CARTA Nº 73
Diciembre de 1916
INVENTARIO ESPIRITUAL DURANTE
LA SANTA ESTACIÓN
Cristo comparó las almas aspirantes de Su tiempo a administradores que hubiesen recibido un número
determinado de talentos, de manos de su señor, y que se suponía que habían emprendido una rama del
comercio con ellos para acrecentar el capital o los bienes a su custodia confiados. Hemos de desprender de
ésta parábola que todos los que aspiran a Servirle, deben usar de los talentos dados por Dios de manera
parecida, de modo que demuestre el beneficio que han obtenido en el desarrollo del alma al ser llamados, en
tiempo oportuno, a dar cuenta de su administración.
Esta rendición de cuentas, por lo que atañe a la mayoría de la humanidad, no se lleva a cabo hasta que el
Segador ha cerrado el canal de la vida y se ven de pronto en el Purgatorio para ver le resultado de las cosas
hechas en el cuerpo, ya sean buenas o malas.
¿Y qué diríamos y pensaríamos de un hombre de negocios que los condujese de tan defectuosa manera y
con tanta falta de método? ¿No nos parecería que estaría navegando directamente hacia los arrecifes de la
bancarrota si no comprobase los saldos de sus cuentas, ni inventariase sus débitos y sus créditos cada año?
Seguramente que nos parecería muy racional y merecido su fracaso por su negligencia en seguir los
métodos más comunes que se emplean en los negocios.
Si consideramos el valor de un sistema determinado y el beneficio que ha de producirnos el conocer clara y
constantemente nuestra situación relativa a los negocios materiales, debería igualmente seguir los mismos
métodos seguros en lo concerniente a nuestros asuntos espirituales. No solamente igual, sino que
deberíamos ser más circunspectos en la conducción de los negocios celestiales que en los terrenos, puesto
que nuestra prosperidad material no es más que una lucecita en la noche, comparada con el bienestar eterno
del espíritu.
Nos acercamos al solsticio del invierno, el comienzo de un nuevo año bajo el punto de vista espiritual, y
contemplamos la nueva avenida de amor de nuestro Padre Celestial por mediación del Cristo-Niño. Este es,
por consiguiente, el buen tiempo para hacer inventario y preguntarnos cómo hemos empleado los
ofrecimientos de amor del año anterior, la forma en que nos hayamos esforzado en reunir un tesoro celestial.
Y un gran beneficio obtendremos si nos dedicamos a practicar este inventario con el mejor espíritu y bajo
los mejores auspicios de tiempo, ya que existe una hora para sembrar y una hora para recoger, y para todo lo
que está bajo el Sol existe un tiempo en que puede ser hecho con mayor probabilidades de éxito que si se
ejecuta en cualquier otra estación.
Las estrellas son las marcadoras celestiales del tiempo. -De ellas proceden las fuerzas que nos influencian
toda la vida -. Por Nochebuena, entre el 24 y el 25 de diciembre, a medianoche, dondequiera que habitemos,
hallaremos que la retrospección y las resoluciones adoptadas en ella para el año nuevo, serán de la máxima
eficacia.
En Mount Ecclesia y en los varios Centros de Estudio se celebra un servicio de medianoche por
Nochebuena, y los estudiantes que lo celebran se ven impedidos por ello de la autocomunión de
medianoche. Otros habrá que tampoco podrán praticarla en aquellos instantes por varios razones. -Para
todos ellos, una cualquiera de las horas de la madrugada les será de la misma eficacia. Pero unámonos
todos, aquella noche, en un esfuerzo espiritual concertado de aspiración; y que cada estudiante ruegue no
solamente por su desarrollo de alma individual para el año entrante, sino también por el desarrollo colectivo
de nuestro movimiento, unidos todos en una plegaria. Los trabajadores del Cuartel General les piden
también sus pensamientos salvadores.
Si todos, al unísono, arrimamos nuestros hombros a la carga, podemos dar por cierta una inusitada
bendición individual y colectiva, y un año espiritualmente próspero.
del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel
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