IV. El Principio de Indeterminación
En 1820 Pierre Simon Laplace afirmó que, conocidas la posición y la
velocidad de cada partícula del universo, se podrían predecir todas las
posiciones futuras de todas las partículas y, por consiguiente, todos los
acontecimientos futuros. Siguiendo a Laplace, diferentes científicos
materialistas mantuvieron esta opinión durante todo el siglo XIX. Su creencia
era apoyada por sus observaciones. Dada la posición y velocidad iniciales de
una bola lanzada, ellos podían predecir dónde se detendría. Dada la posición y
velocidad iniciales del Sol y los planetas, podían predecir dónde se encontraría
cada uno en cualquier momento. Incluso los objetos con carga eléctrica
parecían obedecer leyes inexorables, de modo que conocidas sus posiciones y
velocidades iniciales, las posiciones futuras podían ser calculadas. La creencia
de Laplace llevó a la gente a adoptar la creencia de que el mundo operaba
completamente de acuerdo con leyes, que el porvenir estaba predeterminado y
que los hombres no tenían control ni sobre su propio futuro ni sobre el futuro
del mundo.
En las cercanías del siglo veinte los científicos observaron hechos que
empezaron a hacer vacilar su confianza en la capacidad teórica para predecir
todos los acontecimientos futuros. En el experimento sobre el efecto
fotoeléctrico (1887), en el experimento Franck-Herz (1914), en el experimento
sobre el efecto Compton (1922) y en el experimento sobre difracción del
electrón (1927), los electrones y las ondas de luz no se comportaban de la
forma esperada según la teoría clásica. A su tiempo, las conclusiones que
sacaron los científicos materialistas fueron:
1) La luz se mueve en el espacio como una onda (la cual se extiende sobre
una porción del espacio) pero cuando la luz interactúa con algo aparecen
partículas concretas (llamadas fotones) dentro de la onda. No se puede
predecir cuándo aparecerá un fotón en la luz, aunque es posible hablar
sobre la probabilidad relativa de que aparezca el fotón en una zona
determinada.
2) Un electrón se mueve por el espacio como una onda pero cuando el
electrón interactúa con algo aparece una partícula concreta dentro de la
onda del electrón. Como ocurría con el fotón, sólo se puede afirmar la
probabilidad con que aparecerá el electrón-partícula dentro del electrónonda.
3) Similarmente, otras partículas elementales (como protones y neutrones) se
mueven por el espacio como ondas e interactúan como partículas.
Sobre la descripción de la materia y la luz como onda-partícula se
construyó el Principio de Indeterminación, enunciado por Werner Heisenberg
en 1927. Supongamos que "delta x" representa la amplitud de una onda.
Entonces, la indeterminación sobre dónde aparecerá la partícula será también
"delta x". Se podría precisar dónde aparecerá una partícula disponiéndolo todo
para que la onda de la partícula fuera muy estrecha. Lo que Heisenberg advirtió
es que cuanto más estrecha fuera la onda, mayor sería la indeterminación en la
velocidad que la onda daría a la partícula creada. En forma algebraica, el
Principio de Indeterminación de Heisenberg afirma/reza así lo siguiente:
+x · +y >= h/m
Donde "delta y" es la indeterminación en la velocidad de la partícula, "delta x"
es la indeterminación en la posición de la partícula, "m" es la masa de la
partícula y h=6.626 por 10 a la menos 34 potencia Js. Así, los científicos
materialistas llegaron a la conclusión de que es imposible conocer con
precisión la posición y velocidad de una partícula simultáneamente. Si no
podemos conocer con exactitud la posición y velocidad iniciales de las
partículas en el universo y si las partículas (cuando no interactúan) pueden
desaparecer (transformarse en ondas) y reaparecer en un lugar imprevisible,
entonces la creencia de Laplace en la predicción teórica de todos los
acontecimientos futuros es insostenible.
Los científicos materialistas atribuyen la aparición de partículas en un
lugar u otro "al azar" porque sólo pueden predecirla desde el punto de vista de
probabilidad. Albert Einstein, sin embargo, afirmó en 1947: "Nunca creería que
Dios juega a los dados con el mundo". Lo que parece azar a los científicos
materialistas no lo es para los clarividentes, que pueden ver poderes superiores
en acción. Los clarividentes ven numerosas fuerzas inteligentes activas en el
mundo. Cada persona tiene un Espíritu (a veces llamado Ego) que puede dirigir
el cuerpo físico según su voluntad. Los animales y plantas también tienen
Egos, aunque sus Egos tienen menores habilidades para dirigir sus cuerpos
físicos densos que los Egos humanos. Existen asimismo ángeles que ayudan a
dirigir los procesos de reproducción y crecimiento, y arcángeles que ayudan a
dirigir las migraciones, la construcción de refugios y otras actividades instintivas
de los animales así como el desarrollo de costumbres, creencias y actividades
colectivas de los pueblos y las naciones. Existen Ángeles Archiveros que
disponen las experiencias que la gente encuentra en su vida de tal forma que
todo el mundo recibe exactamente lo que necesita para su desarrollo.
No puede haber contradicciones en la verdad. En tanto que la ciencia es
cierta y en tanto que la religión es cierta, ambas pueden convivir una con otra
en armonía. El desarrollo del Principio de Indeterminación por la ciencia
materialista llevó la ciencia un paso más cerca de la verdad y abrió espacio en
la teoría científica para la interacción entre espíritu y materia, como afirma la
religión que sucede.
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Ciencia
y
Religión
Por
Elsa M.
Glover
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