CARTA Nº 66
Mayo de 1916
EJERCICIOS DIARIOS PARA EL
CULTIVO DEL ALMA
Cuando Cristo visitó a Marta y María, la primera estaba preocupada mucho más de los preparativos de sus
comodidades materiales que en atender a los asuntos espirituales que Él enseñaba; de aquí el reproche de
que ella atendía a muchas cosas de menor importancia en vez de la única necesaria". Es indudable que ha de
considerarse positivamente malo el descuidar el cumplimiento de los deberes propios de llenar las
obligaciones que se nos presenten en nuestra vida cotidiana. Pero muchos de nosotros cometemos la gran
equivocación de reputar como primordiales nuestra tarea y nuestros deberes de la vida material, pensando
que la parte espiritual de nuestro desarrollo puede aguardar hasta un tiempo propicio en que no tengamos
otra cosa que hacer. Un número cada día mayor de individuos admite que debería prestar mucha más
atención a los asuntos espirituales, pero encuentra siempre una excusa para no empezar enseguida,
inmediatamente. "Mis asuntos requieren toda mi atención" – dirá alguno. "Tengo los momentos tan contados
y mi negocio es tan exigente, que para mantener la casa a flote debo trabajar desde las primeras horas de la
mañana hasta muy tarde por la noche. Pero así que los tiempos mejoren me preocuparé de estos otros
asuntos y les prestaré más atención." Otros pretextan el que determinados parientes están a su cargo y que
una vez que quede libre de estas obligaciones para con sus familiares estarán en disposición de consagrar su
tiempo al desarrollo del alma.
Es indudable que en muchos casos y hasta cierto punto, estas excusas son legitimas, y que los que las
presentan están sacrificándose real y verdaderamente por algún otro. Acude a mi memoria el caso de una
probacionista que, llena de congoja, escribía una vez que sus dos niñitos requerían su atención,
especialmente cuando ella debería realizar sus ejercicios matutino y vespertino. Deseaba ardientemente
avanzar en el camino de la vida superior, pero el cuidado de sus hijos parecía un obstáculo y preguntó que
debía hacer. Cuidar de sus hijos, naturalmente, fue lo que yo le contesté. El sacrificio que representaba
descuidar su propio progreso por la seguridad y el cuidado de sus hijos, la proporcionaría indirectamente un
desarrollo del alma mil veces mayor que si hubiera desatendido a sus hijos por su propio y egoísta interés.
Pero por otra parte existen muchos que carecen del vigor mental necesario para este esfuerzo sostenido. Por
muy agotadoras que sean las condiciones del negocio de cada uno, es siempre posible dedicar un pequeño
lapso de tiempo cada día, mañana y noche, al alcance de la espiritualidad. Es una práctica
extraordinariamente buena la de concentrar nuestra mente en un ideal durante el tiempo empleado en ir de
casa al despacho en tranvías o coches. El mismo hecho de que exista tanto ruido y confusión, lo que hace
más dificultoso el esfuerzo, es en sí mismo una ayuda; puesto que el que llega a dirigir su pensamiento hacia
un solo punto bajo tales circunstancias, no encontrará dificultad alguna en obtener iguales o mejores
resultados en condiciones más favorables. El tiempo así empleado resultará mucho más provechoso que si se
utiliza en leer un periódico o una revista que llamará nuestra atención hacia condiciones que quizás estén
muy lejos de ser elevadas.
La mente de la mayoría es como un colador o un tamiz. Los pensamientos se filtran a través de sus cerebros
lo mismo que el agua a través del colador. Estos pensamientos son buenos, malos o indiferentes, estos
últimos en gran mayoría. La imaginación no retiene ninguno de ellos suficientemente para poder conocer su
naturaleza, y sin embargo alimentamos la idea de que no podemos impedir que nuestros pensamientos sean
como son. A causa de este error muchos individuos han tomado la costumbre de pensar con toda
negligencia, lo que les vuelve incapaces de concentrarse en un sujeto determinado, hasta no estar bien
dominado. Puede ser algo difícil de lograr, pero cuando se ha conseguido el control del pensamiento, aquel
que lo haya logrado tiene ciertamente en su mano la llave maestra del éxito en cualquier camino que
emprenda.
Por consiguiente y en relación con estas series de lecciones que, está recibiendo: EI efecto oculto de las
emociones, yo le estimularía a reflexionar seriamente sobre estos puntos y a elegir algunos momentos de
cada día para dedicarlos al decidido propósito de conseguir el control de su pensamiento. Existen muchas
valiosas instrucciones y métodos dados por varios autores, pero por mi parte consideraré este asunto
terminado, procurando ofrecer algunas ideas para fijar en general el pensamiento. Esto no deja de ser difícil,
porque todo depende del temperamento del estudiante. La instrucción debe ser, realmente, individual más
bien que colectiva, para lograr los mejores resultados.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
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