II. Las funciones de ciencia y
religión en la búsqueda de la verdad
El hombre posee órganos sensoriales con los que puede realizar observaciones en el mundo físico. Tras efectuar muchas observaciones comienza a apreciar pautas fijas en lo que contempla. Ve que el agua corre colina abajo, que los cuerpos celestes siguen ciertas trayectorias, que la electricidad circulando por un filamento puede producir calor y a veces luz, etc. Después desarrolla "leyes", las cuales son enunciados de pautas observadas.
Desarrolla asimismo teorías que intentan explicar por qué las cosas suceden de una determinada manera. Estas teorías a menudo incluyen objetos no perceptibles sensorialmente pero que son aceptados como ciertos si las explicaciones asociadas son razonables. Nadie ha visto jamás la gravedad (o un campo gravitatorio, como dirían los científicos) pero explicamos que la razón de que el agua corra colina abajo y los objetos cercanos a la tierra caigan cuando no tienen apoyo es que la gravedad los atrae. Nadie ha visto jamás un electrón pero la producción de calor por una corriente eléctrica puede ser explicada diciendo que la corriente eléctrica está compuesta por electrones en movimiento y que los electrones en movimiento tienen energía cinética (de nuevo algo invisible) y que cuando los electrones chocan con átomos en el
cable, su energía cinética se transforma en energía calórica. Debido a que los electrones sirven para proporcionar una explicación a los efectos calóricos de las corrientes eléctricas y otros fenómenos, los electrones se convierten en parte de la teoría y se cree en su existencia.
Este proceso de observación del mundo material y de elaboración de leyes y teorías se denomina "ciencia materialista". La ciencia materialista tiene limitaciones. Se basa en percepciones de los sentidos físicos e inferencias de las mismas. Sin embargo, hay algunas cosas que no pueden ser percibidas físicamente o inferidas. La religión es necesaria para completar el cuadro. Algunos individuos son clarividentes, es decir, son capaces de percibir los mundos suprafísicos. Ellos han observado esos mundos y su modus operandi y han desarrollado y escrito las leyes que rigen en los mundos suprafísicos. Aquellos que aún no pueden hacer esas observaciones por sí mismos sólo pueden conocer acerca de los mundos suprafísicos si están dispuestos a tener fe en las afirmaciones de los clarividentes. La ciencia materialista se ocupa de las relaciones físicas de causa y efecto pero no puede detectar las influencias espirituales rectoras que controlan lo que ocurre en la Tierra. Los clarividentes ven que los fenómenos de la naturaleza (volcanes, terremotos, el rayo y el clima) son todos acciones deliberadas de las jerarquías divinas. Los clarividentes dicen que incluso nosotros somos guiados, de forma que todo lo que encontramos en la vida fue preparado ya que necesitábamos afrontarlo para impulsar nuestra evolución. La ciencia materialista ha observado que si el cuerpo A empuja al cuerpo B, entonces el cuerpo B reacciona sobre el cuerpo A con una fuerza igual y opuesta, pero la ciencia materialista no puede hacer afirmaciones sobre reacciones que caen más allá de fuerzas observables. Los clarividentes afirman que cuando la persona A influencia a la persona B en un nivel emocional, mental o espiritual, esta influencia retorna a ella y será sentida más tarde por A.
Llegará el tiempo en que cada persona desarrollará su propio poder clarividente. Lo que ahora es conocido mediante la religión formará entonces parte de la ciencia. Hasta ese momento, sin embargo, religión y ciencia se complementarán la una a la otra. Ambas son necesarias para una imagen completa de la verdad.
REFERENCIAS
- Heindel, Max. The Rosicrucian Cosmoconception. Oceanside, Cal: The Rosicrucian Fellowship, 1973.
- Steiner, Rudolf. Knowledge of the Higher Worlds and Its Attainment. New York: Anthroposofic Press, 1947.
- Steiner, Rudolf. Manifestations of Karma. London: Rudolf Steiner Press, 1969.
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del libro Ciencia y Religión de Elsa M. Glover
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