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Análisis del Hombre hipotético de Piscis puro
(con todos los Planetas en dicho signo)
Es el signo Nivelador de la calidad de Agua. De las tres modalidades, podemos
considerar a este signo como el más desvalido; mientras Cáncer y Escorpión logran
conquistar el auxilio al desvalimiento del cuerpo de deseos desnudo, recurriendo para ello al
medio humano que los rodea; a la naturaleza de Piscis le faltan las energías adecuadas para
la conquista de tal auxilio, porque se agotan y neutralizan en la lucha por establecer el
equilibrio entre las polaridades activa y pasiva.
Entre los signos de Agua, Piscis es el que envuelva más profundamente al ser humano
en lo emocional.
En este signo el estado emocional no tiene dirección propia, siendo extremadamente
sensible a toda oscilación del alma, a toda vibración emocional que le llegue del mundo
circundante. Vive, creyendo suya, una vida emocional ajena, que le fluye de las corrientes de
deseos del medio. Esta vida emocional ajena se mezcla con la propia de tal manera que en el
producto mixto resultante se esfuman los límites entre las energías propias y ajenas. Vive, por
tanto, su vida emotiva en forma pasiva, padeciendo lo suyo y lo de los demás.
El Hombre puro de Piscis ni siquiera posee la capacidad de conseguir un cuerpo físico
sustituto del suyo que le sirva de puente con la realidad. Por esto a él se le hará consciente,
antes que a los demás hombres de la calidad acuática, su condición de “paciente”, de ser
prisionero de sus padecimientos. Refugiados en este estado, los Hombres puro de Piscis,
sustentan una idea inconfesada de inferioridad frente al prójimo, frente al hombre de la
realidad, que está mejor equipado que él para desenvolverse en el mundo material. Esto trae
como consecuencia que el Hombre puro de Piscis trate de continuar con su vida onírica.
Entonces se produce un curioso estilo de vida, que lleva a la utilización, o aún a la demanda,
de todas las consideraciones a las que el enfermo cree tener derecho. Así, el tipo de Piscis
menos evolucionado pone mucho cuidado en alimentar la pretensión de ser tratado con
consideración especial, pues cree ser un niño; un niño que jamás llegará a ser adulto.
Sin embargo esta debilidad constituye su fortaleza, que se manifiesta en la pretensión
de no ser tomado en serio, de seguir siendo irresponsable, aún en las situaciones más serias.
Esto es un ejemplo de mimetismo defensivo, al que llamaremos “mimetismo moral”.
Este mimetismo no sólo lo capacita para “bailar al son que tocan” (como Cáncer), sino
que convierte momentáneamente al Hombre puro de Piscis en el propio “ejecutante” de dicha
pieza; y la ejecuta porque un impulso seudomoral de su interior lo obliga.
Pero, el Hombre puro de Piscis no experimenta este mimetismo moral, bastante
doloroso y humillante, como acto voluntario, sino como algo impuesto, como una especie de
orden subjetiva, que apaga la propia voluntad moral para sustituirla por una voluntad moral
ajena. Esto nos lleva hacia el sentimiento de ser víctima, una víctima despojada de toda
resistencia moral, indefensa, destinada a pasar la vida en imponente rebelión contra la prisión
emocional a la que se somete, para al final encontrar en la resignación la única salida posible
que le ahorre la vana lucha por la liberación.
El Hombre puro de Piscis inferior se sume cada vez más en su enfermedad,
“consagrando” su existencia a vivir la enfermedad. Vive su mediación sentimental de modo de
convertirse en una especie de “médium”, ya sea en el verdadero sentido de la palabra o en el
sentido figurado. Con gran agudeza escoge a las personas de las cuales se convertirá luego
en herramienta o víctima, dichas personas están por lo general dotadas de una fuerte dosis de
sentido de la realidad, o de brutal egoísmo, como para que a los Hombres puros de Piscis
poco evolucionados les sea posible cargar con un martirio con el que puedan sentirse
elevados.
El Hombre puro de Piscis evolucionado halla el camino de la redención y lo recorre
triunfante. Nadie está más capacitado que él para desentrañar todas las disonancias y
convertirlas en consonancias, y por medio de un sacrificio voluntario de sí mismo, de una
penetración comprensiva en las profundidades del torbellino de las emociones, procurar el
remedio de estos males. Ya que al superar los males dentro de sí mismo, puede señalar el
camino a los demás, brindándoles el extracto curativo de su propio calvario: el suero redentor.
En el cuerpo humano a Piscis le corresponden los pies.
Es con los pies que nos encontramos en contacto directo con la suciedad de la tierra.
Jamás ha habido un ser humano tan limpio como para que este contacto no lo haya
ensuciado. Esta “suciedad de tierra” no es otra cosa que nuestra participación en el “pecado
original”, por el cual quedamos atados a la Tierra, en la que debemos enfrentarnos con
nuestras propias pasiones. Es por esto que le está dado al Hombre puro de Piscis
evolucionado el poder obrar en algo que no le está dado a ningún otro signo: la fuerza de
limpiar la “suciedad de nuestro contacto con la Tierra, o sea, de “lavar los pies al prójimo”.
Pero, este camino sólo le está dado a aquel que pueda convertirse en médico sapiente
por transformación de la sustancia enferma en suero salvador.
Por lo que el verdadero oficio del Hombre puro de Piscis altamente evolucionado es el
de ayudar a todo aquel que estando preso de las bajas pasiones y del egoísmo de su cuerpo
de deseos, no puede encontrar el camino hacia el Todo. Por lo tanto, se convierte, entonces,
en un médico de almas para aquellos que se esfuerzan por escapar de la suciedad que han
acumulado por estar atados a la Tierra.
El mimetismo moral se convierte, entonces, en un “poder perdonarlo todo”, en el
sentido de aquella piedad curativa.
El Planeta transmisor de la radiación de Piscis es Júpiter, siendo su co-regente
Neptuno.
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Curso de Astrología básico Página: 30 - Fraternidad Rosacruz Max Heindel del Uruguay
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