CARTA Nº 36
MÉTODOS DE DESARROLLO
ORIENTALES Y OCCIDENTALES
Recibimos con frecuencia peticiones de auxilio de personas que desgraciadamente han pertenecido a
sociedades en las que se convierten en presa de espíritus control, los cuales las persiguen y obsesionan hasta
que la vida para ellas llega a ser una carga insoportable. Asimismo recibimos solicitudes de ayuda de
personas que han frecuentado grupos que enseñan ejercicios de respiración indios. La impaciencia para
penetrar en los mundos invisibles les lleva a muchos hombres el entregarse a tales ejercicios, cuya
naturaleza peligrosa no conocen, ni comprenden hasta que es demasiado tarde y están convertidos en una
piltrafa humana, tanto física como espiritualmente. Entonces vienen a nosotros en demanda de alivio, que
afortunadamente hemos podido prestar a todos aquellos que hasta el presente se han dirigido a nosotros, aun
cuando algunos de ellos estaban en las lindes de la locura.
Por estas malas consecuencias es por lo que las obras literarias de la Fraternidad Rosacruz están repletas de
advertencias contra los ejercicios de respiración orientales, porque no son apropiados para los occidentales.
Hace poco hemos sabido con indecible desconsuelo que un estudiante está enfermo a consecuencia de los
ejercicios de respiración. Por todo lo cual, creemos que será conveniente que una vez más estampemos la
razón por la diferencia de los métodos orientales y occidentales, para que podamos hacer comprender
claramente el por qué es muy prudente el abstenerse de los ejercicios en cuestión.
En primer lugar, es necesario concebir que la evolución del espíritu y la evolución de la materia marchan
paralelas. El espíritu se desenvuelve por habitar en vehículos de materia densa y por trabajar con los
materiales que encuentra en el Mundo Físico. De este modo progresa el espíritu y a la vez la materia se
refina por el hecho de que el espíritu la manipula.
Los espíritus más avanzados atraen hacia si materia más fina que aquellos que se hallan detrás en el sendero
de la evolución, y los átomos de los cuerpos de una raza más desarrollada son más sensitivos que los de los
hombres de raza más atrasada.
Así, pues, los átomos de la gente cultivada del Occidente responden a oleadas vibratorias que todavía no
alcanzan los que habitan los cuerpos orientales. Los ejercicios de respiración se emplean con el objeto de
despertar los aletargados átomos del aspirante oriental y es necesario un vigoroso curso de este tratamiento
para elevar la nota de su vibración. El indio americano o el hotentote pueden emplear durante varios años
tales ejercicios impunemente, pero es completamente distinto el caso cuando una persona con un cuerpo
altamente sensibilizado como el del occidental atenta este tratamiento. Los átomos de su cuerpo han
quedado ya sensibilizados por su evolución natural y cuando esta persona recibe el ímpetu extra de los
ejercicios de respiración, los átomos se desbordan y es en extremo difícil el volverlos otra vez a su reposo
debido.
Como ello puede proporcionar algún beneficio no estará de más el mencionar que el autor tiene experiencia
personal del asunto. Hace años, cuando empezó su marcha en el sendero y estaba imbuido con la
característica impaciencia común a los investigadores ardientes del conocimiento, leyó acerca de los
ejercicios de respiración en trabajos publicados por Swami Vivekananda y comenzó a seguir los consejos
contenidos en ellos con el resultado de que al cabo de dos días su cuerpo vital quedaba expulsado fuera del
físico. Esto le produjo una sensación de caminar por el aire, como si fuera imposible el conseguir mantener
los pies descansando sobre el terreno sólido y el cuerpo completo parecía vibrar a un tono enorme. El
sentido común vino en ayuda del rescate. Detuvo los ejercicios, pero necesitó más de dos semanas para que
volviera el restablecimiento y de que notara la normal sensación de caminar por tierra con pie firme y antes
de que cesaran las vibraciones anormales.
En una parábola se dice que algunos fueron arrojados atrás, o sea, aquellos que no disponían del manto
nupcial. A menos que primeramente desarrollemos el cuerpo del alma, cualquier intento para penetrar en los
mundos invisibles significa algún desastre y cualquier maestro que profesa capacidad para conducir a los
hombres hasta los planos invisibles no debe permitir dependencia del aspirante sobre él. Existe un solo
camino, a saber: una paciente persistencia en el bien obrar.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
*
*
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario