CARTA Nº 39
Febrero de 1914
DONDE DEBEMOS BUSCAR LA
VERDAD Y COMO LA CONOCEREMOS?
Al final de la carta del pasado mes vimos que Siegfried, el investigador de la verdad, había alcanzado la
finalidad que perseguía. Había encontrado la verdad. Meditando acerca del asunto se me ocurre que seria
conveniente el dedicar esta carta para dar una contestación integra de la materia que la encabeza, es decir,
"¿donde encontraremos la verdad y cómo la conoceremos sin ninguna clase de duda cuando la hayamos
encontrado?"
El estar absolutamente seguros acerca de esta cuestión es de vital importancia. Para muchos que
accidentalmente entran en el Mundo del Deseo, tales como los médium, por ejemplo, están cegados por la
ilusión y la alucinación debido a su incapacidad para conocer la verdad. Además, los Hermanos Mayores de
la Orden Rosacruz dan a los probacionistas una definida y científica enseñanza sobre este punto y con objeto
de preservarles del peligro indicado más arriba les someten a una prueba determinada y real antes de admitir
a ninguno de ellos para el discipulado. Todos deben alcanzar determinada puntuación en esta materia.
Acaso sorprenda a los lectores que no se reserve esta discusión para los probacionistas o discípulos, pero la
Fraternidad Rosacruz no cree en secretos ni misterios. Todo aquel que quiera puede calificarse para
cualquier grado y esta calificación no es una cuestión de forma, sino como consecuencia de vivir la vida.
Con respecto a la primera parte de la pregunta, "¿donde buscaremos la verdad?", diremos: Hay solo una
contestación: dentro. Esto es absolutamente un asunto de desarrollo moral y la promesa de Cristo de que si
vivimos la vida conoceremos la doctrina, es verdadera y exacta en su sentido mas lato y literal. Nunca se
encontrará la verdad por el mero estudio de mis libros o los de cualquiera otro. Mientras que se corra detrás
de maestros externos, yo mismo u otro cualquiera, el aspirante se halla perdiendo lastimosamente el tiempo
y la energía. Los libros y los maestros pueden, quizás, elevar y aumentar el interés del investigador e
impelerle a vivir la vida, pero únicamente en la medida que este convierta los preceptos de aquel en una
parte de su ser interno, se está investigando en la dirección conveniente. El Hermano Mayor de quien yo,
quizás, equivocadamente, hablo como si fuera un maestro - nunca me ha enseñado directamente, desde el
primer corto periodo, cuando lo que está contenido en el Concepto Rosacruz del Cosmos, fue dado, y en el
año pasado aprendí la lección de no hacer preguntas, pues he notado, que cuando quiera que obro así, él,
simplemente, me da una indicación o insinuación del modo en que por mi mismo puedo alcanzar el
conocimiento que busco. Ahora, en vez de hacerle preguntas le pido la orientación para poder solucionar el
problema. Así, pues, puede verse que por el uso de nuestras facultades, por las cuales nos podemos
comparar con los talentos de que habló Cristo, es el medio de alcanzar la información más valiosa para
nosotros.
La segunda parte de la pregunta, "¿Cómo podremos conocer la verdad?", quedará contestada del mejor
modo si remitimos al lector al ejercicio nocturno relatado en la Lectura nº 11, "Vista y percepción
espiritual”. Este ejercicio puede ser realizado por cualquiera persona sin que tenga que ser forzosamente un
probacionista de nuestra Fraternidad. El maestro dijo en el momento de darlo, que si se pudiera conseguir
que la persona más depravada del mundo realizara este ejercicio fielmente durante seis meses, la tal persona
quedaría reformada permanentemente, y todos aquellos que lo realizan fiel y exactamente han visto que
agudiza todas las facultades mentales, especialmente la memoria. Además, por el juicio imparcial de uno
mismo, noche tras, noche, se aprende a discernir la verdad del error en extensión y grado, tan grande que no
es posible conseguir por ningún otro medio. No todos nuestros estudiantes pueden sentirse inclinados a
hacerse probacionistas y por nuestra parte nunca insistiremos sobre ninguno para que haga nada en la
Escuela de Sabiduría Occidental. Pero si se quiere realmente conocer la verdad, nosotros recomendamos
sincera y honradamente este método. Este ejercicio desarrolla una facultad interna que, no importa cual
argumento o manifestación se hace al que lo sigue, una vez que ha desenvuelto tal facultad, conoce
inmediatamente si lo que se le dice suena como verdadero o viceversa.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
*
*
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario