EL CUERPO PITUITARIO Y LA GLÁNDULA PINEAL
En el cerebro, aproximadamente en la posición indicada en el diagrama 17, existen dos pequeños órganos llamados el cuerpo pituitario y la glándula pineal. La ciencia médica no sabe casi nada acerca de ellos, así como tampoco de otras glándulas del cuerpo. Aquélla denomina a la glándula pineal "el tercer ojo atrofiado", pero, sin embargo, ni la una ni el otro están atrofiándose. Esto es manantial de perplejidades para los científicos, pues la Naturaleza no conserva nada inútil. En todo el cuerpo encontramos órganos que están desarrollándose o atrofiándose, siendo éstos algo así como piedras milenarias en el sendero que el hombre ha seguido hasta llegar a su estado actual de desenvolvimiento, indicando éstas los futuros perfeccionamientos y desarrollos. Por ejemplo, los músculos que los animales emplean para mover las orejas se hallan también en el hombre, pero como se están atrofiando, muy pocas personas pueden moverlas. El corazón pertenece a la clase de los que prometen desarrollo futuro, y como ya indicamos, se está convirtiendo en un músculo voluntario.El cuerpo pituitario y la glándula pineal pertenecen a otra clase de órganos, que actualmente ni degeneran ni se desarrollan, sino que está en letargo. En un pasado lejanísimo, cuando el hombre estaba en contacto con los mundos "internos", esos órganos eran el medio de ingreso a ellos y tornaran a servir con igual propósito en un estado ulterior. Estaban relacionados con el sistema nervioso simpático o involuntario. El hombre veía, entonces, los mundos internos, como en el Período Lunar y última primera parte de las Épocas Lemúricas y Atlante. Las imágenes se le presentaban completamente independientes de su voluntad. Los centros de los sentidos de su cuerpo de deseos giraban en dirección contraria a las manecillas de un reloj (siguiendo negativamente el movimiento de la Tierra, que giraba en torno de su eje en esa dirección) como actualmente giran los de los médiums. En la mayoría de los hombres esos centros son inactivos, pero el desenvolvimiento apropiado los pondrá en movimiento, en la misma dirección que las manecillas de un reloj, como se explicó anteriormente. Este es el detalle difícil en el desarrollo de la clarividencia positiva.
El desarrollo de la mediumnidad es mucho más fácil, porque es sencillamente una revivificación de la función negativa que poseía el hombre del antiquísimo pasado, función que se retuvo por medio de la endogamia. En nuestros médiums actuales esa facultad es intermitente, lo que explica por qué pueden "ver" algunas veces y otras no, sin razón alguna aparente para ello. Ocasionalmente, el intenso deseo del cliente le permite ponerse en contacto con la fuente de información que está buscando, en cuyas ocasiones el médium ve correctamente, pero no siempre se portan honestamente. Sus gastos de local y otros han de pagarse, así que cuando el poder (sobre el cual no tienen el menor dominio consciente) les falta, acuden al fraude y dicen cualquier absurdo que se les ocurra, para satisfacer a su cliente y no perder su dinero, desacreditando en esa forma lo que ve realmente en otras ocasiones.
El que aspira a la verdadera visión y discernimiento espiritual debe, ante todo, dar pruebas de desinterés, porque el clarividente idóneo no tiene "días libres". No es de ningún modo, negativo, dependiente de los reflejos que puedan caer sobre él en cualquier forma. Puede mirar en cualquier momento hacia donde quiera y ver los pensamientos y planes de los demás, siempre que dirija su atención especialmente a ello, y no en caso contrario.
Los grandes peligros que entrañarían para la sociedad el uso indiscreto de ese poder si estuviera en manos de cualquier individuo son fácilmente comprensibles. Con él se pueden leer los más secretos pensamientos. Por lo tanto, el iniciado está ligado por el voto más solemne a no emplear jamás ese poder para servir sus intereses individuales, ni siquiera en grado mínimo, ni para salvarse a sí mismo de ningún dolor o tormento. Puede dar de comer a quinientas personas si lo desea, pero no debe convertir una piedra en pan para aplacar su propia hambre. Puede curar a los demás de la parálisis o lepra, pero por Ley del Universo no puede curarse sus propias heridas mortales. Porque está ligado por un voto de absoluto desinterés, y por eso es siempre cierto que el Iniciado, aunque pueda salvar a otros, no puede salvarse a sí mismo.
Así que el clarividente entrenado que realmente tiene algo que dar, no aceptará jamás ninguna donación o muestra de ofrecimiento por ejercer su facultad, sino que dará, y lo dará desinteresadamente, todo lo que él considere necesario o compatible con el destino generado ante la ley de Consecuencia por la persona a quien vaya a ayudar.
La clarividencia disciplinada es la que se usa para investigar los hechos ocultos y es la única que sirve realmente con ese objeto. Por lo tanto, el estudiante debe sentir, no el deseo de satisfacer una tonta curiosidad, sino un deseo santo y desinteresado de ayudar a la humanidad. Hasta que ese deseo no exista, no puede hacerse progreso alguno para alcanzar la clarividencia positiva.
En las edades transcurridas desde la Época Lemúrica, la humanidad ha ido construyendo gradualmente el sistema nervioso cerebroespinal, que está bajo el gobierno de la voluntad. En la última parte de la Época Atlante, dicho sistema estaba ya tan desarrollado que hizo posible que el Ego tomara plena posesión del cuerpo denso. Esto se efectuó en el tiempo (ya descrito), cuando el punto del cuerpo vital se puso en correspondencia con el punto que está en la raíz de la nariz del cuerpo denso, y quedó el espíritu interno despierto en el Mundo Físico; pero, en lo que concernía a la mayor parte de la humanidad, se perdió la conciencia de los mundos internos.
Desde entonces, la conexión entre la glándula pineal y el cuerpo pituitario con el sistema nervioso cerebroespinal se ha ido realizando lentamente, y ya está completa.
Para volver a obtener el contacto con los mundos internos, todo lo que hay que hacer es despertar de nuevo el cuerpo pituitario y la glándula pineal. Cuando se realiza esto, el hombre posee nuevamente la facultad de percibir los mundos superiores, pero en mayor escala que antes, porque ahora estará en relación con el sistema nervioso y voluntario y, por consiguiente, bajo el dominio de la voluntad. Por medio de esa facultad perceptora se le abrirán todas las fuentes del conocimiento y tendrá a su servicio un medio para adquirirlo, comparado con el cual, todos los demás métodos de investigación no son más que juguetes de niños.El despertar de esos órganos se efectúa mediante la educación o entrenamiento esotérico, que describiremos ahora, en lo que puede hacerse públicamente.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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