CARTA Nº 42
Mayo de 1914
NUESTRAS RESPONSABILIDADES
EN CUANTO A COMUNICAR
LA VERDAD
Con respecto a la carta del mes pasado uno de los estudiantes nos escribe: "En su carta parece ser que hay la
consideración implícita de que no existe secreto o discreción que guardar por parte del individuo que sabe de
cosas ocultas, para comunicarlas a los demás, así como tampoco que no incurre en responsabilidad personal
alguna, o por lo menos, la explicación dada por usted no parece ser simple y clara."
Es, por supuesto, imposible el abarcar un asunto de esta naturaleza en una o en varias cartas. Pero la cuestión
respecto a la responsabilidad de esparcir la verdad nos concierne realmente a nosotros en cuanto al peligro
que representa de usarlo mal. Mi comunicante dice, además, que "hay determinadas sectas en el país que
poseen algunos poderes y que emplean con propósitos egoístas y avariciosos", y pregunta si seria erróneo el
ocultar estos poderes de tales clases de gentes. Ciertamente que no. Pero los Hermanos Mayores tienen eso a
su cuidado y ellos son los guardianes y custodios reales de todo aquello que es altamente peligroso. El
hipnotismo es peligroso, efectivamente, pero no hasta tal extremo como las fuerzas ocultas de que habla
nuestro comunicante.
Durante la antigua dispensación de los israelitas las tinieblas reinaban en el Santuario de los Santuarios y era
solo permitido que unos cuantos sacerdotes y levitas penetraran en el Templo. El Sumo sacerdote podía
solamente entrar en el Santuario de los Santuarios y eso una vez al año únicamente. Pero a la Crucificación
se rasgó el velo del Templo, éste fue inundado de luz y desde aquel momento no existe ningún secreto
prevaleciente sobre la Iniciación. Sin embargo, ello es, en cierto sentido tan secreto como siempre, pues
como dije en la última carta no consiste en ninguna ceremonia en absoluto. Es una experiencia interna y
nosotros debemos tener el poder dentro de nosotros mismos para vivir tal experiencia antes de que se nos
presente. Este secreto es de la misma naturaleza que, por ejemplo, los misterios de la raíz cuadrada son un
secreto para la mente infantil. No hayremuneración por la iniciación que pueda implicar o conferir una
comprensión de estos problemas por la mente del niño; éste debe vivir el número de años suficiente y
madurarse gradualmente hasta el punto en que sea posible iluminarle con estos conocimientos. Cuando haya
alcanzado tal punto no habrá ninguna dificultad que se oponga a que este niño sea iluminado con tales
cálculos. Él los comprenderá y verá la verdad acerca de ello muy fácilmente.
Es exactamente esta verdad de la cual hablamos en la carta del mes pasado. El discípulo debe pasar por un
periodo de entrenamiento y ejercicio y por esta instrucción se hace maduro y dúctil hasta tal punto que él
pueda vivir la verdad dentro de sí. Entonces cuando llega el momento es muy fácil para el Maestro o el
Iniciador el indicarle por la primera vez el modo de emplear la verdad que ha descubierto, el usar la fuerza
que ha almacenado, y entonces es cuando llega el momento de ser iniciado. Pero esta experiencia no puede
comunicarse a ningún otro. Es absolutamente sin utilidad el esforzarse en explanarla. No es por
consecuencia de ninguna ceremonia, ni de ninguna otra exhibición externa que llega a ningún hombre, sino
que es un resultado real de sus acciones del pasado. Por lo tanto, puede aplicar esa verdad en su vida diaria
aunque otros sean absolutamente incapaces de concebirla, al igual que el niño es incapaz de apreciar lo que
sucede cuando se le explica en una pizarra un ejemplo de raíz cuadrada ante sus ojos. De este modo están las
reales y vitales verdades guardadas de todos, hasta que la llave del mérito abre la cerradura de la caja de los
tesoros.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
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