CARTA Nº46
LA GUERRA MUNDIAL
Y LA MORTALIDAD INFANTIL
Hasta este momento, he hecho cuanto he podido para no comentar los tópicos actuales, pero siento que la
presente crisis cósmica demanda algo de esta Residencia que pueda servir de guía a los estudiantes con
respecto a esta calamidad. El efecto de esta matanza de seres humanos sin precedentes tiene un alcance
mucho más lejano que el que aparece desde el punto de vista físico.
En primer lugar, como es lógico, este punto de vista afecta a todos nosotros. Podemos asociarnos al dolor
que domina a muchos miles de hogares en los que el padre, un hijo o un esposo ha sido arrebatado por la
muerte. Pero el dolor y la tristeza que podemos ver en el mundo desaparece en su insignificancia cuando se
le compara con lo que toma lugar en los planos superiores de la naturaleza. Los miles y miles de víctimas de
esta guerra cruel despiertan del estupor de la muerte producido por tan repentina transición del Mundo
Físico al Mundo del Deseo, llevando consigo el recuerdo de las escenas del campo de batalla; muchos de
ellos están aturdidos y andan desorientados en un modo el más anhelante. No pueden concebir lo que les ha
sucedido. Otros por su lado están empezando a darse cuenta de que han pasado de un plano de la existencia
a otro y entonces sienten el dolor por aquellos seres queridos que han dejado tras ellos. Por todo esto unido
existe en este momento en el mundo un estado indescriptible e inimaginable de tristeza y dolor tanto mental
como físico.
En efecto, nunca desde que el mundo existe ha habido semejante dolor universal como el que tenemos en el
estado actual. Pero además de esto no debemos olvidar que estamos preparando el terreno para otro periodo
de dolor en el futuro, puesto que como ya hemos explicado en nuestra literatura y conferencias sobre la
Filosofía Rosacruz, es imposible para estos hombres que han sido arrancados violenta e instantáneamente de
sus cuerpos densos, el revisar el panorama de su vida pasada y como consecuencia el que sea grabado en la
forma que debe serlo. Por lo tanto, estos egos no cosecharán el fruto de sus existencias de ahora en el
Purgatorio y en el Primer Cielo como seria de otro modo. Ellos volverán en un futuro día despojados de esta
experiencia y les será necesario, con objeto de que puedan ganar lo que ahora pierden, el morir en la infancia
para que se imprima en sus nuevos cuerpos de deseos y vital la esencia de su vida anterior.
Así, pues, en algún día lejano nos veremos en la necesidad de sufrir una epidemia o algo de tal naturaleza
que arrastrará consigo mucho millares de niños y nosotros que seremos sus contemporáneos tendremos que
deplorar y lamentar tal pérdida. ¡ Oh, si fuera bien conocida esta ley de la mortalidad infantil! Entonces no
tendríamos necesidad de rogar por la paz como ahora lo hacemos. Hagamos porque todos los miembros de
la Fraternidad Rosacruz oren mañana, tarde y noche, constantemente, por el restablecimiento de la paz en el
más breve plazo de tiempo posible. Comprendamos muy bien nuestra responsabilidad derivada de nuestro
conocimiento y vivámosla con toda integridad esforzándonos diariamente en cumplir con tal deber.
Este conocimiento que hemos recibido lo debemos esparcir dondequiera que se presente la oportunidad
debida sin imponerlo a nadie. Si el mundo conociera y creyera en la ley de Renacimiento y de Consecuencia,
si comprendiera la ley de la mortalidad infantil, una cosa tan tremenda como esta guerra no se hubiera
producido nunca, y cuanto más nos esforcemos en inculcar estas enseñanzas, mejor promoveremos la paz y
la buena voluntad y mejor serviremos a nuestros semejantes.
Ruégoles especialmente pongan toda su vehemencia y se concentren con toda la fuerza de su alma sobre el
trabajo de curación que tiene a su cargo este Centro General con ocasión de las reuniones para la curación.
Nosotros necesitamos todo el auxilio que se nos pueda dar.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
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