Aspiración Espiritual y el Hemisferio Sur
Por Richard Koepsel
Traducción de Jorge Rey
Max Heindel nos ha brindado un maravilloso cuerpo de literatura espiritual rico en información, adecuada para ponerla en práctica por medio del servicio. Está llena de nobles ideales que nos inspiran a vivir una verdadera vida espiritual. Es celestialmente bella y habla a nuestros corazones. Se halla impregnada con el amor de Cristo. Abarca todas las áreas del esfuerzo humano. Es clara. Tan clara que con frecuencia pensamos que sabemos cosas que para conocerlas de verdad nos tomaría muchos años para que podamos aplicarlas en nuestras vidas. Pero claros como son los escritos de Max Heindel, hay algunas partes de ellos que necesitan una mayor clarificación para poder cumplir con las necesidades de una moderna Rosicrucian Fellowship. No es que Max Heindel hiciese
un trabajo pobre, lejos de esto, sino que escribió para los estudiantes de Rosicrucian Fellowship de su época, no para los miembros que habían de venir. Max Heindel escribió principalmente para los estudiantes que viven en el hemisferio norte; y ahora, muchos miembros de Rosicrucian Fellowship viven en el Hemisferio Sur.
Una de las áreas de la literatura de Rosicrucian Fellowship que requieren mayor claridad es la de los servicios de solsticio y equinoccio. Estos servicios están llenos de una exquisita poesía. Y como mucha poesía, se hallan condensados en aras de la facilidad, simplicidad, y belleza inspiracional. En estos servicios la actividad de Cristo en el Espíritu de Vida es tratada simultáneamente con el ciclo de la actividad del cuerpo etérico del planeta, cuyos éteres son la proyección del Espíritu de Vida. En el hemisferio norte las actividades de los éteres están sincronizados con las
actividades del Espíritu de Vida en la tierra; en el hemisferio sur, no.
El ciclo del ingreso y retiro de los éteres de la superficie terrestre
asociado a los solsticios y equinoccios y a las estaciones entre ellos data de mucho tiempo atrás. Está en actividad desde que la tierra densa física se cristalizó en el sistema solar y quedó impregnada por el cuerpo etérico con el fin de proveer la vida a cada criatura viviente en el planeta. Todo cuanto vive en el planeta está sujeto a ciclos en los cuales a veces se manifiesta una mayor actividad y otros en los que hay un retiro de las fuerzas con el fin de procesar las experiencias obtenidas durante la actividad incluso en pleno corazón del trópico existen cambios estacionales. Sabemos por el Concepto Rosacruz del Cosmos que el ciclo de expresión activa y de retiro para procesamiento y asimilación es algo universal a lo largo de los días y noches cósmicas de la creación evolutiva.
En este ciclo, los éteres se hallan más aparentes y activos en las estaciones llamadas primavera y verano y más interiorizados y menos activos en las estaciones llamadas otoño e invierno, sin importar en que parte del hemisferio se viva. Mr. Heindel nos dice que el ángulo es el factor primordial de la influencia estelar. El ciclo de los éteres no es la excepción. El ascenso y descenso de los éteres y de la sabia de las plantas que lo siguen se hallan determinados por el ángulo de incidencia de la luz que proviene del sol externo. Como el eje de la tierra esta inclinado en su sendero orbital, la eclíptica, y el eje constantemente apunta a la misma
parte en el espacio, (descartando por el momento el bamboleo precesional de la tierra y sus polos que no afecta el principio que estamos tratando), el proceso de ingreso y retiro de los éteres debe ser opuesto en las latitudes norte y sur. La tierra se parece en esto al pájaro que duerme parado sobre una pata mientras descansa la otra y luego alterna. Es una maravilla esta constante alternación dentro del constante progreso del tiempo -- áreas de
mayor actividad junto a áreas de descanso y asimilación. Es decir, la naturaleza es eficiente.
