INVOLUCIÓN, EVOLUCIÓN Y EPIGÉNESIS
Habiendo desenmarañado en los párrafos anteriores de entre la confusión general la identidad y misión de Jehová, puede ser que consigamos ahora armonizar esos dos relatos aparentemente contradictorios sobre la creación del hombre, según se cuenta en el primero y en el segundo capítulo del Génesis. En el primero se dice que él fue el último, en tanto que en el segundo se afirma que fue creado antes que todas las demás cosas vivientes.
Notamos que el primer capítulo trata únicamente de la creación de la Forma y el segundo capítulo está dedicado a la consideración de la Vida, mientras que el quinto trata de la Conciencia. La clave para comprenderlo es, entonces, que debemos distinguir bien entre la Forma Física y la Vida que construye esa forma para su expresión. Aunque el orden de la creación de los otros reinos no está tan correctamente relatado en el segundo capítulo como en el primero, es muy cierto que si consideramos al hombre desde el punto de vista de la Vida, éste fue creado primero, pero si lo consideramos desde el punto de vista de la Forma, como se hace en el capítulo primero, fue creado el último.
En todo transcurso de la evolución -a través de los períodos, globos, revoluciones y razas- aquellos que no mejoran formando nuevas características se quedan atrás y comienzan inmediatamente a degenerar. Unicamente los que permanecen plásticos, flexibles y adaptables para moldear nuevas formas, apropiadas para la expresión de la conciencia que se expande, únicamente la vida que es capaz de cultivar las posibilidades de mejoramiento inherentes en la forma que anima, puede evolucionar con los adelantos de cualquier oleada de vida. Todos los demás quedan rezagados.
Esta es la médula del ocultismo. El progreso no es un simple desarrollo, ni simplemente tampoco Involución y Evolución. Hay un tercer factor que completa la tríada: Involución, Evolución y Evolución de la Forma.
Las primeras dos palabras son familiares a todos los que han estudiado la Vida y la Forma; pero mientras que se admite generalmente que la involución del espíritu en la materia tiene lugar con objeto de que pueda construirse la forma, no se reconoce tan comúnmente que la Involución del Espíritu corre pareja con la Evolución del Forma.
Desde el mismo principio del Período de Saturno hasta la Epoca Atlante, cuando "los ojos del hombre fueron abiertos" por los Espíritus Luciferes y, como consecuencia, las actividades del hombre -o de la Fuerza-vital que se ha convertido en hombre- estaban dirigidas principalmente hacia adentro; esa misma fuerza que ahora el hombre emplea o irradia fuera de sí mismo para construir ferrocarriles y vapores, se empleaba internamente para construir un vehículo, a través del cual pudiera manifestarse. Este vehículo es triple, análogamente al espíritu que lo construyó.
El mismo poder que ahora emplea el hombre para mejorar las condiciones externas, fue empleado durante la Involución, con propósitos de crecimiento interno.
La Forma fue construida por Evolución; el Espíritu lo construyó y entró en ella por Involución; pero el medio para inventar los mejoramientos o perfeccionamientos es Epigénesis.
Hay una fuerte tendencia a considerar todo lo que es, como el resultado de algo que ha sido. Se mira la Evolución como un simple desarrollo de perfectibilidades germinales. Tal concepción excluye la Epigénesis del esquema evolutivo. No concede posibilidad alguna de construir algo nuevo, ningún margen para la originalidad, su educación, y si durante su progreso, está simplemente desenvolviendo cualidades latentes, ¿dónde aprende a crear?
El ocultista cree que el propósito de la evolución es el desarrollo del hombre de un Dios estático a un Dios dinámico: Un Creador. Si el desarrollo que está efectuándose actualmente fuera su educación, y si durante su progreso está simplemente desenvolviendo cualidades latentes, ¿dónde aprenderá a crear?.
Si el desenvolvimiento del hombre consistiera únicamente en aprender a construir formas cada vez mejores, de acuerdo con los modelos ya existentes en la mente de su Creador, puede convertirse, en el mejor de los casos, únicamente en un buen imitador, nunca un creador.
Con objeto de que pueda convertirse en un Creador original e independiente, es necesario que su ejercitamiento incluya suficiente margen para el ejercicio de la originalidad individual que distingue la creación de la imitación. En tanto que ciertos rasgos de la forma antigua puedan necesitarse para el progreso se conservan; pero en cada nueva encarnación, la Vida evolucionante añade tantos perfeccionamientos originales como sean necesarios para su expresión ulterior.
La vanguardia de la ciencia está constantemente encontrándose frente a frente con la Epigénesis como un hecho real en cualquier dominio de la Naturaleza. Ya en 1756, Gaspar Wolff publicó su "Theoria Generationis", en la que demuestra que en el óvulo humano no hay la menor traza del organismo en perspectiva; que su evolución se compone de la adición de nuevas formaciones; la construcción de algo que no está latente en el óvulo.
