humana compasión y amor

”el
propósito de la vida no es felicidad sino experiencia"…


Ningún hombre ama a Dios si aborrece a sus semejantes,
Quien pisotea el corazón o el alma de su hermano;
Quien busca encadenar, nublar o ensombrecer la mente
Con miedos del infierno, no ha percibido nuestra meta.
Dios nos envió todas las religiones benditas
Y Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida,
Para dar descanso al de pesada carga
Y paz para el dolor, el pecado y la lucha.
Contemplad al Espíritu Universal que ha llegado
A todas las iglesias, no a una solamente;
En la mañana de Pentecostés una lengua de fuego
Rodeando a cada apóstol como un halo brilló.
Desde entonces como buitres famélicos y voraces,
Hemos combatido a menudo por un nombre sin sentido,
Y buscado dogmas, edictos o credos,
Para enviarnos los unos a los otros a la hoguera.
¿Está Cristo dividido entonces? ¿Fue Pedro o Pablo,
Para salvar al mundo, clavado al madero?
Si no, ¿por qué, entonces, tales divisiones?
El amor de Cristo abarca tanto a vosotros como a mí.
Su puro dulcísimo amor no está confinado
Por credos que segregan y levantan una muralla.
Su amor envuelve y abraza a toda la humanidad,
No importa lo que nosotros nos llamemos de Él.
Entonces, ¿por qué no aceptar Su palabra?
¿Por qué sostenemos credos que nos separan?
Sólo una cosa importa ser oída;
Que el amor fraterno llene todos los corazones.
Sólo hay una cosa que el mundo necesita saber,
Sólo hay un bálsamo para todos los dolores humanos,
Sólo hay un camino que conduce hacia los ciclos,
Este camino es: humana compasión y amor.
--Max Heindel

ver vídeo: CREDO o CRISTO

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del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel

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CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS

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Max Heindel

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lunes, 8 de abril de 2013

LA PASCUA, PROMESA DE RENOVACIÓN DE LA VIDA



CARTA Nº 65
Abril de 1916


LA PASCUA, PROMESA
DE RENOVACIÓN DE LA VIDA

Esta será la lección de Pascua, aunque no contenga una sola palabra relacionada con el acontecimiento
cósmico de la estación actual. Pero subraya de nuevo el hecho vital de que el nacimiento y la muerte, son
meros incidentes: en la vida del espíritu, que carece de comienzo y de fin.
La vejez, las enfermedades, la guerra o los accidentes pueden destruir esta habitación terrena, pero poseemos
una "casa celestial" que ningún poder es capaz de alterar. Así, por mucho que la muerte se acerque a
nosotros o a los que nos son queridos, sabemos que, de la misma manera que el Viernes Santo va seguido
por la Gloriosa Pascua, la puerta de la muerte no es más que el umbral para una más larga vida, en la cual las
dolencias y dolores, que tanto abaten nuestro inferior cuerpo físico, no tienen dominio alguno.
Pensemos, pues, en lo que esto significa para los pobres hermanos que han sido destrozados y mutilados por
la pavorosa inhumanidad del hombre contra el hombre, y demos gracias por haber escapado del sufrimiento
que debían todavía soportar, de no haberles, librado él la muerte.
Para la inmensa mayoría la muerte es "el colmo de los terrores", pero cuando estamos bien instruidos
consideramos que bajo nuestras condiciones actuales la muerte es verdaderamente una buena amiga.
Ninguno de nosotros goza de un cuerpo perfecto y puesto que se deteriora en tan alarmante grado durante
los.pocos años que lo utilizamos, pensemos qué seria de él al cabo de un millón de años y un millón de años
no es más que un fugaz destello comparado con la duración infinita. Únicamente el espíritu puede soportar
el infinito, y por consiguiente, la Pascua es la esperanza más ardiente de nuestra inmortalidad y Cristo los
primeros frutos de la inmortalidad y muchos humanos con él.
Acerquémonos, pues, querido amigo, a la próxima Pascua con una actitud de aspiración espiritual de imitar
a nuestro gran Caudillo, Cristo, crucificando nuestra naturaleza inferior. Ojalá sea un buen Viernes Santo
cada uno de los días del nuevo año; ojalá pasemos todas las noches en prisiones purgatoriales asistiendo a
los espíritus allí confinados, como lo hizo Cristo, y ojalá que cada alborada sea una Pascua Gloriosa por la
cual salgamos como una renovación de la vida hacia más grandes y mejores hechos.
"Cuidemos de los céntimos y los duros llegarán solos", dice un refrán prudentísimo. Podemos parafrasearlo
y aplicarlo a la vida espiritual diciendo: "Cuidemos de emplear bien los días, y los años producirán, por sí
solos, su tesoro."

del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel

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