¿UN ALMA VIVIENTE?
De suerte que los dos relatos sobre la Creación, armonizan perfectamente.
El uno trata de la Forma, que fue construida a través de la existencia mineral, vegetal, animal y hasta llegar al hombre por último.
La otra nos dice que la Vida que ahora anima las formas humanas se manifestó antes que la Vida que anima las formas de los demás reinos.
Uno solo de esos dos relatos sobre la Creación, no hubiera sido suficiente. Hay particulares muy importantes ocultos en la narración de la creación del hombre, en el segundo capítulo, donde dice: "Entonces Jehová formó al hombre del barro de la Tierra y sopló en sus narices el aliento (nephesh), y el hombre se convirtió en una criatura que respiraba (nephesh chayim)".
En otras partes de la versión del Rey Jaime, la palabra "nephesh" se traduce como "vida"; pero en este ejemplo particular (Gen. II: 7) se tradujo como "alma viviente" para sugerir la idea de que hay una distinción que hacer entre la vida que animal la forma humana y la que anima las creaciones inferiores. No hay autoridad alguna para sostener esa diferencia de traducción, que es puramente arbitraria. El aliento de vida (nephesh) es el mismo en el hombre que en la bestia. Esto puede demostrarse aún a aquellos que se basan firmemente sobre la Biblia como autoridad porque aún en la versión del Rey Jaime se dice bien claramente: (Eccles. III: 19,29)... "así como uno muere, muere el otro; todos tienen un aliento (nephesh); así que un hombre no tiene preeminencia alguna sobre la bestia; ... Todos van al mismo sitio".
Los animales no son sino nuestros "hermanos menores" y aunque no están actualmente tan sutilmente organizados, en su tiempo alcanzarán un estado tan elevado como el nuestro, pero entonces nosotros habremos ascendido mucho más allá.
Se arguye que el hombre recibió su alma en la forma descrita en el versículo séptimo del segundo capítulo del Génesis, y que no la pudo recibir de otra manera. Es pertinente preguntar ¿dónde y cuándo recibió la mujer la suya?
El significado del capítulo y de la insuflación del aliento de vida por Jehová es muy claro y sencillo cuando se emplea una clave oculta, y tiene además la inmensa ventaja de ser lógico.
El hecho de que el Regente de la Luna (Jehová), con sus Ángeles y Arcángeles, fueron los principales en esa obra, fija el tiempo en el que se efectuó esa creación. Fue entre el principio y la mitad de la Época Lemúrica, y debe de haber sido después de que la Luna fue arrojada de la Tierra, porque Jehová no tenía a su cargo la generación de los cuerpos antes de que la Luna fuera arrojada. Las formas eran entonces más etéreas. No había cuerpos densos y concretos. Es posible hacer tales cuerpos únicamente mediante las fuerzas lunares endurecedoras y cristalizantes. Debe de haberse realizado en la primera mitad de la Época Lemúrica, porque la separación de los sexos, que se produjo después, tuvo lugar a mediados de esa época.
En ese entonces el hombre naciente no había comenzado aún a respirar por medio de pulmones. Tenía un aparato semejante a las branquias que aún se encuentran presentes en el embrión humano, mientras pasa los estados antenatales correspondientes a esa Epoca. No tenía sangre roja y caliente, porque en ese estado no había espíritu individual, siendo toda la forma blanda y flexible, así como el esqueleto, que era blando como los cartílagos. Cuando se hizo necesario separar la humanidad en sexos, el esqueleto se hizo firme y sólido.La obra de Jehová fue construir huesos duros y densos dentro de la substancia blanda de los cuerpos ya existentes. Anteriormente a este tiempo, es decir, durante las Épocas Polar e Hiperbórea, ni el hombre ni el animal tenían huesos.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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