humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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sábado, 17 de marzo de 2012

HACIA LA BIBLIA




- CAPÍTULO XIII - 

HACIA LA BIBLIA

 En nuestros tiempos el espíritu misionero es muy fuerte. La Iglesias occidentales están enviando continuamente misioneros a todo el mundo para convertir a los pueblos de todas las naciones a sus credos; ni son ellos solos tampoco en sus esfuerzos de proselitismo. 

El Oriente ha comenzado también con una fuerte invasión en los campos occidentales, y muchos cristianos que estaban descontentos con los credos y dogmas de los clérigos y que estaban buscando la verdad que satisficiera las ansias de su inteligencia por una explicación adecuada de los problemas de la vida, se han familiarizado y en muchos casos han aceptado las enseñanzas orientales del Budismo, Hinduismo, etc. Desde el punto de vista oculto, estos esfuerzos misioneros, sean de oriente o del occidente, no son deseables, pues son contrarios al tren de la evolución. Los grandes-Guias de la humanidad, que están a cargo de nuestro desarrollo, nos prestan la ayuda necesaria en ese sentido. La religión es una de esas ayudas, y hay muy buenas razones para que la Biblia que contiene no solo una sino dos religiones, la Cristiana y la Judía, haya sido dada solamente al occidente. Si buscamos diligentemente la luz, veremos la Suprema Sabiduría que nos ha dado esa doble religión y cómo ninguna otra religión actual, es apropiada para nuestras necesidades especiales. Con este fin tocaremos en este capítulo algunos puntos ya tratados antes en varios sitios. Durante las Épocas Polar , Hiperborea y Lemúrica, la tarea de guiar a la humanidad era comparativamente fácil, porque el hombre no tenía mente; pero cuando obtuvo ese elemento perturbador, durante la primera parte de la Época Atlante desarrolló la astucia, que es el producto de la mente no gobernada por el espíritu. La astucia obra ayudando al deseo, sin tener en cuenta si éste es bueno o malo, o de si puede traer alegría o dolor. A mediados de la Época Atlante el espíritu entró completamente dentro de sus vehículos y comenzó a trabajar en la mente, produciendo el pensamiento y la razón; la capacidad de deducir una causa dado el efecto inevitable que aquella produce. Esta facultad de razonamiento o lógica se desarrolló más completamente en la Época Aria, y, por lo tanto, los semitas originales (la quinta raza de la Época Atlante) eran un "pueblo elegido" para llevar esa facultad germinal a tal madurez, que impregnara completamente las mismas fibras de sus descendientes, quienes así se convirtieron en una nueva raza. La transmutación de la astucia en razón no fue una tarea fácil. Los primeros cambios en la naturaleza humana se efectuaron fácilmente. Podía entonces ser guiada sin dificultad porque no tenía deseos conscientes ni mente para guiarse, pero en el tiempo de los semitas originales se había hecho suficientemente astuta para sentir las limitaciones de su libertad y para evitar repetidas veces las medidas que se tomaban para mantenerla en linea. La tarea de guiarla fue entonces sumamente difícil, porque era necesario que tuviera alguna libertad de elección, para que a su debido tiempo pudiera aprender el dominio propio. Por lo tanto, se hizo una ley que decretaba recompensa inmediata por la obediencia y castigo instantáneo por la violación de aquella. Y de esta suerte se enseñó al hombre a razonar y a comprender de limitada manera que "el camino del transgresor es muy duro" y que debía "temer a Dios" o al Guía que lo conducía. De todos los que fueron elegidos como "simiente" para la nueva raza, solo unos pocos permanecieron fieles. La mayoría de ellos se rebelaron y, en lo que a ellos mismos concernía, frustraron completamente el propósito de su Guía, casándose con miembros de otras razas atlantes, dando así sangre inferior a sus descendientes. Esto es lo que quiere significar la Biblia cuando se habla de que los hijos de Dios se casaron con las hijas de los hombres. Por ese acto de desobediencia fueron abandonados y "perdidos". Aun los mismos fieles murieron en lo que respecta al cuerpo en el Desierto de Gobi (el Desierto) en el Asia Central, la patria de nuestra raza actual. Y reencarnaron , como sus propios descendientes, por supuesto, y de esta manera heredaron la "Tierra de Promisión", la Tierra como es ahora. Son las razas arias en las que la razón está desarrollándose a perfección. Los rebeldes abandonados fueron los Judíos, la mayoría de los cuales están gobernados todavía más por la facultad atlante de la astucia que por la razón. En ellos, el sentimiento de raza es tan fuerte que únicamente distinguen dos clases de pueblos: Judios y Gentiles. Ellos desprecian a las demás naciones y a su vez son despreciados por ellas, por su astucia, egoísmo y avaricia. No se niega que hagan caridades; pero es principalmente, si no exclusivamente, entre su propio pueblo y rara vez internacionalmente, como sucedió en el caso de los desastres ocurridos en Italia a consecuencia de los Terremotos, en el que todas las barreras de credos, razas, y nacionalidades se olvidaron ante el sentimiento de simpatía humana. En tales casos, como en el desastre de San Francisco, la naturaleza interna del hombre se hace más evidente que bajo cualesquiera otras circunstancias, y el observador atento puede entonces discernir la tendencia de la evolución. Entonces se manifiesta el hecho de que aunque en medio de las luchas de nuestra vida ordinaria lo olvidamos, sentimos en el corazón y reconocemos esa gran verdad de que todos somos hermanos y que la desgracia de uno es realmente sentida por todos. Tales incidentes determinan, por lo tanto, la dirección de la evolución. El dominio del hombre por la razón será sucedido por el del Amor, que actualmente obra independientemente y a veces hasta contrariamente a los dictados de la razón. Esta anomalía se produce porque el Amor actualmente es muy rara vez altruista y nuestra razón no siempre es cierta. En la "Nueva Galilea", la próxima Sexta Época, el Amor se hará altruista y la razón aprobará sus dictados. La Fraternidad Universal se realizará entonces plenamente, y cada uno trabajará para el bien de todos, porque el egoísmo será una cosa del pasado. Para que este anhelado fin pueda realizarse, será necesario seleccionar otro "pueblo escogido" de los actuales linajes de reserva, como núcleo del cual pueda surgir la nueva raza. Esta selección no se hará contra la voluntad de los escogidos. Cada hombre debe elegir por sí mismo; debe entrar voluntariamente en las filas. Las razas no son sino rasgos evanescentes de la evolución. Antes de la terminación de la Época Lemúrica, hubo un pueblo elegido diferente de la humanidad ordinaria de aquel tiempo, que fue el antecesor de las razas atlantes. De la quinta raza de éstas, otro "pueblo elegido" se seleccionó, del cual descienden las razas arias, de las cuales ha habido ya cinco y