El ciclo de los éteres no se refiere solo al ingreso y retiro. Existen
desplazamientos coetáneos de énfasis en los cuatro éteres. En las estaciones llamadas primavera y verano hay más actividad en los que podemos llamar éteres del medio, el de vida y el luminoso. Hay más calor y color, que son estados funcionales del éter luminoso, además de un mayor crecimiento y propagación, lo cual es el trabajo del éter de vida. En las estaciones denominadas otoño e invierno hay más actividad en los llamados éteres del
extremo, los éteres químico y reflector. El éter químico es activo en la condensación y formación de cristales del hielo y la nieve, y cualquier jardinero puede decirle a usted que cuando los éteres de vida y luminoso se retiran uno se enfoca en el éter reflector recordando el jardín del año pasado y planeando el que viene. En este sentido, los extremos de los ciclos de flujo y retiro son casi constantes en los extremos de la tierra. En los trópicos, el ángulo de incidencia del sol es prácticamente directo, por lo tanto casi siempre hay calor, las plantas crecen todo el año, hay humedad
y abunda el color en el reino vegetal y animal, - los éteres de vida y
luminoso están en actividad permanente - . Los polos son desiertos fríos en donde no hay crecimiento, todo es hielo cristalino y los animales tienden a ser blancos e incoloros. Así, el efecto estacional del ángulo de la luz del sol es elevar y retirar los éteres y correr el énfasis dentro de los cuatro éteres con extremos en donde los ángulos son extremos. Este ciclo ha estado activo hace millones de años y es algo que nosotros reverenciamos y apreciamos en los servicios de solsticio y equinoccio.
El otro asunto que celebramos es el ciclo de Cristo en el Espíritu de
Vida penetrando a los éteres y a nuestra tierra. La religión Cristiana, la religión del Hijo, es una religión radical. No tiene parangón con las religiones Jehovísticas del Espíritu Santo que la precedieron. A diferencia del ciclo de los éteres, que es tan viejo como la tierra misma, la religión y el ciclo de Cristo es nuevo. Es tan nuevo que todo intento de manifestar el amor-sabiduría del Espíritu de Vida se ha quedado corto y lo que ha hecho
es materializarse en distorsiones alejadas del ideal cristiano. Algunas partes de las enseñanzas de Cristo destellan bellamente en algunas religiones pre-cristianas pero nada que ver con el alcance y magnitud del perdón lleno de gracia que "hace nuevas todas las cosas”, con el amor creador que "hace nuevas todas las cosas" a cada momento, y con todas las demás cualidades del Espíritu de Vida manifestado y humanizado en la encarnación de Jesucristo. Es esta encarnación junto a las subsiguientes y renovados renacimientos que celebramos cada año cuando Cristo viene a
nosotros y regresa a casa dejándonos con anhelos de seguirle.
Nuestro lenguaje no es adecuado para describir el Espíritu de Vida. Nuestra conciencia está habituada a una vista materialista, caída y tridimensional mientras que el Espíritu de Vida está más allá aun de la mente abstracta; y por consiguiente todo lo que se diga del Espíritu de Vida no es más que un pálido reflejo de dicha sublime realidad y burdamente inadecuada a la tarea de expresar verdaderamente su esplendor. No obstante, uno debe poseer
carácter y crecimiento anímico para tan siquiera hablar de tan nobles cosas.
Jesucristo podía decir "Dios es amor" y transportar dicho amor en las palabras, pero, cuando nosotros tratamos de hacer lo mismo, suele sonar trivial y relativamente sin sentido, todo dependiendo de nuestro crecimiento anímico y fortaleza del carácter. Cuando vuelve a expresarse el ciclo anual del Espíritu de Vida y regresa y entrando al planeta es natural que sufra por dicha causa.
Max Heindel nos dice en el Concepto Rosacruz del Cosmos que el ser que conocemos como el Cristo es él más alto Iniciado del Período Solar, también conocido como el Hijo. En este papel, Cristo representa el segundo atributo de la divinidad y es el foco central del Espíritu de Vida macrocósmico, es el cuerpo del espíritu de Vida de Cristo por así decirlo.
Al cabo de un año el impulso de Cristo retorna al Padre cuando el sol entra en Cáncer, entonces se da un nuevo impulso y el ciclo comienza de nuevo.