Haeckel (ese grande y valeroso estudiante de la naturaleza tal como él la analiza, y que está muy próximo al conocimiento de la verdad completa sobre la evolución) dice de la "Theoria Generationis": "A pesar de su pequeño alcance y de la difícil terminología, es una de las más valiosas obras de la literatura biológica".
Las propias opiniones de Haeckel las encontramos indicadas en su "Antropogénesis": En nuestros días está plenamente injustificado el llamar a la Epigénesis una hipótesis, porque estamos plenamente convencidos de que es un hecho, y podemos demostrarlo en cualquier momento con la ayuda del microscopio".
Un constructor sería un triste artífice si su habilidad se limitara a construir casas según un modelo determinado, el que, en su aprendizaje, le enseñó su maestro a imitarlo, pero que no pudiera alerarlo para satisfacer nuevas exigencias. Para que pueda obtener éxito debe ser capaz de dibujar casas nuevas y mejores, mejorando todo aquello que su experiencia le indique no era útil en los edificios construidos primeramente. La misma fuerza que el constructor dirige ahora hacia afuera para construir casas, cada vez más adaptadas a las nuevas condiciones y exigencias, fue empleada en los pasados Períodos para construir vehículos nuevos y mejores para la evolución del Ego.
Partiendo del más simple organismo, la Vida que es ahora Hombre construyó la forma apropiada a sus necesidades. A su debido tiempo, como entidad progresante, se le harán evidentes nuevos perfeccionamientos que deben ser añadidos y que estarán en conflicto con las líneas seguidas anteriormente. Una nueva partida debe darse a cada nueva especie, en la que puede evitar sus errores anteriores, cuya experiencia le dice que impediría su futuro desenvolvimiento si se siguiera adhiriendo a los modelos antiguos, y de esta manera la vida evolucionante se encuentra capacitada para seguir evolucionando en nuevas especies. Cuando las últimas experiencias prueban que la nueva forma es también inadecuada, en tanto no puedan adaptársele algunos mejoramientos necesarios para el progreso de la vida evolucinante, también se abandona y se parte de nuevo con una forma adaptable a los perfeccionamientos requeridos.
De esta manera, por grados sucesivos, la vida evolucionante va perfeccionando sus vehículos, y este perfeccionamiento sigue y sigue siempre adelante. El hombre, que está a la vanguardia del progreso, ha construido sus cuerpos, desde algo semejante a la amiba hasta la forma humana del salvaje, y desde aquí aún más arriba a través de sucesivos grados hasta las razas más avanzadas, que están usando ahora los cuerpos más elevadamente organizados de la Tierra. Entre las muertes y nacimientos estamos constantemente construyendo cuerpos para funcionar en nuestras vidas, y todavía se alcanzará un mayor grado de eficiencia que el que se tiene actualmente. Si cometemos errores en la construcción durante las encarnaciones, se harán evidentes cuando empleemos el cuerpo en la vida terrestre, y es sumamente conveniente para nosotros el que podamos así percibir y comprender nuestros errores, para que podamos evitarlos, vida tras vida.
Pero así como el constructor de casas fracasaría comercialmente sino estuviera mejorando de continuo sus métodos para llenar las exigencias de su negocio, así también aquellos que se adhieren persistentemente a las formas antiguas fracasan y no pueden elevarse sobre la especie, y se quedan atrás como rezagados; ocupan las formas abandonadas por los adelantos, como se explicó ya, y componen las razas inferiores o las especies también inferiores del reino en el que estén evolucionando. Entonces tomaron las formas abandonadas por los adelantados y las usaron como estriberones por medio de los cuales trataron de alcanzar a los otros, pero las formas avanzadas no estaban ya allí. En el progreso de la Evolución no hay sitios de espera. En la Vida que evoluciona, al igual que en el comercio, no hay nada que sea meramente "conservar lo propio". Progresar o retroceder, es la Ley. La forma que no es capaz de perfeccionamiento debe degenerar.
Por lo tanto, hay una sola dirección de formas perfectibles animadas por los adelantados de la vida evolucionante, y otra dirección de formas en degeneración, abandonadas por los adelantos, pero animada por los rezagados, mientras los haya en esa oleada de vida particular a la que pertenecieron originalmente esas formas.
Cuando ya no hay más rezagados, la especie muere gradualmente. Las formas se cristalizan más allá de toda posibilidad de ser mejoradas por poseedores de creciente incapacidad. Por lo tanto, vuelven al reino mineral, se fosilizan y se agregan a los diferentes estratos de la costra terrestre.
La afirmación de la ciencia materialista que dice que el hombre ha ascendido gradualmente a través de los diferentes reinos vegetal y animal, hasta llegar a los antropoides y después al hombre, no es completamente exacta. El hombre nunca ha habitado formas idénticas a la de los animales actuales, ni a las de los antropoides de hoy en día, sino que ha habitado en formas que eran similares, pero superiores a las de nuestros presente antropoides.
