LA VISIÓN ETÉRICA Y LO QUE REVELA
PARTE IV
(Continuación)
EL ÉTER REFLECTOR (B)
13) Lo que refleja el Éter Reflector
Se dice a menudo que todo observador colorea (por medio de su propio prejuicio mental), sus observaciones del mundo tal como éste existe tanto fuera como dentro de sí mismo. No puede haber argumento acerca de esto. Por supuesto que vemos el mundo, y lo experimentamos a través de lo que somos. No puede ser de otro modo. Pero el filósofo de la ciencia moderna va más allá de esto diciendo que no sólo las impresiones del mundo exterior dependen de su prejuicio mental, así como del sensorio individual, sino que el mundo exterior u objetivo en sí mismo es real y literalmente cambiado por el acto de la observación. ¿Pero cómo puede cualquier pensamiento de un pensador efectiva y literalmente cambiar el universo objetivo por el acto mismo de la observación?
La respuesta está, para el ocultista, en el Éter Reflector, con sus extrañas cualidades de espejo. La mente no es materia física, ni energía mecánica o eléctrica, ni tampoco sustancia química, aunque incluye todas éstas en el campo de su causación, y por lo tanto también en el campo de sus efectos. Es la Fuerza Arquetípica del Ego, “reflejando” o “proyectando” identidad (bajo la forma de Ideas Germinales) en la gran sustancia raíz de la Naturaleza, la mente subconsciente del cosmos, lo que así afecta su mundo. El Éter Reflector, como lo ha indicado Max Heindel, se extiende a través de todo el Primer Cielo, y aun a través del Segundo Cielo, porque contiene el principio de la memoria y tiene una conexión especial con la Región de las Fuerzas Arquetípicas. Podemos llamarlo el “suelo” de los dos cielos inferiores. Cuando el filósofo de la ciencia observa que ya puede no ser necesario separar al sujeto del objeto, al observador de lo observado, está expresando la realidad espiritual de la Fuerza Arquetípica conocida de la ciencia oculta. El espacio y el tiempo “se colapsan” en el reino del Éter Reflector pero el Espíritu Virginal–como–Ego, la consciencia, permanece.
Para el científico físico, los atributos exteriores del Éter Reflector son de fundamental interés. El científico piensa en los mundos y universos de materia que son explicados por leyes que se reflejan en este sutil plano. Pero para el ocultista, es el universo interno, reflejado en el Éter Reflector, lo de importancia fundamental. Y lo que se colapsa aquí es el “sentido de barrera”, el sentido de separación, entre la humanidad y el Universo Viviente con sus innumerables Jerarquías, desde las fuerzas elementales hasta el Ser Único Supremo en el cual vive toda creación.
De este modo la afirmación de Max Heindel de que este hiper-éter es un espejo que refleja un doble reflejo, el universo superior o interno y también el universo inferior o externo; recibe una nueva aplicación en la ciencia moderna.
Recordamos además, que Max Heindel llamó “migratorios” y “volátiles” tanto al Éter Luminoso como al Éter Reflector. El Éter Reflector, como el Éter Luminoso, es luminoso, y se mueve, razón por la cual en cierto punto el vidente encuentra difícil decir dónde termina uno y comienza el otro.
Ha sido señalado que una vez que el estudiante ha aprendido a ver las ondas del Éter Luminoso, y practica la visión de estas ondas en la casi oscuridad, cuando el aire parece lleno de estas corrientes pulsantes de luz o neblina azulada, su visión se posa
sobre formas semejantes a hojas que flotan y se dejan llevar por la corriente como plantas acuáticas. Aquí puede ver el arquetipo familiar de la escarcha en el cristal de la ventana, ondeando sus ramas en el continuo fluir pulsante; y después de un tiempo puede hacerse consciente de la presencia del color, y de la vida que se mueve entre las formas. Puede ser que vea un arbolito, que tiene la apariencia del cristal, moviéndose suavemente en olas de luz; y pequeñas formas aladas se apiñan, como mariposas de cristal, en sus ramas. Descubre que cuando fija su atención sobre esto, parece súbitamente moverse hacia él, pareciendo así aumentar, y sus colores y detalles de estructura pueden ser estudiados como en amplificación.
Aunque llamado “volátil” y “migratorio”, el Éter Reflector presenta escenas tan vívidas y claras como las vistas en un espejo, de tal modo que el estudiante puede sentir como si en verdad hubiese pasado “a través del espejo” cuando tiene su primera experiencia con este éter.
Mirando en las ondas del espacio moviéndose en la semioscuridad, le parece como si estuviera en el fondo de un océano de penumbrosa luz azulada, y las grandes olas pulsantes de su alrededor continuamente revelan nuevas formas, todas ellas moviéndose lentamente como objetos llevados por las olas del mar.
Algunas veces se siente convencido de que puede realmente ver, con su visión física, en esta luz azulada, y puede fijar sus ojos sobre algo existente en el cuarto, digamos una pintura que sabe que está colgada en determinado lugar. Por un momento en verdad parece que está viendo realmente el cuadro; y entonces comprende que en lugar de esto está viendo las mismas omnipresentes formas vegetales, brillantes, translúcidas y cristalinas en el éter. El espacio está lleno de arquetipos; “Dios geometriza”. En este punto mirando en el polo negativo del Éter Luminoso, el estudiante–vidente pasa insensiblemente a la visión del polo negativo del Éter Reflector.
Nótese que estos “arquetipos” que nadan en el Éter Luminoso muestran indicaciones de ser los patrones–guías para las fuerzas elementales que construyen las formas terrestres. Los patrones geométricos, y también los patrones vegetales de toda clase, junto con las formas vitales que trabajan en ellos y con ellos, tales como aquí se contemplan, pertenecen no solamente a los registros del pasado, sino directamente al mundo del día presente.
Es en la frontera entre estos dos éteres que las Fuerzas Arquetípicas cruzan misteriosamente para dirigirse hacia él continum espacio–tiempo. Aquí es el punto donde la así llamada subjetividad se torna objetiva, y la forma de pensamiento revolotea sobre el límite de la quimicalización.
El registro inscripto sobre el átomo-simiente del corazón y en el polo negativo del Éter Reflector, es únicamente una manifestación de los poderes residentes en el Éter Reflector; es el registro especializado que pertenece a un individuo. El Éter Reflector de la planta es la “memoria” del globo entero, recibiendo reflejos de la propia envoltura mental del planeta en la que los registros se conservan inviolados e inalterados.
Algunas escenas del Éter Reflector pertenecen enteramente a lo que llamamos el pasado, ya sea en la mente subconsciente de nuestra encarnación presente, o en el subconsciente de la raza registrado en el átomo-simiente del ápice del corazón, registro que traemos con nosotros de existencia en existencia. Todo el pasado reside en esa parte del Éter Reflector que llamamos “el subconsciente”, tanto en el hombre como en la Naturaleza.
A propósito de esto dice Max Heindel: “George du Maurier ha escrito un cuento llamado Peter Ibbetson, en la que esta teoría de la memoria subconsciente es delineada muy claramente. Peter Ibbetson, un prisionero de una penitenciaría inglesa, aprendió cómo ‘soñar de verdad’; es decir, poniendo su cuerpo en cierta posición aprendió cómo
cerrar las corrientes de éter dentro de sí mismo, de modo que en la noche podía ponerse en contacto con cualquiera escena de su vida pasada que desease, a voluntad; allí pudo verse a sí mismo como espectador (siendo un hombre adulto) y pudo verse a sí mismo entre sus padres y compañeros de juego, y en el ambiente en que estaba cuando la escena se desarrolló. Pudo ver la escena completa con muchos más detalles que los que pudo observar al tiempo en que los acontecimientos tuvieron lugar en el mundo material... Había sido incapaz de obtener cualquier información concerniente al futuro, pero el pasado había sido inscripto sobre la tabla de su corazón y era, por lo tanto accesible bajo las condiciones apropiadas...”
Nótese que el vidente no tiene que “ir” a la Región Etérica con el fin de leer los registros del Éter Reflector. No tiene que abandonar su cuerpo o “ir” a ninguna parte. Simplemente lee en el Éter Reflector que compenetra el aire que respira, que tiene una conexión especial con la corriente sanguínea y el átomo-simiente del corazón. Max Heindel ha dicho, sin embargo, que en su opinión es necesario poder abandonar el cuerpo conscientemente, con el fin de leer en la Memoria de la Naturaleza en la cuarta Región del Mundo del Pensamiento.
Aunque el Éter Reflector está mayormente limitado al pasado y al presente inmediato sin embargo, es también cierto que “los acontecimientos futuros, proyectan su sombra por anticipado”; pero por el tiempo en que estas “sombras” están siendo arrojadas en el Éter Reflector, están en el mismo umbral de la materialización. Los clarividentes a menudo ven estas sombras reflejadas del futuro en el Éter Reflector propio y en el de los demás, pero no ven las fuerzas arquetípicas que pertenecen al nivel superior en el Mundo del Pensamiento, y que pueden cambiar estas “sombras” en menos de un minuto. El estudiante–vidente debe tomar nota, por lo tanto, que él mismo, el Ego, Ser de voluntad y de pensamiento activo en el mundo mental, puede alterar o cancelar cualquier escena vista en el Éter Reflector; pero él hace esto, no atacando el ambiente material, sino tratando mediante la fuerza y la comprensión espiritual la Idea Creadora que está detrás del cuadro, lo cual es una propiedad del Mundo del Pensamiento (Abstracto).
