IX. La evolución
Basándose en sus observaciones sobre la naturaleza de los procesos de desintegración atómica, los científicos materialistas han deducido varias leyes referentes a la desintegración atómica. Aplicando esas leyes a diferentes materiales, es posible deducir por cuanto tiempo han tenido lugar los procesos de desintegración atómica en el seno del material sin interferencias externas. De esta forma, el tiempo desde que una roca se solidificó o el tiempo desde que una planta o un animal murieron pueden ser determinados con una muestra de la roca, de la planta o del animal. Empleando esos procedimientos, los científicos han encontrado que las rocas lunares tienen entre cinco y seis mil millones de años de antigüedad y que las más antiguas rocas terrestres datan de tres a cinco mil millones de años. Se han encontrado fósiles de formas animales y vegetales que datan cerca de 560 millones de años. Cuando se ordenan cronológicamente los fósiles según el momento de su formación, se aprecia que inicialmente sólo las formas de vida más sencillas estaban presentes y a medida que pasaba el tiempo aparecían formas más y más complejas. Los fósiles más antiguos son algas, medusas, corales blandos y gusanos primitivos. Más tarde aparecieron los primeros crustáceos, después el primer pez, después los primeros anfibios, luego los reptiles, pájaros, mamíferos y por último hicieron su aparición los primeros humanos.
El científico materialista aprende sobre el pasado haciendo observaciones en el presente y extrapolándolas al pasado de acuerdo con las leyes científicas tal y como él las entiende. Este método lógicamente tiene limitaciones en cuanto a lo lejos que puede alcanzar en el tiempo y en cuanto a su precisión. El clarividente puede estudiar el pasado con más precisión y puede ir más atrás en el tiempo que el científico materialista porque puede leer el registro del pasado, el cual se almacena en los mundos suprafísicos. El científico materialista no puede ver los poderes suprafísicos que dirigieron el desarrollo de los procesos físicos pero el clarividente sí puede ver lo que esos poderes hicieron y, por consiguiente, puede ayudarnos a completar el cuadro.
El clarividente Max Heindel da cuenta detallada de la evolución de la Tierra y las especies vivientes sobre ella, así como de los espíritus que trabajan en dichas formas en El Concepto Rosacruz del Cosmos. Comienza su exposición en un tiempo incluso anterior a la existencia del sistema solar actual. Cuenta como la humanidad actual eran seres espirituales dentro de Dios en un pasado remoto y carecían de cuerpo denso, sentimientos o pensamientos como tenemos ahora. Carecíamos de conciencia del yo y de capacidad para tomar iniciativas. Con el fin de ayudarnos a desarrollar la conciencia del yo, varias jerarquías creadoras divinas nos ayudaron a construir cuerpos en un proceso sumamente dilatado que incluía la construcción repetida de cuerpos, el trabajo mediante los mismos un tiempo y después el abandono de esos cuerpos, la modificación de su diseño y después la construcción de otro nuevo cuerpo. Esto había sucedido durante edades incluso antes de que la tierra actual comenzara a existir. Los espíritus que habitan hoy en día cuerpos animales también habían sido instruidos en la formación de cuerpos antes de la tierra actual pero en general comenzaron más tarde que la humanidad actual. Los espíritus que habitan los vehículos vegetales de hoy en día también habían sido instruidos en la construcción de cuerpos antes de existir la tierra actual, aunque comenzaron generalmente después que los animales actuales.
Los clarividentes dicen que la génesis de las especies vivientes en la tierra actual siguió estos pasos: primero los humanos (con la ayuda de diversas jerarquías creadoras) construyeron formas minerales (diversas combinaciones atómicas y moleculares así como cristales). Después los humanos abandonaron las formas minerales y construyeron, con ayuda, formas vegetales y trabajaron dentro y a través de ellas. Después abandonaron las formas vegetales y construyeron, con ayuda, formas animales y finalmente, construyeron, siempre con ayuda, formas humanas y siguen actualmente construyendo y mejorando dichas formas. Una vez que una forma ha sido construida, puede ser reproducida por generación y otros espíritus diferentes de los que la diseñaron originalmente pueden habitarla. De esta manera, los espíritus animales y vegetales comenzaron su actividad en la tierra entrando en las formas construidas originalmente por y para los humanos. Al estar menos avanzados, los animales y plantas no podían manifestar tanta habilidad en la construcción de cuerpos como lo habían hecho los humanos, de forma que bajo el cuidado de los espíritus animales y vegetales (y de los espíritus superiores que los guían) las formas que habían tomado de los humanos comenzaron en algunos casos a degenerar. Por ejemplo, después de que un cuerpo de "mono primigenio" hubiera sido construido por los humanos, algunas de esas formas corporales (habitadas por espíritus humanos) fueron mejoradas hasta la forma humana actual, mientras que otras (habitadas por espíritus animales) degeneraron hasta las formas simias actuales. Con el tiempo, por supuesto, a medida que los espíritus animales sigan trabajando sobre las formas de simios, aprenderán gradualmente a mejorarlas.
Los científicos materialistas han observado que el material genético de la descendencia es a veces diferente del material genético de los padres. Los científicos materialistas no son capaces de ver los poderes que dirigen los cambios en el material genético porque esos poderes tienen su origen en los mundos suprafísicos. Max Heindel describe con detalle las numerosas jerarquías creativas que han dirigido y dirigen aún los procesos de construcción del cuerpo. Esas jerarquías creativas construyen con un propósito. Intentan hacer los cuerpos capaces de responder más y más a la voluntad de los espíritus que los habitan. Nosotros, como humanos, estamos entre las jerarquías creadoras y trabajamos en la mejora del diseño tanto de los cuerpos animales como de los vegetales. La mayor parte de este trabajo creador se hace entre vida y vida terrestre, cuando nuestra conciencia está enfocada en los mundos superiores.
Algunas especies nuevas son creadas y otras se extinguen, algunas avanzan mientras que otras degeneran. Lo importante para retener en mente, sin embargo, es que los espíritus nunca se extinguen y que, en general, evolucionan constantemente. La ley básica de la evolución es "Adelante y hacia arriba, para siempre".
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del libro Ciencia y Religión de Elsa M. Glover
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