I. LA NATURALEZA DE LAS INFLUENCIAS ASTROLÓGICAS
“Dios es luz... si caminamos en la luz, como Él está en la Luz, entonces estamos en comunión unos con otros...” I Juan, 1:5-7.
“Una es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y una estrella se diferencia de otra en su resplandor.” I Corintios 15:41.
Cuando hablamos o cantamos generamos ondas sonoras que viajan en todas las direcciones desde nuestros cuerpos y pueden producir un efecto en quienes las escuchen. Nuestros cuerpos generan calor y lo irradian al aire y cuerpos físicos próximos, calentándolos en consecuencia. Nuestros cuerpos también generan ondas más sutiles (ondas etéricas, ondas emocionales y ondas de pensamiento) que igualmente salen de nuestros cuerpos y pueden producir un efecto sobre los que nos rodean si están “sintonizados” con ellas. El tipo de ondas etéricas, emocionales y mentales que irradiamos dependen de nuestro carácter. Si somos codiciosos, irradiamos codicia. Si
somos generosos, irradiamos generosidad. Si somos amorosos, irradiamos amor.
El Sol, los planetas que giran a su alrededor y las lunas en las órbitas de esos planetas son los cuerpos de exaltados seres espirituales. Así como nosotros irradiamos diferentes ondas de nuestros cuerpos, así también estos exaltados seres espirituales irradian ondas de diferentes tipos. Al igual que las ondas que irradiamos dependen de la naturaleza de nuestra personalidad, así la naturaleza de las ondas del Sol, los planetas y las lunas dependen de la naturaleza de los seres que trabajan en esos cuerpos cósmicos. Los
astrólogos observan que los planetas irradian ondas que tienden a estimular los siguientes aspectos en el hombre:
Así como el ángulo de los rayos solares determina cuándo la Tierra experimentará el verano o el invierno, igualmente los ángulos con los que los rayos de los diferentes planetas alcanzan la Tierra nos influencian. Para determinar los ángulos y los efectos de los diversos ángulos se divide el cielo, tal como puede verlo una persona desde la Tierra, en doce secciones llamadas casas, mientras que el camino recorrido por el Sol se
divide en doce secciones llamadas signos del Zodiaco. La primera casa comienza en el horizonte oriental. El primer signo, Aries, comienza en el punto del cielo donde el Sol se encuentra al comenzar la primavera.
Los astrólogos observan que la casa ocupada por un planeta indica el área de la vida en la que las radiaciones planetarias tienden a concentrarse.
Los astrólogos observan que el signo en el que se encuentra un planeta determina la parte del cuerpo humano en la que los rayos planetarios se enfocarán y el nivel del ser o de la conciencia en el que igualmente se enfocarán:
Los signos cardinales estimulan la actividad del cuerpo físico; los signos fijos estimulan la tenacidad en la naturaleza emocional; los signos comunes estimulan la investigación a través de la mente. Los signos de fuego enfocan la conciencia en la vitalidad; los signos de tierra enfocan la conciencia en la mente; los signos de agua enfocan la conciencia en los sentimientos. Cuando nace un niño, el momento para el que se levanta la carta natal es el de su primera respiración. La razón para ello es que esa primera inspiración lleva con ella la vibración que tiene la atmósfera en ese momento. Esa vibración es transmitida desde los pulmones a la sangre y luego a todos las partes del cuerpo, poniendo en una vibración determinada cada átomo físico. Así el cuerpo se sintoniza con las vibraciones astrológicas del momento en que tomó su primer aliento. Esta
sintonización persiste durante toda la vida. A medida que los planetas se desplazan en el cielo durante la vida de la persona, estimulan un aspecto u otro del patrón vibratorio natal. La persona siente entonces un impulso o una energía dentro suyo que la empuja a querer hacer algo, dependiendo de los planetas concretos implicados y sus ángulos.
Uno de los objetivos de la evolución es llegar a ser completamente capaz de responder a los estímulos de todos los planetas. Todas nuestras energías vienen de los planetas y de las estrellas y sólo en la medida en que somos capaces de recibirlas están disponibles para ser empleadas por nosotros.
Otro objetivo de la evolución es tener control consciente sobre qué energías usaremos.
Tener la energía necesaria para hacer algo no significa que sea apropiado hacerlo. Ni todas las energías se combinan armoniosamente. Necesitamos aprender cuándo y cómo emplear las energías disponibles y cuándo dejarlas pasas simplemente a través nuestro.
Bibliografía
-Heindel, Max, M essage of the Stars , Oceanside, California: The Rosicrucian Fellowship, 1973.
-Heindel, Max, Simplified Scientific Astrology, Oceanside, California: The Rosicrucian
Fellowship, 1962 .
del libro La Era de Acuario Por Elsa M.Glover
en you tube, aquí
https://www.youtube.com/watch?v=g8g5ccpKOQ4
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https://www.youtube.com/watch?v=g8g5ccpKOQ4
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