habrá dos más. Pero antes del comienzo de una nueva Época deberá haber, sin embargo, "un nuevo cielo y una nueva tierra"; los rasgos físicos de la Tierra se cambiarán y disminuirá también su densidad. Habrá otra raza al principio de la próxima Época, pero después de ella desaparecerá todo pensamiento o sentimiento de raza. La humanidad constituirá entonces una vasta fraternidad, sin tener para nada en cuenta la menor distinción. Las razas son simplemente gradaciones de la evolución que deben atravesarse, pues en caso contrario no habría progreso alguno para los espíritus que en ellas se encarnan. Pero, aunque grados necesarios, son extremadamente peligrosos, y son , por lo tanto, causa de que los Guías de la humanidad tengan que obrar con mucho cuidado. Ellos llaman a esas dieciséis razas los "dieciséis senderos de destrucción", porque mientras en las épocas precedentes los cambios sólo se efectuaban después de enormes intervalos, era más fácil que la mayoría de las entidades estuvieran prontas para ello; pero no sucede así con las razas. Éstas son comparativamente fugaces y, en consecuencia, hay que obrar con sumo cuidado, a fin de impedir que los espíritus se adhieran demasiado a las características de raza. Esto fue exactamente lo que sucedió con los espíritus que encarnaron en los cuerpos de la raza Judía. Se adhirieron tan firmemente a esa raza que siempre encarnan en la misma. "una vez Judío, siempre Judío", es su lema. 
Han olvidado completamente su naturaleza espiritual, y se glorían del hecho material de ser la "simiente de Abraham". Por lo tanto, ni son "carne ni pescado". No han tomado parte alguna en el desarrollo de la raza aria y, sin embargo, están más allá de los remanentes de los pueblos atlante y lemúrico que aún tenemos entre nosotros. Se han convertido en un pueblo sin patria, una anomalía en la humanidad. Debido a su limitación a esa idea de raza, el Guía de su tiempo se vio obligado a a abandonares y se "perdieron". Con objeto de que pudieran cesar de considerarse a sí mismos como separados de otros pueblos, los Guías dirigieron contra ellos a otras naciones en diversas ocasiones y fueron llevados como cautivos y arrancados del país donde se habían asentado, pero en vano. Se negaron abiertamente a amalgamarse con los otros. Una y otra vez volvían como un solo hombre a sus áridas tierras. Profetas de su propia raza surgieron y les predicaron por amor y predijeron el desastre, pero sin resultado. Como esfuerzo final, para persuadirlos de que debían echar a un lado la adherencia a la raza, hemos visto la anomalía de que el Guía de la raza siguiente, el Gran Instructor Cristo, apareció entre los Judíos. Esto muestra además la compasión y la sabiduría de los Grandes Seres que guían la evolución. Entre todas las razas de la Tierra no había ninguna otra "perdida" en el mismo sentido que los judíos; ninguna otra necesitaba tanta ayuda. El haberles enviado a un extranjero, uno que no fuera de su propia raza, hubiera sido manifiestamente inútil. Anticipadamente se sabía que lo hubieran rechazado. Así como el gran espíritu conocido por el nombre de Booker T. Washington encarnó entre los negros y éstos le recibieron como uno de los suyos, habitándolo así para iluminarlos en manera tal que ningún blanco pudiera haberlo hecho, así también los Grandes Guías esperaban que la aparición de Jesús, como uno de los suyos, pudiera hacerlos aceptar sus enseñanzas y salir así de su adhesión a los cuerpos de su raza. Pero es muy triste ver cómo prevalecen los prejuicios humanos. "El vino entre Su propia sangre", y ellos eligieron a Barrabás. No glorificó a Abraham ni a ninguna otra de sus antiguas tradiciones. El habló de "otro mundo", de una nueva Tierra de Amor y Olvido, y repudió la doctrina de "ojo por ojo". No les incitó a armarse contra el Cesar; si lo hubiera hecho, hubiera sido vitoreado como un libertador. Aun en ese respecto, fue mal comprendido hasta por sus discípulos, quienes lamentaron tanto su perdida esperanza de un reino terrestre, como lloraban a su Amigo muerto a manos de los romanos. El rechazo de Cristo por los judíos fue la prueba suprema de su adherencia a la raza. Desde entonces, todos los esfuerzos para salvarlos como conjunto dándoles profetas especiales e instructores, se abandonaron, y como se probó la futilidad de aislarlos en bloque, como último expediente se les mezcló con todas las naciones de la tierra. A pesar de todo, no obstante, la extrema tenacidad de este pueblo ha prevalecido hasta nuestros días y la mayoría continúan siendo ortodoxos. En América, sin embargo, está perdiéndose ligeramente. Las generaciones más jóvenes están comenzando a casarse fuera de la raza. A su tiempo se irá proveyendo un número de cuerpos siempre crecientes con cada vez menos características de raza para los espíritus judíos que se encarnen. Y de esta manera se salvarán, a pesar de ellos mismos. Se "perdieron" casándose con razas inferiores, y serán salvados amalgamándose con las más avanzadas. Como las actuales razas arias son seres humanos más racionales, capaces de aprovecharse de la experiencia del pasado, el medio más lógico de ayudarlas es decirles los estados de crecimiento pasados y el destino que cayó sobre los desobedientes judíos. Esos rebeldes tienen un recuero escrito de como los trataron sus Guías. En el se dice cómo fueron elegidos, rebelados, castigados; pero aún están llenos de esperanzas de una última redención. Esos escritos pueden ser aprovechables por nosotros para aprender cómo no debemos obrar. No tiene importancia el que, en el transcurso de las edades, se hayan mutilado, y que los judíos de hoy tengan la ilusión de ser un "pueblo elegido"; la lección que podemos tomar de sus experiencias no es por eso menos estimable. Podemos aprender como un "pueblo elegido" puede desobedecer a su Guía, frustrar sus planes y limitarse a una raza durante edades. Su experiencia debe ser una buena recomendación para cualquier futuro "pueblo elegido". Y esto lo dice San Pablo en términos inequívocos. (Heb. II:3-4). "Porque si la palabra de los ángeles era firme y cada transgresión y desobediencia recibía una justa recompensa, ¿ cómo escaparemos a ella si descuidamos tan gran salvación?" Y San Pablo estaba hablando a los cristianos, pues los Hebreos a quienes escribió esto, eran "conversos" y habían aceptado a Cristo; eran gente de la que él, San Pablo, esperaba que en alguna vida futura, hubiera podido contarse entre el nuevo "pueblo elegido", que voluntariamente siguiera a su Guía y desarrollara la facultad de la percepción espiritual y el Amor, la intuición, que sucederá a la propia investigación y a la razón. Las enseñanzas cristianas del Nuevo Testamento pertenecen particularmente a las razas adelantadas del mundo occidental. Está implantándose especialmente entre el pueblo de los Estados Unidos, porque como el objeto de la nueva raza de la Sexta Época será la unificación de todas las razas, los Estados Unidos (1) se 

