dentro de mí y de alguna forma, en secreto, aprendía a odiarte.
Mis buenos pensamientos se transformaban en bilis. Cuando finalmente todo salió a la luz en una gran explosión emocional, no lo entendías. Pensaste que este tipo de reacción era totalmente injustificada.”
Algunas personas sufren necesidades y deseos conflictivos en su interior. Quieren a la vez dos cosas que no se pueden tener simultáneamente. Querrían salir a la calle y quedarse en casa a la vez. Querrían comer de todo y a la vez estar delgadas. Querrían hacer su trabajo y a la vez jugar. Esas personas tienden a estar en conflicto con su entorno porque todo lo que se haga por ellas de alguna forma está equivocado. Tales conflictos sólo pueden resolverse ayudando a la persona a entender que no puede estar en misa y repicando y animándola a aclarar sus metas y lo que debe hacer para alcanzarlas.
Otra situación en la que sobrevienen conflictos es cuando alguien piensa que sus necesidades y deseos están en conflicto debido a malentendidos. Obsérvese que las necesidades y deseos no están realmente en conflicto, de modo que al aclararse el malentendido desaparece el conflicto. Los malentendidos pueden disolverse mediante la comunicación. La comunicación debe ser continua, abierta y bidireccional. Ambas partes necesitan escuchar al otro libres de prejuicios de modo que pueda existir resonancia y producirse empatía y comprensión entre las dos partes. Cada parte debe ser capaz de ver el punto de vista de la otra. Las personas necesitan aprender a ver el pensamiento detrás de las palabras utilizadas para expresar ese pensamiento, de modo que dos personas con la misma idea no discutan más debido a las palabras.
Muchas personas están en conflicto no por un enfrentamiento de sus necesidades y deseos presentes sino por un enfrentamiento antiguo, persistiendo la memoria de aquel hecho. Tales conflictos desaparecerían con facilidad y dejarían de abrumar a las personas si ellas se desprendieran de sus malos recuerdos y perdonaran a sus deudores.
Algunos no quieren perdonar a sus deudores porque sienten que no se ha hecho justicia.
El hombre, sin embargo, es un pobre juez de justicia, porque puede apreciar ciertos incidentes, mas no es capaz de formarse un cuadro completo con todos los haberes y debes implicados, algunos de los cuales tuvieron lugar en vidas previas en la Tierra. Así que el hombre haría mejor en dejar la justicia en manos de Dios. San Pablo escribió en su Carta a los Romanos (12,19): “No os toméis la justicia por vuestra mano, queridos míos, dejad que sea Dios quien determine el castigo, pues está escrito, “A mí corresponde castigar; yo daré a cada cual su merecido.”
Si los conflictos han de resolverse, deben ser acometidos con la actitud adecuada. Es importante comprender que las personas pueden discrepar y seguir siendo amigos. Los desacuerdos deberían ser mantenidos en un nivel intelectual y no permitirse su degeneración en ataques emocionales de una persona contra otra. Los insultos nunca resolvieron una disputa. Pero sí puede resolverse un desacuerdo si cada parte le explica a la otra con calma las razones de sus creencias. Si una parte ve lo que considera un error en el razonamiento de la otra, puede señalar cordialmente lo que considera erróneo y por qué. Si la otra parte acepta la corrección, puede modificar su opinión. Si ve un error en la argumentación, puede replicar cordialmente. En tal discusión es de la mayor importancia que ambas partes escuchen lo que el otro tiene que decir, permanezcan abiertos a ideas nuevas, flexibles y capaces de cambiar una opinión que se demuestre insostenible.
Igualmente, al tratar de resolver conflictos, las personas deberían intentar ver la situación en su conjunto y poder determinar lo mejor para todos los implicados, no sólo mirar por alcanzar la mayor ventaja para sí mismas. Los principios de la justicia deberían ser aplicados por igual a todos los afectados, en vez de a unos sí y a otros no.
Los derechos humanos de todos deberían ser respetados.
Finalmente, los conflictos deberían ser afrontados con la mentalidad de que pueden resolverse. Nada se puede conseguir cuando las personas han perdido la esperanza. Las personas pueden hacer todo que se consideren capaces de hacer.
Bibliografía
-Nye, Robert D. Conflict Among Humans. New York: Springer Publishing Co., 1973.
-Powell, John. Why Am I Afraid to Tell You Who I Am? Allen, Texas: Argus
Communications, 1969.
-Tolstoy, Leo N. Tolstoy's Tales of Courage and Conflict. Garden City, New York:
Hanover House, 1958 [Neglect a Fire and It Spreads, pp. 311-22]
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