Capítulo 3
Algún tiempo después que Madame Blavatsky llegó a Wurzburg ella estaba acompañada por la Condesa Wachmeister, quien lealmente y amorosamente le ayudaba en su gran trabajo. El número de visitantes ocasionó que H. P. B. escribiera en una carta a un amigo que la ciudad se había convertido en una Medina filosófica. Continuando, ella escribió: “Estoy solo en la mitad de la parte uno, pero debo enviarte en un mes las primeras seis secciones. Tomo de ISIS solo partes, dejando fuera todo en la forma de la disertación, ataques sobre Cristianidad y Ciencia, todo lo que no es útil, y todo aquello que ha perdido su interés. Solo mitos, símbolos y dogmas, explicados desde el punto de vista esotérico.
Esto es de hecho nuevo completamente. Los ciclos son explicados desde el punto oculto.”
Su penetración en los problemas de filosofía, orígenes raciales, bases fundamentales de las religiones, y claves de los antiguos símbolos eran fenomenales; sin embargo esto no era el resultado del estudio, nunca fue una estudiante más excéntrica y sin descanso. Ella no tenía facultad literaria estudiada. Ella escribió bajo inspiración; los pensamientos llegaban a su mente a través de su cerebro como meteoros. Escenas a menudo se dibujaban en su visión mental y morían cuando solo había captado la mitad. Debido a su excesivo uso de paréntesis, muchas sentencias eran extraordinariamente largas. Como Shakespeare y otros genios, ella tomaría material donde ella lo encontrara, y lo trabajaría dentro del mosaico acerca del cual ella ponía la estampa de su propia individualidad, y alrededor del cual ella tejió la dorada telaraña de sus propios poderes elevados.
En una de sus cartas ella anunció que el enorme volumen de la unidad introductoria, el primer capítulo sobre el Período Arcáico y Cosmogonía, estaba listo. “Pero ahora”, ella continua, “¿cómo enviarlos a Adyar?. ¡Imagina si se pierden!. ¡No recuerdo una palabra, una palabra acerca de estos y como se escribiría de nuevo!. Bueno, los he leído dos veces y he comenzado a hacerlo por tercera ocasión. Él no ha encontrado una parte para ser corregida en el inglés, y dice que es increíble cómo la gigantesca erudición y el trabajo bien
hecho de esto, muestra el esoterismo de la Biblia y sus incesantes paralelos con los Veda y
Brahamanas. Este es un poco más maravilloso que ISIS, que corregiste y Wilder sugirió.
Ahora, estoy absolutamente sola con mi silla y tintero y sin libros de referencia. En cerca de
cuatro horas escribí una sección completa y la introducción de una unidad completa (cerca de 40 páginas) sin libros alrededor mío. Simplemente escuchando, poniendo atención”.
¿Podemos darnos cuenta de lo que esto significa?. Ella era solo una escritora a la que se le transmitía a través de la clarividencia, como el Coronel Olcott y otros lo han constatado día a día. En vista de esto, está la respuesta a los traductores quienes la han acusado de plagio. Yo estoy satisfecho de que nunca en una instancia ha sido ella culpable de haberse apropiado de manera conciente de los escritos de otro. Sin embargo, ella pudo haberlo hecho de manera espiritual, o haberlos recibido de segunda mano de ese gran almacén de productos mentales y pensamientos humanos, la Akash, donde, como gotas están mezclados en el océano, engendros de pensamientos personales están perdidos en la Mente infinita, guardados para aquellas inteligencias más avanzadas quienes pueden contar los granos de la arena o las gotas en el océano y entresacan los átomos en sus vórtices.
Cerca de diciembre de 1886, el coronel Olcott recibió el primer volumen de “La Doctrina Secreta” para su revisión por T. Subba Row y por él mismo, pero el Sr. Row se negó a hacer más que leerlo, argumentando que si él tocaba ese libro tendría que rescribirlo, porque estaba lleno de errores. Esta actitud era puro resentimiento, pero tenía su efecto, para cuando su observación fue reportada a H. P. B., ella estaba sumamente afligida. Ella
se dio a la tarea de revisar el manuscrito cuidadosamente, corrigiendo muchos errores debido a los desaliñados métodos literarios, y con la ayuda de amigos, especialmente Bertram y Archibald Keightley, lograron tener el libro listo para su primera publicación.
