CONCENTRACIÓN
Lo primero que hay que practicar es mantener los propios pensamientos sobre un ideal y mantenerlos así sin permitir que se desvíen. Es una tarea sumamente difícil, pero debe ser realizada en alguna extensión, por lo menos, antes de que pueda hacerse algún progreso ulterior.
El pensamiento es el poder que empleamos para formar imágenes mentales, pensamientos-forma o idea-ciones, de acuerdo con nuestras ideas internas. Es nuestro poder principal y tenemos que aprender mantenerlo bajo nuestro absoluto dominio, de manera que lo que produzcamos no sean fugaces ilusiones inducidas por las circunstancias exteriores, sino verdaderas imaginaciones generadas por el espíritu desde el interior (Véase el diagrama 1.).Los escépticos dirán que todo eso son imaginaciones, pero, como ya indicamos, si el inventor no hubiera podido imaginar el teléfono, etc., no poseeríamos hoy esas cosas. Sus imaginaciones no fueron, generalmente, correctas o ciertas al principio, pues en caso contrario todos los inventos hubieran realizado su objeto con todo éxito desde el principio, sin los fracasos ni los experimentos inútiles que han precedido siempre a la producción de todo instrumento
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1)La detallada descripción del ejercicio de la mañana o "concentración" y del ejercicio de la noche o "retrospección" aquí referida, puede hallarse en la Instrucción XI del libro "Cristianismo Rosacruz", editada en español.
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o máquina servicial y práctica. Tampoco es la imaginación lo que los ocultistas nacientes corrigen al principio. La única manera de hacerla cierta y segura es manteniendo el pensamiento enfocado sobre un asunto, objeto o idea, excluyendo todo lo demás. El pensamiento es un gran poder que nos hemos acostumbrado a malgastar. Se le permite fluir sin objeto alguno, así como se deja que el agua caiga a un precipicio sin utilizarla antes para que mueva una turbina.Los rayos del sol difundidos sobre la superficie de la Tierra producen solamente un calor moderado, pero si se concentran sólo unos pocos, por medio de un cristal de aumento, son capaces de producir fuego en el punto focal.
La fuerza del pensamiento es el medio más poderoso para la adquisición del conocimiento. Si se concentra sobre un asunto, se abrirá camino a través de cualquier obstáculo y resolverá el problema. Si se posee la cantidad necesaria de energía mental no hay nada que esté más allá de la humana comprensión. Mientras la malgastamos, la energía mental es de muy escasa utilidad para nosotros, pero tan pronto como estamos preparados para tomarnos el trabajo necesario para dominarla, todo el conocimiento es nuestro.
Muy a menudo oímos a la gente exclamar petulantemente: "!Oh, yo no puedo pensar en cien cosas a la vez!", cuando en realidad eso es exactamente lo que han estado haciendo, lo que les ha causado ya la molestia misma de la que se están quejando. La gente está pensando constantemente en cien otras cosas que aquella que tienen entre manos. Todo triunfo, todo éxito se ha conseguido por medio de la concentración persistente en el fin deseado.
Esto es algo que el aspirante a la vida superior debe aprender positivamente a hacerlo. No hay otro camino. Al principio se encontrará pensando en todo cuanto exista bajo el Sol, en vez de pensar sobre el Ideal en el cual ha decidido concentrarse, pero esto no debe desanimarlo. A su tiempo verá que ya le es más fácil cerrar sus sentidos y mantener claramente sus pensamientos. Persistencia, persistencia y siempre persistencia, y ganará al fin. Sin ella, es imposible obtener un resultado fructífero o alentador. No tiene utilidad alguna al realizar el ejercicio dos o tres mañanas o semanas y abandonarlo otro tanto tiempo. Para que sea efectivo, es necesario hacerlo fielmente una mañana tras otra, sin descuidarlo nunca.
Puede elegirse cualquier asunto, de acuerdo con el temperamento o convicciones del aspirante, siempre que sea puro y mejore la mente por su tendencia. Unos se concentrarán en Cristo; otros, a quienes les gusten las flores especialmente, pueden tomarlas como asunto de concentración. El objeto importa poco, pero cualquiera que él sea, debemos imaginarlo viviente y con todos sus detalles. Si es Cristo, debemos imaginarnos un Cristo real, con rasgos movibles, llenos de vida sus ojos con una expresión viviente que no sea la de un crucifijo. Debemos construir un ideal viviente y no una estatua. Si es una flor, debemos imaginativamente, plantar la semilla en la tierra, fijando bien nuestra mente sobre ella. Después miresmola desarrollarse, echando raicillas que penetren en la Tierra en forma de espiral. De las raíces principales miremos cómo salen miríadas de pequeñas raicillas, ramificándose en todas direcciones. Entonces comienza a surgir el tallito de un color deliciosamente verde. Crece; sale una yema; dos pequeñas ramitas que brotan del tallito principal. Sigue creciendo: otro juego de ramitas aparece; de éstas brotan pedúnculos con hojitas. Entonces surge un capullo en la punta; crece hasta que llega un momento en el que se abre y sale una hermosa rosa roja entre la verdura de las hojas. Se desarrolla en el aire emitiendo un perfume delicioso, que sentimos perfectamente, como cuando llega hasta nosotros la embalsamada brisa estival, todo ello hermosamente creado por nuestros ojos mentales.
Unicamente cuando "imaginamos" en forma tan clara y tan distintamente como lo expresado, penetramos ciertamente en el espíritu de la concentración. No debe haber sombras ni apariencias.
Los que han viajado por la India nos hablan de faquires que les han mostrado una semilla, la que plantada crecía rápidamente ante sus atónitos ojos, produciendo flores y frutas que el viajero gustaba. Eso se efectuaba por una concentración tan intensa, que la imaginación se hacía visible, no solamente para el mismo faquir, sino también para los espectadores. Recordamos un caso en el que los miembros de un comité científico vieron esas cosas maravillosas ante sus mismos ojos, bajo condiciones tales en las que todo juego de manos era imposible, pero las fotografías obtenidas mientras se efectuaban las experiencias, no arribaban a nada. No había la menor impresión en las placas, porque no había habido tampoco objetos materiales.
Al principio las imaginaciones producidas por el aspirante serán obscuras y de pobre parecido, pero al fin podrá, por medio de la concentración, evocar imágenes más reales y vivientes que las cosas del Mundo Físico.
Cuando el aspirante puede formar tales imaginaciones y cuando ha conseguido mantener su mente sobre las imágenes así creadas, puede tratar de hacer desaparecer súbitamente la imagen y mantener la mente firme, sin pensamiento alguno, esperando lo que venga a ese vacío.
Durante largo tiempo puede no aparecer nada y el aspirante debe guardarse cuidadosamente de crearse visiones él mismo, pero si guarda esa actitud puntual y pacientemente todas las mañanas, vendrá un día que en el momento de desaparecer aquella imagen en algo así como un relámpago, se desplegará el Mundo del Deseo de su alrededor ante su visión interna. Al principio puede ser nada más que una vislumbre, pero es una vislumbre de lo que vendrá más tarde.
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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
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