-------------------------------------------------------------------------------- (1) Algo semejante ocurre en América del Sur. (N. del T.)
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 están convirtiendo en un lugar donde todo se mezcla, donde todas las naciones de la tierra se están amalgamando, y de esta amalgama se derivará el próximo "pueblo elegido". Esos espíritus, de todos los países de la tierra, que se han esforzado en seguir las enseñanzas de Cristo, conscientemente o no, encarnarán allí, con el propósito de dárseles las condiciones apropiadas para ese desarrollo. De ahí que el judío nacido en América sea diferente de los judíos de otros países. El mismo hecho de que hayan nacido en el Mundo Occidental prueba que se está emancipando el espíritu de su raza y, por consiguiente, que se ha adelantado a los judíos ortodoxos del viejo mundo cristiano, como eran sus padres, pues de lo contrario no habrían concebido la idea de romper sus lazos antiguos y venir a América. Por lo tanto, el judío nacido en América es el precursor que preparará el sendero que seguirán sus compatriotas más tarde. Vemos, pues, que la Biblia contiene las enseñanzas que necesitan especialmente los pueblos occidentales, quienes pueden aprender una lección del ejemplo horrendo de la raza judía, tal como se relata en el Antiguo Testamento, y pueden aprender a vivir las enseñanzas que Cristo da en el Nuevo Testamento, ofreciendo voluntariamente sus cuerpos como un sacrificio viviente sobre el altar de la Fraternidad y del Amor. 


del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel 


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