Un rayo del impulso espiritual proviene Sol Espiritual en el Espíritu de Vida. Es algo así como la urgencia que sentimos de ayudar a alguien cuando se halla enfermo, pero en una escala mayor de la que podemos entender. La conciencia tridimensional no puede hacerle justicia a este evento pero puede ayudarnos siempre y cuando no nos quedemos apegados a la consciencia limitada y creamos que es todo lo que hay, la completa realidad. El Espíritu de Vida Puro, libre de cadenas de las formas que lo limitan, de la existencia concreta, se encuentra en el espacio interplanetario.
Hablando según la personalidad de Jesús, Cristo podía literal y
verdaderamente decir "Yo soy la Luz”. La luz referida aquí por supuesto no es la luz externa del sol sino la luz interna espiritual que se intuye --cuando la luz avanza en pos de la luz de la verdad. Esta muy sutil luz de la verdad, que se halla más allá incluso de las ideas, es una constante en el Espíritu de Vida. Para tener aunque sea una vaga idea en lo tridimensional podríamos imaginarnos al espíritu en esta luz de la divina inteligencia concentrándose a si mismo dentro de su ser universal formando algo similar a una esfera de especial definición y profundidad A medida que el sol pasa por Cáncer, Leo y Virgo esa esfera se hace más pequeña y concentrada en su profundo amor. Al pasar por Libra es congruente y coincidente con el cuerpo físico de la tierra y comienza a acercarse a la
tierra y a concentrarse hasta que es una pequeña bola de muy intenso amorsabiduría, un pequeño sol en el centro de la tierra. En este proceso se aplica el mismo principio de utilidad que Max Heindel describe de una lente que concentra la luz del sol en una pequeña esfera de energía capaz de quemar cualquier cosa. En Navidad esta esfera de luz es concentrada al máximo y
transformada en amor-sabiduría listo para ser empleado. De ahí comienza a expandirse y a trabajar a través de todos los vehículos de la tierra desde adentro -- Fue un momento trascendental en la historia planetaria cuando aceptamos a Cristo como uno de nosotros y aun cuando tuvo que pasar por las puertas de la muerte para obtener dicha aceptación obtuvo la facultad de
trabajar desde adentro.
Mientras que el trabajo del Espíritu de Vida va de alguna manera paralelo al del ciclo de los éteres debido a que los éteres son el reflejo del Espíritu de Vida, no es idéntico. Las funciones de los éteres tienen que ver con la vitalidad y la transmisión de la experiencia hacia y desde los cuerpos y mundos densos físicos. El trabajo del Espíritu de Vida es la creación de lo nuevo, creación desde adentro y no desde afuera. Como resultado de la
aceptación de Cristo y del Espíritu de Vida en nuestra tierra y en nuestra humanidad, y de su trabajo interior, la evolución de la tierra puede avanzar más rápidamente y más armoniosamente. Durante los tres años del ministerio de Cristo a través del cuerpo denso y vital de Jesús ocurrieron eventos especiales e Importantes. Dos son de importancia para nuestra caída humanidad. Primero, que se nos es dada la gracia de tener la vida pura, la luz, el amor y la verdad en forma humanizada si la aceptamos en nuestras vidas libremente y sin ninguna fuerza coercitiva. La otra cosa es que cada vez que oramos en el Servicio de Curación podemos atraer el
Espíritu de Vida de manera similar a como Cristo entra en la tierra cada año. Además, debido a que por el sacrificio anual de Cristo nos es dado transferir el Espíritu de Vida a la panacea de curación mencionada en el Servicio de Curación. Esto significa el comienzo de volver a obtener la capacidad de extraer éter del Espíritu de Vida muy similarmente a como las plantas especializan el éter a partir de la luz solar. Hace mucho tiempo sacrificamos esta capacidad con el propósito de darle motivación a nuestro
cuerpo denso por medio del cuerpo de deseos. Al reconquistar esta
habilidad, como cuando lo tratamos de hacer en el servicio de curación, lo hacemos en un nivel superior, tal como Max Heindel dijo que sería.