El hombre de ciencia ve que hay un parecido anatómico entre le hombre y el mono; y como el proceso evolutivo siempre trabaja por la perfección, deduce que el hombre debe descender del mono; pero siempre se encuentra burlado en sus esfuerzos para encontrar el "eslabón" que una a ambos.
Desde el punto en el que los adelantados de nuestra oleada de vida (las razas arias) ocuparon formas parecidas a las de los monos antropoides, han progresado hasta el presente estado de desarrollo, mientras que las Formas (que eran el "eslabón de unión") han degenerado y están ahora animadas por los últimos rezagados del Período de Saturno.
Los monos inferiores, en vez de ser los progenitores de las especies superiores, son rezagados que ocupan los ejemplares más degenerados de lo que fue forma humana. En vez de haber ascendido el hombre de los antropoides, es al revés: Los antropoides han degenerado del hombre. La ciencia materialista que trata sólo de la Forma, se ha extraviado y ha deducido conclusiones erróneas sobre el asunto.
Las mismas condiciones relativas se encontrarán en el reino animal. Los adelantados de la oleada de vida que comenzó la evolución en el Período Solar son los mamíferos actuales. Los diferentes grados corresponden a los pasos ya dados una vez por el hombre, pero todas las formas están degenerando bajo el dominio de los rezagados. Similarmente, los adelantados de la oleada de vida que entró en evolución en el Período Lunar se encuentran entre los árboles frutales, mientras que los rezagados de esa oleada de vida animan todas las otras formas vegetales.
Cada oleada de vida permanece, sin embargo, definidamente confinada dentro de sus propios límites. Los antropoides pueden alcanzarnos y convertirse en seres humanos, pero ningún otro animal podrá alcanzar nuestro estado de desenvolvimiento particular. Alcanzarán un estado análogo, pero bajo condiciones diferentes, en el Período de Júpiter. Los vegetales actuales serán la humanidad del Período de Venus, bajo condiciones aún más diferentes y nuestros minerales alcanzarán el estado humano bajo las condiciones del Período de Vulcano.
Se notará que la teoría moderna evolucionará, especialmente la de Haeckel, sería, si se invirtiera completamente, casi perfecta y de acuerdo con los conocimientos de la ciencia oculta.
El mono es un hombre degenerado.
Los pólipos son la última degeneración, dejada atrás por los mamíferos.
Los musgos son las últimas degeneraciones del reino vegetal.
El reino mineral es la meta final de todos los reinos cuando han alcanzado el pináculo de la degeneración.
Esto se encuentra corroborado por el carbón, que en un tiempo fue una forma vegetal; y también en la madera petrificada y en los restos fosilizados de varias formas animales.
La piedra común o roca, cosa que ningún hombre de ciencia admitiría, proviene de otro reino; para el investigador oculista es tan vegetal como el carbón mismo. El mineralogista erudito explicará que está compuesta de blenda, feldespato y mica; pero el clarividente desarrollado que puede leer la memoria de la Naturaleza millones de años atrás podrá completar esta afirmación diciendo: "Sí, y lo que llamáis blenda y feldespato no es más que las hojas y tallos de flores prehistóricas, y la mica es todo lo que queda de sus pétalos".
Las enseñanzas ocultas sobre la evolución son también corroboradas por la ciencia embriológica de que la vida antenatal es una recapitulación de todos los estados pasados de desenvolvimiento. Las diferencias entre el óvulo de un ser humano y de algunos mamíferos superiores, y aún de los vegetales más elevados de su reino, son indistinguibles hasta para el microscopio. Los prácticos no pueden decir si el óvulo examinado es animal o humano. Y aún después de haberse sucedido varios estados iniciales antenatales, los especialistas tampoco pueden indicar la diferencia entre un embrión animal o humano.
Pero si el óvulo animal se estudia en todo su período de gestación, se observará que pasa a través de los estados mineral y vegetal solamente, y que nace cuando llega al estado animal. Esto es debido a que el alma que anima ese óvulo pasó a través de su evolución mineral en el Período Solar, su vida vegetal en el Período Lunar y ahora se ve forzada a detenerse en el grado animal del Período Terrestre.
Por otro lado, la Vida que emplea el óvulo humano tuvo su existencia mineral en el Período de Saturno, su existencia vegetal en el Período Solar, pasando por el estado animal en el Período Lunar, y como tiene algún margen para ejercer la Epigénesis después de haber alcanzado el estado animal, sigue adelante hasta llegar al estado humano sin detenerse antes. El padre y la madre dan la substancia de sus cuerpos para construir el cuerpo del niño; pero especialmente en las razas superiores, la Epigénesis hace posible se agregue algo, lo que hace al niño diferente de sus padres.
Cuando la Epigénesis no actúa o se hace inactiva en el individuo, la familia, la nación o la raza cesa la evolución y comienza la degeneración.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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