Ella estaba siempre deseosa de eliminar sus errores, y estuvo siempre lista para corregirlos. Los errores ocurrieron especialmente debido a que los escritos no le fueron dictados físicamente por su Maestro. Frecuentemente ella era capaz de destruir despiadadamente páginas imperfectas. A menudo, con una palabra del Maestro, ella podía
consignar a las flamas montones de manuscritos laboriosamente preparados y copiados, ante la aflicción intensa de sus amigos. La condesa Wachmeister relató que un día cuando
ella entró al cuarto donde Madame Blavatsky escribía encontró manuscritos desechados esparcidos por el suelo. A su pregunta acerca de esto, H. P. B. contestó, “¡Sí, yo he tratado
veinte veces de escribir esta página correctamente y cada vez el Maestro dice que está mal!
Creo que me volveré loca escribiéndolo tan a menudo. Mejor déjame sola, no pararé hasta que lo haya hecho bien, incluso si me toma toda la noche”. La condesa le llevó una taza de
café para refrescarla, dejándola a su pesar, con su agotadora tarea.
Una hora después Madame Blavatsky la llamó y le dijo que la tarea había sido finalizada. La labor había sido prodigiosa y el resultado pequeño, como era a menudo cuando ella se fastidiaba. Esta es la respuesta aparente que ella le dio a la pregunta de la condesa acerca de cómo ella podía cometer errores al transcribir lo que se le mostraba. Ella replicó, “Bueno, verás, es como esto. Yo hago lo que solo puedo describir como una especie de vacío en el aire delante de mí, y fijo mi vista y mi voluntad atentamente en ello, y pronto escena tras escena pasa delante de mí, como la secuencia de una película; o, si necesito una referencia, como información de algún libro, fijo mi mente intensamente, y la contraparte astral del libro aparece y tomo de él lo que necesito. Mientras menos distracción tenga en mi mente, más fácilmente puedo hacer esto, pero después de la carta
molesta que tuve esta mañana no podía concentrarme apropiadamente, y cada vez que intentaba, lo que escribía nuevamente estaba mal. Sin embargo, ya está todo bien, dijo el
Maestro”.
H. P. B. a menudo preguntaba a sus amigos en varias partes del mundo para verificar citas de libros que pudieran ser encontrados en bibliotecas donde sus amigos residían. Así, ella necesitó una verificación de una cita de un libro del cual solo una copia existía y esta estaba en la biblioteca del Vaticano. En otra ocasión, le solicitó a un amigo en Londres que verificara un pasaje de un documento, del cual solo había una copia y se encontraba en el Museo Británico. Es necesario hacer notar, que ella solo requería una VERIFICACIÓN. Ella ya tenía el material.
Madame Blavatsky declaraba que ella era solo la boca de los Maestros, escribiendo, hablando y actuando, dirigida por ellos. Esta declaración ha sido ridiculizada y ella misma
catalogada de arrogante e impostora. Sin embargo, hay ciertos hechos incontrovertibles para ser tomados en consideración por aquellos que desean formarse una opinión justa y
libre de prejuicios. Cuando ella escribió “La Doctrina Secreta” tenía a su alrededor un
puñado de libros ordinarios, de cuyas fuentes hubiera podido obtener casi nada de ayuda.
No podemos en esta manera restar importancia al extraordinario y prodigioso conocimiento
manifestado en “La Doctrina Secreta”. La mayor parte del tiempo en que el trabajo fue escrito, ella estaba a cientos de millas de cualquier biblioteca. Hubiera sido capaz financieramente hablando de viajar de biblioteca en biblioteca siendo incapaz físicamente de buscar las citas de las cuales es acusada por plagio. Nunca dijo que ella descubrió el conocimiento que le dio al mundo. Sus argumentos fueron que este vino del remoto pasado, que está en cada escritura y en cada filosofía.