Cuando oramos y transferimos el Espíritu de Vida en la panacea de
curación etérica no actuamos pasivamente como las plantas sino como voluntades libres guiadas por el amor y el servicio a otros.
Hay algo también para Cristo en la venida Inicial y en las subsiguientes venidas anuales a la limitación terrestre que va más allá de la oportunidad de dar donde más se necesite. El Concepto Rosacruz del Cosmos nos Informa que la región química del mundo físico es el reflejo del Espíritu Divino, que la región etérica es la reflexión del Espíritu de Vida y que el mundo del deseo es la proyección del Espíritu Humano actuando toda la
proyección a través del puente de la mente. El Espíritu Humano, enfocado por el Espíritu Santo, el más elevado Iniciado del Período Lunar, es autoconsciente de su proyección-reflejo (el mundo de deseos) desde dentro del cuerpo de deseos de Jehová. El Espíritu Divino, enfocado a través del Padre, nunca es consciente de su reflejo (la región química del mundo físico) porque nunca se ha encarnado en un cuerpo denso físico y es incapaz de construir tal cuerpo. El Espíritu de Vida enfocado por Cristo, el Hijo, nunca hubiera obtenido consciencia dentro de la región etérica de no
mediar el sacrificio de Cristo y de Jesús. La encarnación de Cristo en el bautismo de Juan debe haber sido un estupendo auto-reconocimiento en el Espíritu de Vida, un déjà vu de proporciones cósmicas que se expande y extiende a lo largo de toda nuestra creación evolutiva, pues experimentó su proyección - reflejo por primera vez de una manera que no estaba en el
plan cósmico. Tal es el camino de la gracia; uno que se sacrifica sin pensar en sí y que luego es recompensado más allá de la propia concepción de una manera que uno nunca planeó.
Aunque la forma en que Cristo entra y sale del cuerpo del planeta no es de la misma manera que nosotros entramos y salimos de nuestros cuerpos (sino similar a la forma como entramos al cuerpo al renacer), esa manera no carece de perspectiva. La perspectiva consiste en que el polo norte es como la cima de la tierra por así decirlo, y el polo sur es como la planta de los pies. Esta es la razón por la cual Max Heindel juntó el ciclo de los éteres como se aprecia en el hemisferio norte con el ciclo de Cristo para los estudiantes nórdicos. Esto no quiere decir que el hemisferio norte sea mejor
o más correcto que el otro -- Aries y la cabeza no son más importantes que Piscis y los pies, ambos se necesitan. Tienen que haber dos hemisferios para que exista la esfera. Esta observación de la cima de la tierra no se originó con Max Heindel. Puede encontrarse en La Divina Comedia por Dante Alighieri, uno de los primeros en recibir Influencia después de haber sido formada la Orden Rosacruz en 1313.
Aunque somos una sola tierra y una sola humanidad, existen diferencias en la aspiración espiritual en los hemisferios norte y sur. Puesto que el ciclo de Cristo es asincrónico con el ciclo de los éteres, algunos aspectos de la aspiración varían en el hemisferio sur. En el hemisferio norte es natural retirarse e interiorizarse en el invierno, de modo que la aspiración en Navidad aumenta dada la naturaleza del hemisferio norte. Es mucho más difícil retirarse e interiorizar cuando hace calor y el crecimiento de la
naturaleza es fastuoso y abundante. Los aspirantes espirituales del
hemisferio sur van nadando corriente arriba con respecto al ciclo de Cristo.
Esto se halla exactamente dentro del espíritu Rosacruz. En nuestros
servicios miramos al este y nadamos corriente arriba. Somos pioneros esforzándonos por introducir nuevas cosas en medio de las prevalecientes en occidente. Mientras que puede ser más difícil en términos de los éteres interiorizarse y buscar unirse con el Cristo del Verano, es una dificultad cuyos frutos son proporcionales al esfuerzo, algo similar a la recompensa de Cristo y el Espíritu de Vida por la profundidad del sacrificio y del esfuerzo.
Agradecemos a Alexandre David
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