Hay muchas historias interesantes de gentes que han tenido sueños–relámpagos de escenas de acontecimientos futuros, usualmente los que están cercanos a suceder. Algunas veces la naturaleza de éstas han sido advertencias de peligro, y actuando sobre ellas ha salvado la vida del vidente. Pero en un gran número de casos las escenas no son lo suficientemente claras como para que el vidente pueda planear un curso de acción; y algunas veces muestran circunstancias sobre las que no tiene control. En tales casos es bueno recordar que el verdadero asiento del control está en el mundo arquetípico del pensamiento, desde cuyo punto el Ego trabaja con las sutiles fuerzas de la Naturaleza y controla toda situación en armonía con la ley cósmica.
El Ego puede controlar y en efecto controla acontecimientos que están a punto de materializarse, y que son, por lo tanto, visibles como cuadros en el Éter Reflector, puesto que es a través del polo positivo de este éter que el pensamiento impresiona al cerebro. Pero que nadie se preocupe por las profecías de los adivinos, o por sus propias escenas–relámpago o sueños–relámpago, porque éstos pertenecen al Éter Reflector solamente, y pueden ser regresados a las fuerzas espirituales de los mundos–hogares del Ego mismo, en los que retiene las riendas del poder.
Max Heindel dice: hay tres clases de memoria; está en primer lugar la que guarda relación con nuestros sentidos..., las impresiones se graban en las células del cerebro y podemos entonces valernos de ellas, aunque no siempre porque esta memoria es muy caprichosa y quimérica, y si de ella dependiera el provecho que podemos sacar del recuerdo de nuestras vidas, la ley de causa y efecto se vería invalidada. Debe haber
otra memoria y es la que los ocultistas llaman memoria subconsciente. Así como el éter transporta a la cámara fotográfica una reproducción de lo que se enfoca y lo imprime en la placa en sus menores detalles, del mismo modo el éter que lleva un panorama a nuestros ojos, lo imprime en la retina, transportando a nuestros pulmones un cuadro similar, que es absorbido por la sangre y como esta pasa a través del corazón el recuerdo es grabado indeleblemente en el átomo–simiente que se encuentra en el ventrículo izquierdo cerca del ápice del corazón. La fuerza –el alma– de ese átomo–simiente es retirada por el Espíritu al acontecer muerte.
Contiene el recuerdo de toda la vida pasada en sus pormenores de manera que sin importar el tiempo que hayamos dedicado en observar los detalles de una escena, ellos están allí. Podemos agregar que la tercer clase de memoria es la “supraconciente” encontrada o localizada en el mundo del Espíritu de Vida, que es la conciencia Crística. Como Max Heindel ha dicho, cada átomo del cuerpo tiene una película o cubierta de Éter Luminoso y Reflector. Se entiende entonces que en conjunto débese formar una envoltura o aura. A medida que el Ego evoluciona atrae más y más átomos lumínicos y reflectores cósmicos acrecentando la cubierta de cada átomo denso, hasta que llega un momento en que todo el cuerpo Denso queda imbuido de una amplísima aura con especiales propiedades y poderes: “El Dorado Vestido de Bodas del Iniciado”.
El recuerdo perenne en el átomo-simiente es llevado por el Ego, vida tras vida; pero la película de Éter Reflector de cada átomo, lleva registrado el recuerdo, momento tras momento de la presente vida hasta la muerte, el cual es volcado entonces en el átomo-simiente para ser transportado en las sucesivas vidas. Sin embargo, hay una pequeña cantidad de los dos éteres superiores en el organismo humano ordinario y se encuentra principalmente en la sangre, el cerebro y el sistema nervioso; la expansión de los éteres lumínicos y reflectores del aura es lo que trae un robustecimiento y amplitud de la memoria y más importante aun el poder de enfocar imágenes en la memoria de la Naturaleza Planetaria.
Los filósofos medievales, hicieron la sorprendente deducción de que la memoria no era una parte de la mente. Recién ahora decimos que ella pertenece al subconsciente, de donde puede ser tomada voluntaria o involuntariamente, o como lo expresara Max Heindel en el ejemplo de la cámara, como los cuadros del Éter Luminoso son enroscados sobre la película que corresponde al Éter Reflector y sobre el permanente átomo-simiente. Ya que Éter Luminoso y espacio son casi sinónimos; vemos que los cuadros en el espacio imprimen sus imágenes en el Éter Reflector, fluyendo en dos direcciones, una hacia el pasado y otra hacia el futuro.
del libro "Temas Rosacruces I" de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel
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