EDUCACIÓN ESOTÉRICA
En la mayoría de los hombres, la mayor parte de la fuerza sexual que legítimamente puede usarse por los órganos de generación se emplea para la gratificación de los sentidos; por lo tanto, en esos hombres hay muy poca corriente ascendente a la que hace referencia el diagrama 17.Cuando el aspirante a la vida superior comienza a dominar esos excesos más y más y a dedicar su atención a pensamientos y esfuerzos espirituales, el clarividente educado puede ver cómo comienza entonces a ascender la fuerza sexual no utilizada. Surge hacia arriba, en volumen cada vez mayor, siguiendo el sendero indicado por las flechas en el diagrama 17, atravesando el corazón y la laringe o directamente entre el cuerpo pituitario y la glándula pineal hacia el punto obscuro de la raíz de la nariz, donde "El Silencio Vigilante", el más elevado espíritu, tiene su templo.
Esas corrientes no siguen generalmente uno de los caminos indicados en el diagrama con exclusión del otro, sino que, generalmente, un volumen mayor de corriente sexual pasa por uno de ellos, de acuerdo con el temperamento del aspirante. En uno que esté buscando la iluminación siguiendo líneas puramente intelectuales, la corriente sexual pasa especialmente sobre la médula espinal y únicamente la parte más pequeña sigue el camino que pasa por el corazón. En el místico que más bien "siente" que "conoce", esas corrientes siguen preferentemente el camino que pasa por el corazón.
Ambos se están desenvolviendo anormalmente y cada uno de ellos tendrá que dedicar su atención a desarrollar lo que antes descuidó, para redondearse así plenamente. Por lo tanto, el objeto de los rosacruces es dar enseñanzas que satisfagan a ambas clases, si bien sus esfuerzos principales se dirigen a la mente muy desarrollada, puesto que su necesidad es la mayor.
Esa corriente en sí misma, sin embargo, aun cuando asumiera las proporciones de un Niágara y fluyera hasta la señal del juicio final, sería inútil. Pero como no es solamente un acompañamiento necesario, sino un requisito previo para el trabajo consciente en los mundos internos, debe cultivarse en alguna extensión antes de que el verdadero ejercitamiento esotérico pueda comenzar. Se verá, pues, que una vida moral dedicada a pensamientos espirituales es indispensable para el aspirante, durante cierto tiempo, antes de que sea posible comenzar la obra que le proporcionará el conocimiento directo de los dominios suprafísicos y que le habilite para convertirse, en el sentido más elevado, en un auxiliar de la humanidad.
Cuando el candidato ha vivido tal vida durante el tiempo suficiente para establecer la corriente de fuerza espiritual, y se le encuentra apto y capacitado para recibir instrucciones esotéricas, se le dan algunos ejercicios para poner en vibración al cuerpo pituitario. Esa vibración hace que el cuerpo pituitario choque y desvíe ligeramente a la línea de fuerza más próxima (véase el diagrama 17). Esta, a su vez, choca con la próxima a ella, y así continúa el proceso hasta que la fuerza de la vibración se agota. Esto es similar a la forma en que se producen cierto número de armónicos en un piano al tocar una nota y vibrar otras cuerdas afinadas al mismo intervalo.
Cuando, por la vibración creciente del cuerpo pituitario, las líneas de fuerza han quedado suficientemente desviadas como para alcanzar la glándula pineal, entonces se ha realizado el objeto perseguido, estableciéndose un puente entre ambos órganos. Ese es el puente entre el Mundo de los Sentidos y el Mundo del Deseo. Desde entonces queda construido, el hombre se hace clarividente y puede dirigir su mirada a voluntad. Los objetos sólidos pueden verse a la vez por dentro y por fuera. Para él, el espacio y la densidad, como obstáculos para la observación, han cesado de existir.
No es aún un clarividente entrenado o educado, pero es clarividente a voluntad, un clarividente voluntario. La suya es una facultad muy diferente de la que posee el médium, el que generalmente es un clarividente involuntario que puede ver sólo lo que viene; o que, en el mejor de los casos, sólo tiene algo más que la facultad negativa simple. Pero la persona en quien se ha construido ya ese puente, está siempre segura de poderse poner en contacto con los mundos internos, estableciendo o interrumpiendo la conexión con ellos a voluntad. El observador aprende gradualmente a gobernar la vibración del cuerpo pituitario de manera que pueda ponerse en contacto con cualquiera de las regiones de los mundos internos que desee investigar. La facultad está completamente bajo el dominio de su voluntad. No es necesario ya para él el ponerse en trance o hacer algo anormal para elevar su conciencia hasta el Mundo del Deseo. Le basta con querer ver simplemente, y ve.
Como ya indicamos en el comienzo de esta obra, el neófito debe aprender a ver en el Mundo del Deseo, o mejor dicho, debe aprender a interpretar o comprender lo que allí ve. En el Mundo Físico los objetos son densos, sólidos y no cambian instantáneamente. En el Mundo del Deseo cambian de la manera más fugaz e inestable. Esto es manantial de confusiones sin cuento para el clarividente involuntario o negativo y aun para el neófito que penetra en él bajo la dirección de un instructor, pero sus instrucciones colocan bien pronto al discípulo en un punto tal desde el cual la Forma puede cambiar todo lo que quiera, pero puede percibir la Vida que produce ese cambio, y sabe por qué es, a pesar de todos los cambios posibles que la alteren.
Hay también otra distinción importantísima que hacer. El poder que le permite a uno percibir los objetos de un mundo no es idéntico al poder de entrar en ese mundo y funcionar en él. El clarividente voluntario, aun cuando haya recibido algún entrenamiento y pueda distinguir lo verdadero de lo falso en el Mundo del Deseo, está prácticamente en la misma relación como un prisionero tras la enrejada ventana que los separa del mundo externo; puede verlo, pero no puede funcionar en él. Por lo tanto, la educación o ejercitamiento esotérico no solamente abre la visión interna del aspirante, sino que a su debido tiempo se le dan ejercicios que le suministran un vehículo en el cual puede funcionar en los mundos internos de una manera perfectamente consciente.
*
del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
*
*
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario