humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

*
del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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sábado, 19 de enero de 2013

EL MENSAJE MÍSTICO DE NAVIDAD



CARTA Nº 25
Diciembre de 1912



EL MENSAJE MÍSTICO DE NAVIDAD

¡Campanas de Navidad! ¿Las ha oído usted en su mágico tañer en los días de su infancia
antes de que la duda naciera en su corazón y destrozado las ideas inculcadas por la Iglesia? La
misma campana llama a la iglesia los domingos y para la oración todos los días de la semana, pero
en tal día de Navidad era otro timbre y otro llamar, algo desusadamente alegre y festivo, algo que
nosotros ahora atribuimos a la imaginación infantil. Hemos perdido este algo; sin embargo,
podemos congratularnos de habernos emancipado por lo que alegremente hemos dado en llamar las
"mojigangas de la iglesia". Wordsworth, en su "Oda a la inmortalidad" expresó el agudo
sentimiento de dolor debido a la pérdida de los ideales de la niñez, pues nada en el mundo puede
compensar su valor, ni ocupar su lugar. Sin embargo, podemos estar henchidos de bienes
materiales y ser verdaderamente mendigos cuando el encanto de la juventud se ha ido y las
concepciones intelectuales ahogan lo que conocemos con el nombre de "supersticiones".
San Pablo nos exhortó a tener siempre a mano una razón para nuestras creencias y existe
una razón mística para nuestras prácticas de la iglesia, que han venido siendo empleadas desde la
mis remota antigüedad. El sonido de la campana cuando la vela se encendía sobre el altar fue
inaugurado por videntes iluminados espiritualmente para enseñar la unidad cósmica de la luz y del
sonido. La lengua metálica de la campana brinda el mensaje místico de Cristo a la humanidad tan
claro hoy como la primera vez que Él anunció la graciosa invitación:

"Venid a mi, todos vosotros
que trabajáis y que vuestra carga es pesada, pues yo quiero daros descanso."

Así, pues, la campana
es un símbolo de Cristo, la "Palabra", cuando nos llama para hacer el servicio de la oración ante el
altar iluminado donde nos recibe a nosotros como la "Luz del mundo".
Asimismo el sentimiento peculiar festivo que despiertan las campanas de Navidad es
producido por causas cósmicas y que están activas en esta época del año y la estación actual es
santa de toda santidad como ahora veremos.
Aquellos que estudian la ciencia de las estrellas consideran a los signos del Zodiaco como un
instrumento musical sonoro vibrando cada uno de tales signos con una nota particular, y como las
órbitas circundantes navegan en caleidoscopica procesión de signo a signo en una combinación
siempre cambiante, los coros de la armonía cósmica conocidos para los místicos como el "canto de
las esferas", emiten un eterno himno de oración y alabanza hacia el Creador. Esta no es una idea
fantástica sino un hecho real patente para el vidente y capaz de ser demostrado a los pensadores por
sus efectos. Tampoco no es una cosa monótona la armonía de las esferas, pues sus acordes varían
todos los días, todos los meses, según el Sol y los planetas cruzan signo tras signo en sus órbitas.
Hay también épocas de variaciones anuales debido a la precesión de los equinoccios. De este modo
hay una infinita variedad en el canto de las esferas, como sin duda debía de ser, pues este cambio
constante de vibración espiritual es la base de la evolución física y espiritual. Si cesara, siquiera
fuera por un instante, el Cosmos se resolvería en el Caos.
Para demostrarlo, observemos la Naturaleza y la calidad de la vida de amor que fluye de la
estrella de Cristo, el Sol, cuando transita el beligerante signo de Aries, el carnero, en la primavera.
EI amor sexual es la nota-clave de la naturaleza, todas las energías están concentradas en la
generación, entonces las propensiones pasionales predominan. Compárece esto con el efecto del
Sol durante el mes de diciembre cuando se halla enfocado a través del benevolente Sagitario,
regido por el planeta Júpiter. Sus rayos conducen entonces hacia la religión y la filantropía, el aire
vibra con generosidad y la vida amorosa de la estrella de Cristo encuentra su máxima expresión por
medio de este signo afín. Externamente reina la tristeza del invierno, pues el símbolo visible de la
"Luz del Mundo" se ha obscurecido, pero en la noche más obscura del año los villancicos de
Navidad evocan una respuesta sentimental a las sensaciones de Navidad, que convierte a todo el
mundo igual, todos hijos del Padre que está en los Cielos.
Ojalá la mística música de los cánticos de Navidad despierten las fibras más tiernas de su
corazón y la noche culminante de alegría sea exaltada en el ser de nuestro lector durante el año
venidero. Este es el deseo en este día de Navidad de los auxiliares en Mount Ecclesia.

del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel

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