El propósito de “La Doctrina Secreta” es citar de cada escritura de cada religión, de las escrituras de cada gente, en orden para mostrar la identidad de las enseñanzas y probar la antigüedad del material. Lo que es nuevo en el libro no descansa en la NATURALEZA de sus ideas o hechos, ya que estos pueden ser encontrados dispersos entre los trabajos de varios Orientalistas y en los numerosos libros sagrados que han existido desde mucho tiempo atrás. Lo que es nuevo es la selección por H. P. B. de todas las fuentes de hechos
que juntos forman un concepto singular muy poderoso del concepto de la evolución del universo y el hombre, la síntesis coherente de la cosmogonía completa. Ella califica como la más grande Maestra del tiempo porque ella tuvo conocimiento real y no aprendido de libros. Ella tuvo eso que le permitió ensamblar de muchos libros en muchos lugares las verdades que puestas juntas, hicieron un gran todo. Ella mantuvo una guía tangible que fue
capaz de seguir con precisión inequívoca a través del laberinto, y mostrar que cada individuo material sostuvo en sí mismo la posibilidad de convertirse en un edificio individual.
Su trabajo es el más extraordinario porque ella lo hizo sin ser una escolar, sin haber tenido la educación que la hubiera preparado hasta cierto punto para colocar juntas las piezas de este conocimiento; porque ella hizo lo que ninguno de los Orientalistas han hecho con todo su conocimiento, lo que ninguno de ellos juntos han hecho con todo el conocimiento de las lenguas del Este y su estudio de la literatura del Este. Ninguno de ellos fuera de tal mezcla de material fue capaz de sintetizar tal trabajo importante. Ninguno de ellos fuera de ese caos fue capaz de construir un cosmos, pero esta mujer Rusa con poca educación lo hizo. Ella no fue una estudiada y no pretendió ser una, en alguna parte obtuvo un conocimiento que le permitió hacer lo que nadie más, estudiado o socialista, ha hecho.
En algún lugar ella recibió lo que le hizo posible transformar el caos en orden y producir un
trabajo que nos transmite un entendimiento del universo y el hombre. Lo que ella dijo no fue de ella. Ella frecuentemente hablaba de su propio conocimiento acumulado, y se refería a AQUELLOS quienes le enseñaban. Esto nos trae a otra parte de los ataques hechos a Madame Blavatsky, o mejor dicho a sus Maestros, de quienes su existencia es considerada
un mito. El aprendizaje y la habilidad que ella misma niega no fueron desafiados por sus enemigos. Ellos decían algunas veces, que su conocimiento es pobremente asimilado, que
su material está mal arreglado, que sus escritos son confusos, implicando, una contradicción en sí misma. Sin embargo, es admitido sin problemas, que ella poseía un fundamento extraordinario del conocimiento variado concerniente a asuntos ocultos y de filosofías oscuras. Si ella fue un fraude, ¿por qué fue tan tonta como para inventar Maestros
imaginarios?. ¿Por qué debió hacerlos padres de sus conocimientos, y convertirse así en objeto de abuso y burlas, mientras debió haber ganado estima, por no decir nada del dinero, simplemente dándose el crédito a sí misma?. ¿Puede algo ser más absurdo que imaginar a una mujer rusa de familia noble, casada con un oficial de alto rango, que salga al mundo en una caza salvaje inútil detrás de sus Maestros imaginarios, y una vez que ha adquirido una inmensa cantidad de conocimiento oculto a un gran costo y con gran sufrimiento, arrojar de sí el crédito que se merecía, y dárselo a personas que no existen, encarando burlas, abuso y calumnias, en vez de utilizarlo con el sentido común; de ser pobre y despreciada cuando ella debió haber tenido prosperidad y honores?. Mirando desde cualquier punto razonable, la única conclusión defendible es que H. P. B. dijo la verdad cuando afirmó que su conocimiento fue recibido a través de los Maestros de la Sabiduría.
Un hecho curioso en conexión con imágenes de libros como fueron vistos en la luz astral, es que el texto algunas veces aparecía invertido como si estuviera sostenido frente a un espejo. Con un poco de práctica se volvió fácil de leer las palabras, mientras que el contexto y el sentido común previenen errores, pero leer figuras correctamente es más difícil. Algunas veces Madame Blavatsky olvidó re-invertirlas, ocasionando dificultades y molestias para ella misma y los demás. Por ejemplo, si ella escribió a un amigo pidiéndole verificar un texto de la página 341 de cierto libro, la respuesta podía ser que el pasaje no podía ser encontrado ahí, o que no había tantas páginas en el libro. Volviendo a revisar sus
apuntes, se encontraba de manera segura, que H.P.B había olvidado re-invertir los números.
Es decir, retomando el ejemplo, la página debió ser 143 en vez de 341. Después de un tiempo, sus corresponsales descubrieron esto, y fácilmente corregían los errores ellos mismos.
Otra circunstancia significativa en conexión con el escrito de “La Doctrina Secreta”, fue que siempre que Madame Blavatsky quería información definida de cierto tema, era seguro que la encontraría de alguna manera, ya sea por medio de la carta de un amigo, en un periódico o una revista, o en la lectura casual de libros. Esto sucedía con tanta frecuencia y tan bien definido que no sería posible explicarlo como simple coincidencia. Siempre que era posible, ella utilizaba significados comunes, para así no agotar sus poderes. En los primeros días de la Sociedad, ella no fue prudente en esto, sintiendo después los efectos.
Un día, vino una tentación por medio de la oferta de un gran salario por todo un año, si escribía para los periódicos rusos. Ella podría escribir de cualquier tema que eligiera, incluyendo el ocultismo. Era la promesa de comodidad y facilidad para el resto de sus días.
Dos horas al día habrían sido suficientes para satisfacer ampliamente todas las demandas en su tiempo. Pero ella dijo, “Para escribir un trabajo como “La Doctrina Secreta” debo tener todos mis pensamientos en esa dirección, para mantenerme en contacto con la corriente. Ya es lo suficientemente difícil, obstaculizada como estoy con esta enfermedad y este cuerpo viejo, y sería imposible cambiar la corriente de atrás hacia delante de “La Doctrina Secreta” a la escritura del periódico. Ya no tengo mucha energía remanente en mí. Mucha de ella fue gastada in realizar fenómenos”. Cuando se le preguntó por qué hacía estas cosas cuando ella debía haber sabido que estaba desperdiciando su fuerza y hubiera sido mucho mejor si los fenómenos no se hubieran conectado con su trabajo, ella contesto, “Porque la gente continuamente estuvo insistiéndome. Siempre era, “Oh, materialice esto”, o “Déjeme escuchar esos sonidos astrales” y así por el estilo, y no me gustaba desilusionar a la gente, así que accedía a sus solicitudes. Ahora tengo que sufrirlo, y por otra parte, en el tiempo que la Sociedad inició era necesario atraer la atención de la gente, y los fenómenos hicieron esto mas efectivo que cualquier otra cosa que se hubiera hecho”.
Una vez concedidos, los fenómenos eran necesarios en ese tiempo, ya que una vez presentados, era difícil liberarse de ellos una vez que habían servido a su propósito. Todos
venían con la impaciencia de tener su curiosidad satisfecha, y si eran decepcionados, se iban encolerizados e indignados, listos a denunciar los fenómenos como un fraude.
Entonces, en su ansiedad por el bienestar de la Sociedad, la pobre H. P. B. continuó su trabajo, a expensas de saber que estaba malgastando su vitalidad, dando casi de manera literal su sangre vital por el bienestar de la organización.
Después que la Sociedad fue bastante bien establecida, llegó la oportunidad de tener facilidades y comodidades para el resto de sus días. ¿Podemos imaginar qué significaba eso? Imaginemos a Madame Blavatsky en su pequeño apartamento con nada más que una
recamara, que compartía con la Condesa Wachmeister. En ese oscuro y viejo pueblo alemán, ella era virtualmente una exiliada entre gente extraña. Aquí ella permanecía frente
a su escritorio por doce a catorce horas al día, y a menudo era en las más improvisadas circunstancias. Entonces llegó la oferta del periódico. Ella podría escribir acerca de cualquier cosa que quisiera, y recibir un salario que la colocaría fuera de los límites del deseo, todo por dos horas al día de su tiempo. Aparentemente, solo habría requerido un pequeño sacrificio de su tiempo, pero H. P. B. sabía más. Sabía que no podría escribir para
los periódicos y escribir “La Doctrina Secreta” también. Sin temor alguno, ella escribió la carta declinando la oferta, y añadió otro sacrificio a la larga lista de los que había hecho en el altar de la Sociedad y la humanidad.
De Wurzburg, Madame Blavatsky fue a Elberfield, donde estuvo con Madame Gebhard. Aquí parece que solo hizo un pequeño trabajo, si hizo alguno, en “La Doctrina Secreta”, debido al hecho de que se cayó y se torció su tobillo. Sus amigos, amablemente la atendieron, pero se recuperó muy lentamente. Su hermana y su sobrina fueron enviadas para cuidarla, y con ellas se fue a Ostend, desde donde escribió a la Condesa Wachmeister:
“Sí, trataré de continuar una vez más con “La Doctrina Secreta”, pero es difícil. Estoy muy débil. Siento que soy desagradecida, ya que la gratitud siempre ha sido mostrada en la simbología antigua como residiendo en los talones de la gente, y habiendo perdido mis piernas, ¿cómo puedo esperar tener algo de ella?”. Después escribió: “Mis pobres piernas han dividido la sociedad con mi cuerpo. Ahora estoy como inválida como cualquier elemento puede ser, y no conozco una sola alma en Ostend; no hay una persona rusa solitaria solo yo, quién preferiría ser una turca y regresar a la India, pero no puedo, porque no tengo las dos piernas o reputación, de acuerdo a los cargos infames de The Society for Psychical Research”.
Pronto, después de eso, la Condesa Wachemeister otra vez acompañó a H. P. B.
Ellas tenían visitantes de Inglaterra, Alemania y Francia ya que Ostend era fácilmente accesible desde dichos países. Madame Blavatsky escribió constantemente, que pensaba
que su salud era escasa y frecuentemente se preocupaba, como se evidencia en el siguiente extracto de una de sus cartas en la que dice: “Porque las mentiras, hipocresía y el
Jesuitismo reinan supremos en este mundo, y yo no estoy y no puedo estar, por lo que parezco condenada. Porque estoy cansada de la vida y la lucha con la Piedra de Sisyphus y el eterno trabajo de los Danaides, y no tengo permitido salir de esta miseria y descansar
porque soy una de tantos sobre la tierra, estoy condenada”.
Este estado mental fue probablemente ocasionado, principalmente por su salud tan extremadamente débil que pronto se convirtió en una crisis, cuando ella estaba afectada
fuertemente con un problema del riñón. El doctor belga dijo que ella no podría vivir mucho tiempo más, y en su desesperación la Condesa telegrafió al doctor Ashton Ellis, uno de los
miembros de las Sociedad Teosófica en Londres, quien inmediatamente vino a Ostend. Él
no sostuvo una esperanza mayor que la del doctor belga. Ambos estaban de acuerdo que
ellos nunca habían conocido a una persona que tuviera tan dañado el riñón y viviera tanto.
Parecía como si “La Doctrina Secreta” no fuera a ser terminada, por lo menos no por H. P. B. Ansiosos y dolorosos estaban los corazones de aquellos que la rodeaban. La pena de la Condesa Wachmeister llegó a ser tan grande que se debilitó en gran manera. Ella se recuperó y continuó estando casi de manera constante al lado de la cama de la mujer enferma.
Despertando cierta mañana después de una corta siesta, estaba sorprendida de ver a Madame Blavatsky sentada en la cama, mirándola tranquilamente.
“¡Condesa, venga aquí!.
La Condesa obedeció, preguntando: “¿Qué sucede H. P. B.?. Se mira diferente”.
Ella replicó, “Sí. El Maestro ha estado aquí. Él me dio a elegir, morir y ser libre si pudiera o vivir y terminar “La Doctrina Secreta”. Él me dijo cuán grande serían mis sufrimientos, y que terrible tiempo tendría ante mí en Inglaterra (porque yo voy a ir allá) pero cuando pensé en aquellos a quienes yo estaría permitiendo enseñarles unas pocas cosas y de la Sociedad Teosófica, para quien he dado la sangre de mi corazón, acepté el sacrificio.”
Ella entonces pidió algo de desayunar para sorpresa y alegría de sus amigos, se levantó y fue al comedor, donde luego recibió a un abogado y al Cónsul Americano, quienes habían llegado para supervisar que se cumpliera su voluntad. Uno puede imaginar el cambio de expresión en sus caras cuando, en vez de estar ante la presencia de una mujer moribunda, encontraron a Madame Blavatsky sentada en su sillón con una apariencia de lo más saludable. Así una vez más el espectro de la muerte había sido alejado, y H. P. B. había tomado otra oportunidad en la vida.
El siguiente visitante fue el Dr. Keightley y el Sr. Bertram Keightley de Londres, quienes insistían urgentemente con invitaciones a Madame Blavatsky a venir a Londres.
Con esto, ella finalmente dio su consentimiento. La Condesa dejó Ostend para irse a Suiza, y poco después H. P. B. viajó a Londres, donde junto con los Keightley ocupó una pequeña
cabaña llamada Maycot. Aquí el manuscrito de “La Doctrina Secreta” fue terminado. Este formaba una pila de tres pies de alto (.95 mts) cuando fue dado a los Keightley para su corrección de sintaxis, puntuación y deletreo. Los Keightley encontraron que este no había
sido escrito de una manera consecutiva, y trazaron un plan para reacomodarlo el cual fue
aprobado por Madame Blavatsky. El manuscrito entero fue entonces escrito a máquina.
Justo antes de que este trabajo se terminara, H. P. B. y sus amigos se mudaron al 17 Lansdowne Road, Nothing Hill, Londres, donde ellos se reunieron con la Condesa Wachmeister y otros, y se estableció el primer cuartel general.
Este estaba primero arreglado para publicar “La Doctrina Secreta” por el Sr. George Redway, quien estaba publicando “Lucifer”, la revista que había sido fundada poco antes por H. P. B., y que desde entonces había sido llamada “La Revista Teosófica”, pero como su propuesta no fue financieramente satisfactoria, un amigo de Madame Blavatsky ofreció en dar el dinero, abriéndose una oficina en Duke Street, Londres, siendo el principal objetivo el permitir a la Sociedad Teosófica el obtener beneficios de sus escritos.
De la historia posterior del escrito de “La Doctrina Secreta” hay muy poco que decir, aparte de que fueron necesarios muchos meses de trabajo duro antes de que finalmente estuviera listo para la imprenta. H. P. B. leyó y corrigió dos juegos de prueba de segundas, un juego de páginas de prueba y finalmente una revisión de hojas de corrección, alterando y añadiendo hasta el final, con resultado de que solo el pago a los impresores por correcciones fue de $ 1,500 dólares.
Tal es la historia de “La Doctrina Secreta”, una historia en que, como el libro en sí mismo, es ridiculizada por la mayoría de la gente, no obstante su autentificación por parte de muchas personas con vidas libres de culpa y de razonamiento saludable. Como en el caso de Copérnico y otros, algún día el mundo despertará y encontrará que esta mujer tan sabia estaba en lo correcto. ¿Será un monumento levantado para ella? ¿Quién lo sabe?. Si esto ocurrirá o no, el hecho permanece que en “La Doctrina Secreta” en sí misma y en el afecto con el cual el autor es estimado por cada estudiante que ha sido ayudado por ella es un monumento más duradero que el mármol o el bronce. Aunque los Maestros fueron los autores actuales del trabajo, no debemos olvidar que fue el celo y la dedicación de H. P. B. que tan excelentemente calificó como un instrumento para su uso; y sin ese celo y dedicación, hoy no poseeríamos tan grande y moderno trabajo de ocultismo, “La Doctrina Secreta”.´
H. P. Blavatsky y la Doctrina Secreta
Max Heindel
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