CARTA Nº 64
Marzo de 1916
De tiempo en tiempo tenemos el sentimiento de recibir cartas de estudiantes domiciliados en países
beligerantes, reprendiéndonos por no romper lanzas a su favor. Ni un solo día ha pasado, desde que se inició
este amargo conflicto, sin que hayamos lamentado profundamente esta pavorosa matanza, aunque
reconfortados por el conocimiento de que está favoreciendo, como ninguna otra cosa podría hacerlo, para
destruir la barrera que separa los vivos de los muertos. Así ha de ser cómo la guerra adelantará la abolición
del pesar que ahora se experimenta por las masas cuando se ven separadas de los seres amados; También
actúa este pesar actual para dirigir los pueblos occidentales de.los placeres del mundo a la adoración de
Dios. No ha habido una sola noche en que no hayamos trabajado diligentemente con los muertos y los
heridos para aliviar sus angustias mentales o. sus dolores físicos.
EI patriotismo fue excelente en un tiempo, pero Cristo dijo: "Antes de existir Abraham, existía yo" (Ego
sum. Las razas y las naciones, comprendidas en la denominación "Abraham" son cosas evanescentes, pero
'El Ego,", que existió antes que Abraham, el padre de la raza, existirá también cuando las naciones sean una
cosa del pasado. Por consiguiente, la Fraternidad prescinde de las diferencias nacionales y raciales,
esforzándose en agrupar a todos los hombres con un lazo de amor para luchar la Gran Guerra contra su baja
naturaleza, -la única guerra en la que deben emplearse los verdaderos cristianos inflexiblemente y sin
cuartel. Pablo dice: "Porque yo sé que en mi (esto es, en mi carne) no habita cosa buena. Pues el bien que
debería hacer no lo hago; pero el mal que no debiera hacer, éste lo hago Me complazco en la Ley de Dios en
mi hombre interior: Pero veo otra ley en mis miembros, que pelea contra la ley de mi entendimiento y que
me reduce a la cautividad bajo la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Oh! ¡Qué desgraciado soy!
¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?"
¿ No describe así, Pablo, y de la más atinada manera, el estado de todas las almas aspirantes? ¿No sufrimos
todos nosotros en espíritu a causa del conflicto que se desarrolla en nuestro interior? Yo espero que no hay
más que una respuesta a estas preguntas, y es la de que esta guerra interior se está librando fieramente y sin
titubeos en todo estudiante de la Fraternidad; pues donde no hay lucha existe una indicación segura de coma
espiritual. El "cuerpo del pecado" puede tener entonces todas las ventajas. Pero cuanto más fiera sea la
batalla más digno y lleno de esperanza puede considerarse nuestro estado espiritual.
En América oímos hablar a boca llena de "neutralidad y de "preparativos" con propósitos de defensa. En la
más nobilísima guerra que debemos librar, la "neutralidad" no puede existir. 0 permanecemos en paz, y "la
carne" nos regula y nos mantiene en abyecta sujeción, o entramos agresivamente en la guerra, en carne y en
espíritu. Y mientras continuemos viviendo en este "cuerpo de muerte" la guerra proseguirá, pues hasta Cristo
se vio tentado y no podemos esperar pasarlo mejor que Él.
"Los preparativos" están bien. Es cada día más y más necesario este estado de preparación, pues igual que
un enemigo físico prepara trampas y emboscadas un adversario más poderoso, antes que arriesgarse a una
batalla franca y abierta, así también las tentaciones que se.nos presentan en el sendero son más sutiles cada
año que pasa.
Escritores como Tomás de Kempis, se vieron impelidos a hablar de ellos mismos como de "gusanos viles" y
a usar parecidos términos de "propia humillación", porque conocían y temían el peligro inmenso y sutil de la
"alabanza propia". Pero aún eso puede llevarse muy lejos y sin embargo podemos creernos "buenos, muy
buenos" y "más santos" que los demás, debido a que abusamos de nosotros mismos; y nosotros lo podemos
hacer por el placer de oír a los demás que nos contradicen. Verdaderamente, las redes del cuerpo de deseos
son todas muy halagadoras y sutiles.
Un camino hay para estar siempre alerta y es seguro: "Mirar hacia Cristo" y tener la mente siempre,
ocupada, en todos los momentos de nuestra vida, cuando el trabajo profesional no nos retiene, estudiando
siempre cómo podemos servirle. Esforcémonos por todos los medios posibles en llevar a cabo de una
manera práctica las ideas así concebidas. Cuando más literalmente imitemos a Cristo, tanto más lealmente
seguiremos los dictados de nuestro Yo superior y más seguramente venceremos la naturaleza inferior y
ganaremos la.única batalla digna de ser ganada.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
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