CARTA Nº43
Junio de 1914
EL VOTO FEMENINO Y SU IGUALDAD
MORAL
De la carta del mes pasado saltará la evidencia, por extraño que ello parezca, que la ópera Tannhauser es la
cruzada legendaria de lo que ahora viene discutiéndose tanto, es decir, el voto de la mujer, del cual oímos
hablar tanto en los tiempos modernos. También es evidente, como allí dijimos, que lo igual produce
semejante, y una mujer que es tímida y miedosa, que ha sido llevada a la fuerza al matrimonio de manera
brutal, quien se ve así misma manumitida como si fuera una bestia más, ni libre para exteriorizar sus ideas y
sentimientos, no puede producir una sucesión noble, fuerte y sin miedo, unos hijos con el coraje suficiente
para adherirse a sus ideales. Así, pues, tanto tiempo como sostengamos a la mujer en esta limitación,
negándole su lugar en el mundo como auxiliar cooperadora y compañera del hombre, tanto tiempo
retardaremos el desenvolvimiento de la raza y el nuestro. Esta es la razón esotérica por la cual debe haber
entre los dos sexos una igualdad absoluta.
Si el hombre comprendiese y concibiera totalmente la idea de que nacemos en cuerpos alternos, bien pronto
accedería a las peticiones de la mujer, si no por otra razón por la egoísta razón de que en su vida venidera
aquellos que ahora están ocupando un cuerpo masculino, tendrán que poseer un vehículo físico femenino y
tendrán que vivir bajo las condiciones que ahora ellos creen. De este modo los hombres que niegan ahora los
justos privilegios que pide la mujer, tendrán que trabajar algún día bajo estas condiciones, mientras que
aquel sexo que ahora está revestido con un cuerpo femenino disfrutará los mismos privilegios que ahora pide
sin tener necesidad de luchar por ellos, pero en la forma que el autor ve este asunto no es meramente el
privilegio de votar el de mayor importancia, sino el de la igualdad moral que la mujer debe poseer y al que
ciertamente tiene tan perfecto derecho divino como el hombre.
Un punto expuesto en Tannhauser debe, especialmente, llamar la atención de aquellos que anhelan vivir la
vida superior, y es el de que Tannhauser se ve acusado por sus amigos estrictamente por sus pecados al
enterarse de ellos como después lo es por la misma Iglesia. No hay un patrón doble de moralidad en la
naturaleza. El pecado es pecado para cualquiera que lo cometa, y aún más, pues: a aquel que mucho se le dé,
mucho se le pedirá.
Por lo tanto las personas que han llegado a un estado elevado de iluminación deben, sobre todo, aprender a
vivir una vida pura y honesta en armonía con sus ideales. Si, por la iluminación, nos elevamos por encima de
la ley, no empleemos, como dice Pablo, nuestra libertad como ocasión de satisfacer la carne. La doctrina de
las "almas gemelas" y de las "afinidades" ha hundido muchas vidas, que si no hubiera sido por ellas habrían
sido coronadas con gran desarrollo del alma.
Lo que la sombra es a la luz, lo que el "demonio" es a Dios, eso es precisamente lo que la lujuria es al amor.
El amor es divino, una camaradería de las almas libres. La lujuria es diabólica y el transgresor es un esclavo
del pecado; no importa que el ultraje haya sido legalizado por el Estado y bendecida por la Iglesia.
Así, pues, esforcémonos para luchar para amarnos los unos a los otros como espíritus, antes bien que
satisfacer nuestras pasiones carnales.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
*
*
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario