humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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lunes, 12 de marzo de 2012

LA CAÍDA DEL HOMBRE


LA CAÍDA DEL HOMBRE


Esta es, cabalísticamente descripta, la experiencia de una pareja, la que, por supuesto, representa a la humanidad. La clave se encuentra en el versículo en el que el Mensajero de los Dioses dice a la mujer: "Parirás a tus hijos con dolor"; la misma se encuentra en la sentencia de morir que fue pronunciada al mismo tiempo.

Se observará que, anteriormente a la Caída, la conciencia no estaba enfocada en el Mundo Físico. El hombre estaba inconsciente de la propagación, del nacimiento y de la muerte. Los Ángeles que tenían a su cargo y trabajaban el cuerpo vital (el medio de propagación) regulaban la función procreadora y juntaban los sexos en ciertas estaciones del año, empleando las fuerzas solares y lunares cuando podían producir las condiciones más propicias para la fecundación, realizándose la unión inconscientemente de parte de los participantes al principio, pero más tarde produjo un conocimiento físico momentáneo. Entonces el período de la gestación no ocasionaba molestia alguna y el parto de hacía sin dolor, estando sumergidos los padres en un sueño profundo. El nacimiento y la muerte no implicaban soluciones de continuidad en la conciencia y, por lo tanto, no existían para los lemures.



Su conciencia estaba dirigida directamente hacia adentro. Percibía las cosas físicas de una manera espiritual, como cuando las percibimos en sueños, en cuyo momento todo lo que vemos está dentro de nosotros mismos. 



Cuando "sus ojos fueron abiertos" y su conciencia fue dirigida hacia afuera, a los hechos del Mundo Físico, se alteraron esas condiciones. La propagación fue dirigida no por los Ángeles, sino por el hombre, quien ignoraba la operación de las fuerzas solares y lunares. Y también abuso de la función sexual, empleándola para gratificar sus sentidos, siendo el resultado de todo esto que el dolor acompañó el proceso de la gestación y nacimiento. Entonces su conciencia se localizó en el Mundo Físico, si bien todas las cosas no se le aparecieron con nitidez hasta la última parte de la Época Atlante. Sólo entonces comenzó a conocer la muerte debido a la solución de continuidad que se producía en su conciencia cuando pasaba a los mundos superiores después de morir y cuando retrocedía al Mundo Físico para renacer. 



La apertura de sus "ojos" se efectuó de la siguiente manera: Recordaremos que cuando se separaban los sexos, el macho se convirtió en una expresión de la Voluntad, que es una parte de la doble fuerza anímica (del alma); expresando la hembra, por su parte, la Imaginación. Si la mujer no fuera imaginativa, no podría construir el nuevo cuerpo en su matriz y los espermatozoides no serían tampoco la concentración de la voluntad humana, no pudiéndose por lo tanto, realizar la impregnación y comenzar la germinación, la que resulta de la continuada segmentación del óvulo. 



Esas dos fuerzas, Voluntad e Imaginación, son ambas necesarias para la propagación de los cuerpos. Desde la separación de los sexos, una de esas dos fuerzas permanece, sin embargo, con cada individuo, y únicamente la parte que se da es utilizable para la generación. De ahí la necesidad para el ser unisexual que expresaba una sola clase de fuerza anímica, de unirse a otro que expresara la fuerza anímica complementaria. Esto ya fue explicado anteriormente. Además, la parte de fuerza anímica no utilizada en la propagación es utilizable para el crecimiento interno. Mientras el hombre empleara totalmente la doble fuerza sexual para la generación, no podría realizar nada en el sentido de crecimiento anímico propio. Pero desde entonces la parte no empleada mediante los órganos sexuales ha sido apropiada por el espíritu para construir el cerebro y la laringe para su expresión. 



Así seguía construyendo el hombre durante la última parte de la Época Lemúrica y los primeros dos tercios de la Época Atlánte, hasta que, por medio del ya mencionado empleo de la mitad de su fuerza sexual, se convirtió en un ser pensante, razonador, completamente consciente. 



En el hombre, el cerebro es el eslabón entre el espíritu y el mundo externo. No puede saber nada acerca del mundo externo sino por intermedio del cerebro. Los órganos de los sentidos son simples conductores que llevan al cerebro los choques del exterior, y el cerebro es el instrumento que interpreta y coordina esos impactos, choques o impresiones. Los Ángeles pertenecen a una evolución diferente y no han estado nunca aprisionados en un cuerpo tan denso y pesado como el nuestro. Aprendieron a obtener conocimiento sin necesidad de cerebro físico. Su vehículo inferior es el cuerpo vital. La Sabiduría vino a ellos como un don, sin necesidad de laborioso pensamiento a través de un cerebro físico. 



El hombre, sin embargo, tuvo que "caer en la generación" y trabajar para su conocimiento. El espíritu, por medio de una parte de la fuerza sexual dirigida hacia adentro, construye el cerebro para ir atesorando el conocimiento del Mundo Físico, y la misma fuerza se sigue empleando para alimentar y seguir construyendo el cerebro hoy en día. La fuerza estará mal empleada mientras el hombre la conserve, pues debería salir para procrear, pero el hombre la retiene con propósitos egoístas. No sucede así con los Ángeles. Estos no han experimentado división alguna de sus poderes anímicos, y, por lo tanto, pueden exteriorizar su doble fuerza anímica sin reservarse nada egoístamente. 



La fuerza que se exterioriza con el propósito de crear otro ser es Amor. Los Ángeles exteriorizan todo su amor sin egoísmo o deseo de compensación, fluyendo así la Sabiduría en ellos. 



El hombre exterioriza únicamente parte de su amor: El resto lo guarda egoístamente y lo emplea para construir sus órganos internos de expresión, para mejorarse a sí mismo; de suerte que su amor es egoísta y sensual. Con una parte de su poder anímico creador, ama interesadamente a otro ser porque desea la cooperación en la procreación. Con la otra parte de su poder anímico creador, piensa (también por razones egoístas), porque desea conocimientos. 



Los Ángeles aman sin deseo, pero el hombre tuvo que pasar por el egoísmo. Debe desear y trabajar interesadamente para adquirir sabiduría, a fin de que pueda alcanzar en un escalón más elevado, el desprendimiento de todo interés. 


Los Angeles lo ayudaron a propagarse aún después de la subversión de parte de la fuerza anímica. Lo ayudaron también a construir el cerebro físico, pero no tenían conocimiento alguno que pudiera ser transmitido por su intermedio, porque no sabían cómo usar tal instrumento y no podía hablar directamente a un ser con cerebro. Todo lo que ellos podían hacer era dirigir la expresión física del amor del hombre y guiarlo a través de las emociones de una manera amante e inocente, salvando así al hombre del dolor y sufrimiento incidental que el ejercicio de las funciones sexuales podía producirle haciéndolo sin sabiduría.
Si este régimen hubiera subsistido, el hombre hubiera seguido siendo un autómata guiado por Dios, y nunca se habría convertido en una personalidad, un individuo. El que se haya convertido en individuo ha sido debido a una clase de entidades mucho más malignas, llamadas los Espíritus Luciferes.

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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