humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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jueves, 31 de diciembre de 2009

La experiencias beneficiosas del purgatorio

FILOSOFIA AVANZADA

LECCION VIII

LAS EXPERIENCIAS BENEFICIOSAS DEL PURGATORIO


No debemos alarmarnos al ver la palabra "purgatorio", porque, aunque las experiencias en este estado pueden ser dolorosas, al mismo tiempo son enteramente beneficiosas, porque liberan al ego del peso que de otro modo podría impedir su elevación a las regiones superiores. Ésta es la razón por la cual el purgatorio viene inmediatamente después de la muerte. Desde nuestro punto de vista sería más deseable entrar en primer lugar, en el cielo, sobre todo si hemos tenido una vida terrestre muy dura, pero esto es científicamente imposible; no podemos elevarnos hasta que nuestra gravedad espiritual específica no haya disminuido.
El purgatorio está situado en las tres regiones más bajas del mundo del deseo. Su función principal es de separar la materia de deseo inferior que hemos depositado en nuestros cuerpos de deseo durante la vida terrestre. Todos los deseos bastos y egoístas son seccionados ahora por la fuerza de repulsión, que es la fuerza predominante en esta región. La afirmación de la propia personalidad es el resorte principal de la fuerza de repulsión. Por medio de esta fuerza todas las cualidades basadas sobre la afirmación de la propia personalidad, y contrarias al altruismo, son destrozadas.
El panorama de la vida pasada entonces se desarrolla ante el ego, trayendo consigo las fuerzas purgantes apropiadas para cada incidente. Aquí el ego siente todas las penas causadas por él a otras personas. Aquí sufre las ansiedades de deseos destructivos, como son los de bebidas alcohólicas, de tabaco y drogas, porque estos deseos son entonces imposibles de satisfacer. Está sufriendo hasta que estos deseos mueran por falta de satisfacción. La dolencia relacionada con este proceso es aproximadamente tres veces más aguda que la de experiencias similares en la vida terrestre, porque el procedimiento es tres veces más rápido, y porque el ego no dispone entonces de un cuerpo físico para aliviar el sufrimiento. El período del purgatorio dura generalmente la tercera parte, aproximadamente, de la vida terrestre del individuo.
De lo que precede se puede deducir una lección práctica, es decir, que la mejor manera de liberarse aquí de malos deseos es sencillamente la de arrancarlos de nuestro conocimiento, y de dejarlos morir de inanición. Si los combatimos, creamos formas de pensamientos a las cuales ellos se agarran, prolongando así su vida. La inanición es por consiguiente el único método práctico, y se logra sobre todo limpiando la mente de pensamientos impuros. Así debemos comprender que es una tontería crear durante la vida una gran cantidad de obstáculos, en forma de deseos destructivos de cosas como tabaco y drogas. Pero si hemos fomentado la costumbre de estos deseos, conviene convencernos de la gran conveniencia de liberarnos de ellos durante esta vida terrestre, pudiendo hacerlo con sólo una tercera parte del sufrimiento y molestia que tendríamos que soportar en la vida después de la muerte. Hasta desde el punto de vista egoísta, el sentido común nos debería aconsejar de abandonar estos deseos mientras tengamos la oportunidad de hacerlo con facilidad.
Como resultado de las experiencias del purgatorio se desarrolla la conciencia, gracias a lo cual se obtiene que el ego esté menos expuesto a repetir sus errores en las vidas futuras: igualmente, en la próxima vida, el ego ya no estará sujeto como antes a los malos deseos, pero podrá ejercer su libre voluntad, lo que no sería posible hacer, si aquellos deseos no hubiesen sido expulsados. Sin embargo, la tentación de satisfacer aquellos mismos deseos será repetida hasta que el ego haya finalmente desarrollado el poder de voluntad suficiente para dominarlos. Entonces ya no entrarán más en el campo de su conciencia.
Después de haber pasado por los procesos purgatoriales el Ego está capacitado para entrar en los mundos celestiales y gozar de aquella vida, lo que antes no le hubiera sido posible hacer. Muchas personas trabajan con la ilusión de que pudiesen entrar en el cielo en el momento de morir, serían felices; pero en realidad las vibraciones de los planos celestiales son tan elevadas que si una persona cualquiera fuese llevada allí antes de haber pasado por los procesos purgatoriales, estaría en la más intensa agonía, porque sus vehículos espirituales están vibrando a un tono muy inferior, y si se quisiere elevar su tipo de vibración de repente al tipo de los planos celestiales, esto crearía una condición igual al de una electrocución.
Personas que durante su vida terrestre se hartan de vicios y crueldades o emplean la magia negra para obtener poder sobre otros, endurecen su cuerpo vital y hacen que éste se compenetre inextricablemente con el cuerpo de deseo. Los dos constituyen entonces lo que se llama el "cuerpo del pecado". Tales individuos quedan ligados a la zona terrestre cuando pasan a las regiones del purgatorio. Las fuerzas del purgatorio no son capaces de desintegrar al cuerpo del pecado con rapidez acostumbrada; de lo cual resulta que estos egos se quedan bajo la influencia terrestre en algunos casos durante centenares de años, reteniendo su mala disposición. Además, están entre nosotros, y más cerca que nuestros pies y manos, y por medio de sugestión mental son capaces de incitar a los mentalmente débiles, hasta al crimen. Así son mucho más peligrosos que los criminales físicos.
Y ahora viene la parte más práctica de la lección, es decir, un método que nos permite evitar el purgatorio si solamente queremos tomarnos la molestia de aprender un poco a dominar el tiempo. Se trata del método Rosacruz de retropección. Cada noche deberíamos hacer un repaso de los acontecimientos del día en sentido al revés, empezando con los de la noche y continuando la revista hacia atrás, hacia los de la mañana, examinando cada acontecimiento cuidadosamente para discernir perfectamente su cualidad de bien o de mal. Deberíamos hacer que las experiencias del día vuelvan otra vez al campo de nuestra conciencia, esforzándonos para sentir el sufrimiento que hemos causado a otros y tratando de sentir también la cualidad no-espiritual de nuestras malas acciones del día. Obrando así, viviremos nuetro purgatorio cada noche, y cuando pasemos del otro lado del velo, no necesitaremos pasar por las experiencias intensificadas del purgatorio como las demás personas ordinarias. Así no solamente nos ahorraremos mucho sufrimiento, sino también mucho tiempo, que podremos emplear para servicios útiles en los mundos superiores, ganando de este modo un suplemento de desarrollo del alma. Igualmente nos será posible, así, el volver más pronto a otra reencarnación.
Además, este proceso de retropección libertará la energía emocional generada cada día, eliminando así la posibilidad de causarnos más tarde sufrimientos neuróticos. Este método constituye realmente el diario perdón de pecados, porque así borramos día por día nuestros pecados del Libro de Dios, es decir, el recuerdo dentro de nuestro corazón.

del libro "Temas Rosacruces I" de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel

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