EL MUNDO DEL DESEO
CAPÍTULO IX
LA EXPERIENCIA DE LA TRANSICIÓN
LA EXPERIENCIA DEL PRIMER CIELO
El Primer Cielo está compuesto de tres regiones: Vida Anímica, Luz Anímica y Poder Anímico. Todas ellas se interpenetran y entremezclan, del mismo modo que los éteres, gases, líquidos y sólidos en el Plano físico. Los Egos del primer Cielo forman sus cuerpo y ambiente con estas sustancias regionales, así como los Egos encarnados físicamente forman sus cuerpo densos y el ambiente físico con la sustancia del plano terrestre externo.
Las experiencias del Primer Cielo en las Regiones antes mencionadas, se relacionan con las actividades del Arte, el Altruísmo y la Filantropía o sea la expresión y ejercicio de lo Bueno, lo Verdadero y lo Bello. El Ego es atraído hacia una sección u otra de acuerdo con sus mayores intereses, o aspiraciones, ya sea el Arte, o el Altruísmo (devoción y afecto inegoísta). Este es un mundo de color y por lo tanto aquí el artista alcanza la cumbre de su carrera espiritual. El arquitecto es igualmente bienaventurado al construir hermosas estructuras, aunque las bellezas matemáticas del Segundo y Tercer Cielos estén todavía por revelarse; los científicos también pueden proseguir en la búsqueda del Conocimiento. Primariamente, sin embargo, este es el Mundo del Amor, y el amor es el poder que ordena todas las cosas bien y verdaderamente, para los Egos que moran en el Primer Cielo; siendo el Arte el medio de expresión del Amor.
Habiendose despojado de la pesada materia de deseos que le hacía descender al Purgatorio, el Ego se siente ahora ligero y sin peso alguno a medida que avanza hacia arriba en el Primer Cielo. Tampoco es este sentimiento una ilusión del Mundo del Deseo; es una realidad visible para los clarividentes, porque existe para el Ego una sensación de subir y bajar a través de los planos o mundos, esta sensación la da realmente el aura del Espíritu de la Tierra, aunque el Primer Cielo parece estar muy arriba de la superficie de la misma.
Notamos de paso que todo aspecto de la vida terrestre tiene su reflejo en el Éter Reflector y, como hemos visto, los dos Éteres superiores continúan existiendo a través de la estancia en los tres Cielos. El Ego se lleva consigo, aún hasta el Tercer Cielo, la porción espiritualizada de los Éteres Luminoso y Reflector, que forma el núcleo del "cuerpo del alma" de la siguiente encarnación cuando éste sea formado de nuevo.
Las réplicas o reproducciones de la vida terrestre que existen en el plano interno no parecen flotar, como regla general, por encima de la Tierra, porque son creadas por los pensamientos de los Egos que viven sobre la superficie de la misma; pero algunas veces hay significativas diferencias que indican desenvolvimientos que tendrán lugar en el mundo físico en un futuro cercano. En las "ciudades" etéricas (astrales) que coexisten con las físicas, las dos clases de seres humanos -"los vivos y los muertos"- pueden encontrarse, comunicarse y trabajar juntos.
del libro "Temas Rosacruces" Tomo Segundo, de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel
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